¿JESUCRISTO y la MUJER?

 CONTEMPLAMOS:


Hoy queremos adentrarnos en la relación de Jesucristo con las mujeres, una pregunta que puede surgir en el mundo moderno, aunque para muchos todavía puede ser un motivo de escándalo, es la siguiente interrogante: ¿Cuál era condición sexual de Jesucristo, verdadero ser Humano?

 

No es nuestra intención responder esta interrogante, ya que más bien nos interesa realizar una contemplar general sobre la relación de Jesucristo con la MUJER, de lo que podemos encontrar en los Santos Evangelios, descubrimos, en primer lugar, la misma relación que tenemos todos los seres humanos, se trata de la relación que tenemos con nuestras madres; aunque el mismo Jesucristo en algún momento la llama: MUJER, esta es una relación especial que el mismo Hijo de Dios compartió en nuestra humanidad, la relación maternal. Y TÚ: ¿Cómo describes la relación de Jesucristo con su María, su madre?

 

Junto a esta relación maternal, nos limitaremos a describir el BUEN TRATO que tenía, en general, Jesucristo con las mujeres, de hecho hace cosas que NO son costumbres propias de su tiempo; de esta manera, lo descubrimos conversando con algunas mujeres de otras culturas y religiones, como lo realizó con la MUJER Samaritana teniendo un dialogo a solas con ella, más escandaloso para su tiempo, esto ya demuestra un trato igualitario de Jesucristo con la MUJER; recordemos que en el mundo moderno, una de las consignas del Feminismo es la Igualdad entre los hombres y mujeres; aunque creemos que desde nuestra mirada cristiana FUNDADA en Jesucristo, CREEMOS que se debe tratar en IGUALDAD a TODOS los seres humanos, es decir, NO HACER distinción de personas, sin importar su género ni su condición sexual: ¿Actuamos de esta forma?

 

Por lo tanto, el Maestro nos entrega un ELEMENTO de Igualdad con la MUJER, en el dialogo con ellas, también en su forma de compartir con ellas; los Santos Evangelios, en varias ocasiones nos señalan que Jesucristo compartió la MESA con las prostitutas, con ello, nos revela un TRATO adecuado con las mujeres, un trato de DIGNIDAD; más allá de su trabajo sexual, en los Evangelios NO encontramos un TRATO discriminatorio del MAESTRO con las MUJERES que se dedicaban a la prostitución, más aún, en algunas ocasiones las ubica como MODELO para sus comparaciones y parábolas, esto nos revela la intención del Hijo de DIOS de darle la DIGNIDAD que merecen las MUJERES: ¿Qué trato de Igualdad y Dignidad generamos con las mujeres en el mundo actual?

 

Recordemos que este trato de Igualdad y Dignidad, incluso llevo a que varias MUJERES sean consideradas discípulas de Jesucristo, ya que lo seguían a TODAS partes y podían escuchar libremente sus enseñanzas. Y en la actualidad: ¿Son las mujeres verdaderas discípulas misioneras de Jesucristo, el Hijo de DIOS?

 

 

DISCERNIMOS:

 

Sin lugar a dudas, la relación de Jesucristo con la MUJER, no se acaba en nuestro momento de CONTEMPLACIÓN, ya que, por un lado, quedaron muchos aspectos por seguir contemplando y analizando, y por otro lado, se crean nuevas interrogantes que son propias del tiempo actual, que son difíciles de responder adecuadamente, porque desde la humanidad de Jesucristo se limitan por el tiempo y la cultura en que vivió en Hijo de DIOS; aunque intentaremos DISCERNIR JUNTOS, en este día, desde la mirada del Evangelista LUCAS; que nos INVITA a mirar el BUEN TRATO de Jesucristo con las mujeres de su tiempo y en su cultura judía, para esto, tomaremos unos versículos del capítulo séptimo de su Primer Libro, que nos ubica en un encuentro entre el Hijo de DIOS y una MUJER: “Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume”.

 

Es en el contexto de una COMIDA que se da este encuentro, en la casa de una persona judía, que incluso pertenecía al grupo religioso de los fariseos, estrictos observantes de la religión judía; aquí se encuentra Jesucristo con una MUJER, diríamos no cualquier mujer, sino una que era considerada PECADORA, y nosotros: ¿Nos consideramos personas pecadoras? Esta MUJER pecadora es la que busca el encuentro con Jesucristo, ella vivía en la misma ciudad de aquel fariseo, y en su búsqueda para encontrarse con el Hijo de DIOS lleva un frasco  de perfume. Y nosotros: ¿Qué presente le llevaríamos a Jesucristo si compartiéramos la comida con Él?

 

Admiremos la actitud de la MUJER pecadora: “Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume”. Ella reconoce en Jesucristo un SER especial, por esta razón, LLORA delante de Él, o sea, le revela sus EMOCIONES, tal vez, una tristeza guardada en su interior, o un llanto de Alegría por el encuentro con el Mesías: ¿Qué opinan ustedes? Además descubrimos que LLORA a sus PIES; esto nos revela algo de arrepentimiento: ¿Por qué esta actitud con Jesucristo? Mientras mojaba los pies del Maestro, lo secaba con sus cabellos, esto nos hace pensar en una MUJER con un pelo largo, que besaba sus PIES y los ungía con el perfume que había traído en el frasco. Y cada uno de nosotros: ¿Cómo interpretamos este hecho descrito en los Santos Evangelios?

 

El mismo Evangelista Lucas nos invita a DISCERNIR la interpretación del FARISEO; del dueño de casa, que había invitado a comer a Jesucristo: “Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!

 

Aunque la interpretación del FARISEO se centra en la persona de Jesucristo, en cuestionar su forma de proceder, ya que no se comporta como los PROFETAS, ya que un verdadero profeta, en la mentalidad del fariseo, sabría que la MUJER era una PECADORA Pública; es aquí en dónde interviene Jesucristo: “Pero Jesús le dijo: Simón, tengo algo que decirte. ¡Di, Maestro!, respondió él”.

 

El texto nos entrega dos datos, el primero, que el Fariseo se llama Simón; y segundo, que Simón considera a Jesucristo un MAESTRO, y como tal ENSEÑA; comprendamos las Palabras de Jesucristo como una Enseñanza: “Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos amará más?” Por la pregunta final del Maestro Jesucristo debemos entender que nos quiere enseñar sobre el AMOR como una respuesta al Perdón: ¿Cómo pensamos ante la pregunta de Jesucristo?

 

El Evangelio nos revela otro pensamiento del Fariseo: “Simón contestó: Pienso que aquel a quien perdonó más”. Él concluye que aquella persona que más se le perdona, es la que más AMA a la persona que les PERDONA sus deudas; y nosotros: ¿Sentimos más AMOR por las personas que hemos perdonado en nuestras vidas? ¿Cómo sigue nuestra relación con las personas que nos han perdonado y a las que hemos perdonado? Al parecer, el Maestro nos enseña a UNIR el AMOR al PERDÓN, más cuando le da la razón al fariseo: “Jesús le dijo: Has juzgado bien”. Y nosotros: ¿Realizamos BUENOS juicios? ¿Cómo JUZGAMOS en nuestra existencia cristiana?

 

El Maestro le sigue enseñando a Simón y a los que le escuchan, comparando las actitudes, por un lado, la del Fariseo, y por otro, la de la MUJER pecadora: “Y volviéndose hacia la mujer, dijo de Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies”. El Maestro habla de la MUJER, sin atributo calificativo, un trato de DIGNIDAD con aquella MUJER; en la otra vereda: dos formas distintas de trato a Jesucristo, dos formas de compartir con Él; y nosotros: ¿Cómo tratamos con Jesucristo?

 

Ahora bien, a partir de nuestra forma de tratar a Jesucristo y a los demás, Él nos va a TRATAR, o sea, seremos medidos con la misma VARA que medimos en nuestras vidas, es lo que nos revelan las PALABRAS de Jesucristo: “Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor”. Y nosotros: ¿Cómo le demostramos nuestro AMOR al Hijo de DIOS? “Después dijo a la mujer: Tus pecados te son perdonados”. Y nosotros: ¿Cómo sentimos el AMOR de Jesucristo? ¿Cómo hemos experimentado el Perdón Divino?

 

Ya que no TODOS creen en el Perdón de DIOS, ya sea entregado a los demás o recibido a uno mismo, es lo que le sucedió a muchas personas, ese día, mientras comían en la casa del Fariseo Simón: “Los invitados pensaron: ¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?” Y para cada uno de nosotros: ¿Creemos en el Perdón de Jesucristo, el Hijo de Dios?

 

Para mirar a Jesucristo solo necesitamos FE, la misma FE que tenía aquella MUJER que le llevo un frasco de perfume: “Pero Jesús dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz”. Y nosotros: ¿Nos encontramos en PAZ  en nuestras existencias cristianas?

 

 

EVANGELIZAMOS:

 

Desde la PAZ queremos orientar nuestra EVANGELIZACIÓN, ya que la PAZ debe ser una búsqueda permanente y personal; y desde esta búsqueda se originan nuestros actos que conducen a una renovada Evangelización Cristiana: ¿Qué situaciones en la relación  de IGUALDAD, entre hombres y mujeres, no hemos alcanzado la PAZ? ¿Qué nos falta para LOGRAR una Verdadera Dignidad de la Mujer en el mundo actual?

 

Justamente lo que NOS FALTA, es lo que imposibilita que nos encontremos en PAZ; ya que la PAZ es un ESTADO de Satisfacción Humana, conforme a lo que HEMOS LOGRADO y nos da ese grado de Felicidad necesaria para alcanzar una verdadera PAZ interior, como la MUJER, que necesitaba SER perdonada, ya que estaba arrepentida de algo en su vida, por ello, el LLANTO, y el Maestro logro comprender esta necesidad,  por ello, le REGALA el PERDÓN. Y nosotros: ¿Qué necesitamos para estar en PAZ?

 

Por último, esta NECESIDAD que nos conduce a la PAZ, es en sí misma, una Nueva Evangelización Cristiana, que comienza con la PAZ interior de cada creyente, de cada persona, de cada mujer, de cada hombre, de cada niño, niña y adolescente que busca con FE a Jesucristo. Y TÚ: ¿Te vas UNIR en este Camino Cristiano de Paz interior? Y PARA TI: ¿Cómo buscarás la PAZ interior? ¿Cómo buscarás PAZ en Jesucristo, el Hijo de Dios?

 

 

 

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