¿SOMOS COMO NIÑOS?

 CONTEMPLAMOS:


Ciertamente nuestra pregunta, NO está motivada por la película: “Son como niños”, sino por el evangelio de este domingo que nos presenta a los niños como modelo para entrar al Reino de Dios, ya que a ellos les pertenece, ante esta mirada hacia ellos, nos podemos preguntar: ¿Qué es lo que contempla Jesucristo en los niños de su tiempo? ¿Cómo contemplamos a los niños, niñas y adolescentes en la actualidad?

 

Ante estas preguntas muchos destacaran la inocencia y la pureza de su corazón; ya que ciertamente debemos reconocer que somos los adultos que educamos a nuestros niños, niñas y adolescentes llenos de prejuicios, discriminadores e intolerantes; incluso en otras ocasiones los llenamos de emociones negativas: rabia, ira, tristeza y odio, por nombrar algunas de estos sentimientos; obviamente esto conduce a muchos de ellos a una sed de venganza y una vivencia negativa de sus emociones en el trato con los demás; ciertamente a la luz de los Santos Evangelios esto debe cambiar, ya que Jesucristo tiene siempre un trato cordial y cariñoso con los niños; de acogida y amor hacia ellos. Y para nosotros: ¿Cuál es el trato que tenemos con los niños, niñas y adolescentes?

 

 

DISCERNIMOS:

 

Desde este punto de vista, queremos profundizar brevemente en el evangelio de este día, nuestro texto está tomado del evangelista Marcos en el capítulo 10, y tenemos la intención de discernir sobre nuestra Evangelización con los niños, niñas y adolescentes: “Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron” (v. 13).

 

Queremos iniciar destacando la actitud de los discípulos de Jesucristo, misma actitud que siguen teniendo muchos cristianos y católicos en la actualidad, que alejan a los niños y niñas de los templos, porque hacen mucho ruido a la hora de celebraciones comunitarias, incluso hay sacerdotes o ministros que reprenden a los niños y niñas en esos momentos, cabe señalar que el problema no es de los niños y niñas, sino de nosotros los adultos, que no hemos sido capaces de adecuar nuestras celebraciones para los niños y niñas, ya que la mayoría de nuestras celebraciones eucarísticas están marcadas en una dinámica para los adultos; y ¿qué decir de los adolescentes?

 

Nuestras celebraciones tampoco están apropiadas para ellos, más allá nos atrevemos a afirmar que ni las catequesis de la confirmación son las más pedagógicas para los jóvenes de hoy, seguimos con las mismas formas de los años 70 o 80; más todavía, constantemente se les critica por su forma de vestir, de hablar o sus posturas; todos y todas se creen con la libertad de criticar la vida juvenil de nuestros adolescentes, ante esto, nos preguntamos: ¿Cómo nos acercamos a los adolescentes y jóvenes?

 

Ciertamente la mayoría de veces es solo para REPRENDER, al igual que los discípulos, seguimos REPRENDIENDO a los niños y niñas y sobre todo a los adolescentes: NO HAGAS, es nuestra mayor frase, así inician la mayoría de nuestras palabras hacia los jóvenes; pocos los defienden, como quizás hoy los defendería Jesucristo: “Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos” (v. 14).

 

Obviamente estas actitudes de los demás deben enojarnos como a Jesucristo, que nos recordaría que el Reino de Dios es de los niños, niñas y adolescentes, ante esto nos preguntamos cómo creyentes cristianos: ¿Dejamos que nuestros niños, niñas y adolescentes se acerquen a Jesucristo? O más bien con nuestra forma de actuar: HIPÓCRITA, realizamos todo lo contrario, que los jóvenes se alejen cada vez más de DIOS: ¿Qué clase de testimonio le damos a ellos?

 

Al parecer, les damos un testimonio de un DIOS CASTIGADOR, que es muy contrario, a lo que nos propone Jesucristo en el Reino de DIOS; un reino de AMOR que les pertenece a los niños, niñas y adolescentes, tan así que Jesucristo nos dice a nosotros los adultos, los que adecuamos las liturgias para nosotros sin pensar en nuestros niños: “Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él” (v. 15). Jesucristo nos invita no tan solamente a cuidar y amar a los niños, sino SER COMO NIÑOS: ¿Lo somos? O sea, mantenemos la INOCENCIA en nuestras vidas, la CAPACIDAD de asombro ante las cosas nuevas, la PUREZA de Corazón en el trato con los demás; solamente de esta manera entraremos en el tan anhelado REINO de DIOS. Y TÚ: ¿Puedes entrar?

 

No cabe duda, que nuestro ingreso al Reino de Dios consiste en SER como NIÑOS, o como nos invita a hablar la sociedad actual, sobre los menores de edad: Niños, niñas y adolescentes, entonces: ¿Somos capaces de acoger como Jesucristo? “Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos” (v. 16). Abrazar y bendecirlos, sería nuestra actitud constante hacia ellos, y no la criticar su forma de actuar, sino ACOGER en la UNIVERSALIDAD del AMOR, como los viven los niños. Y TÚ: ¿Cómo lo vives?

 

 

EVANGELIZAMOS:           

 

Al terminar el discernimiento con la pregunta: ¿Cómo lo vives? Es un desafío implícito a la Evangelización, la decisión que tomes afectará toda tu vida, sin dudar muchos creen SER como Niños, y que viven acogida a los demás, aunque no nos damos cuenta que la mayoría de veces, con nuestras palabras y actos alejamos a los demás de Dios, los privamos del Amor Divino.

 

Peor aún, con nuestro testimonio, más bien, con nuestro ANTI testimonio cristiano, la mayoría de veces, los alejamos de su FE CRISTIANA, esto es lo que debemos cambiar; nuestra mirada que nos lleva a actuar de tal manera, comprender que debemos RESTAURAR el amor divino para todo el mundo, más aún para los niños, niñas y adolescentes: ¿Qué hacemos por ellos? Y renovar nuestra vivencia de FE comunitaria para incorporar a los niños, niñas y adolescentes, en la vivencia cristiana: ¿Estamos dispuestos? Y TÚ: ¿Lo estás?

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