JESUCRISTO NOS INVITA A LA CONVERSIÓN
CONTEMPLAMOS:
Contemplar la conversión casi siempre se traduce
mirar a los demás, ver sus pecados, parece innato en los seres humanos JUZGAR a
los demás, quizás por lo mismo, Jesucristo constantemente repitió a sus
discípulos la siguiente frase: “No juzguen, para no ser juzgados” (Mateo 7, 1).
De esta forma, muchos creemos que es solamente una tarea divina JUZGAR; en
realidad, no es tan así, ya que estamos llamados a JUZGAR, aunque debemos
JUZGAR las realidades que nos rodean y a nosotros mismos: “Hipócrita, saca primero
la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu
hermano” (Mateo 7, 5).
Siendo sinceros la mayoría de nosotros, somos
HIPOCRITAS nos encanta mirar los pecados de los demás, y no mirar los pecados
personales, es justamente lo contrario a la invitación permanente de Jesucristo
y de Dios Padre, ellos quieren nuestra CONVERSIÓN personal, recordemos lo que
nos dicen las Sagradas Escrituras en la Biblia Judía: “Tú diles, en cambio:
Juro por mi vida –oráculo del Señor– que yo no deseo la muerte del malvado,
sino que se convierta de su mala conducta y viva. Conviértanse, conviértanse de
su conducta perversa. ¿Por qué quieren morir, casa de Israel?” (Ezequiel 33,
11). Y nosotros: ¿Estamos convertidos?
En este punto, deseamos que logres mirar tu
interior con sinceridad de corazón, y qué juzgues tus propias obras y actos, no
las palabras y actos de los demás, sino los propios: ¿Son palabras y obras de
pecado? Es decir, cosas que van en contra de la voluntad de Dios, ya que en la
línea cristiana, el PECADO es ir en contra de la voluntad divina, para la
mayoría de cristianos, la voluntad de la Santísima Trinidad, es aquí en dónde
se hace primordial y esencial descubrir la VOLUNTAD DIVINA para tu vida: ¿La
cumples? Desde este cumplimiento nos queda algo muy importante: ¿Lo haces por
Dios o por apariencia ante los demás?
Realizamos esta pregunta, con la recta intención
de ayudar a vivir cada día mejor tu FE CRISTIANA; que implica ante que todo:
“VIVIR según las enseñanzas de Jesucristo”, enseñanzas que encontramos en los
cuatro Evangelios, y no directamente en los demás escritos de la Biblia Cristiana,
por muy sagrados que sean, o por muy palabra de Dios que creamos que sea,
nuestro comportamiento para que sea auténticamente cristiano debe configurarse
con el actuar y proceder del Hijo de Dios, de Jesucristo; y para conocer
adecuadamente a Jesucristo debemos por leer: “Comienzo de la Buena Noticia de
Jesús, Mesías, Hijo de Dios” (Marcos 1, 1). En definitiva, debemos LEER los
Santos Evangelios, como una hoja en blanco, es decir, sacar nuestros
prejuicios, los que nos han enseñado desde niños y adolescentes en las diversas
religiones cristianas que participamos a diario o los fines de semana, y con
ello, lograr un VERDADERO CAMBIO de mentalidad renovada en el Santo Evangelio
de Jesucristo, solamente de esta forma, lograremos una renovada y permanente
CONVERSIÓN de nuestras vidas. Y TÚ: ¿Estás dispuesto a vivir una auténtica conversión?
DISCERNIMOS:
Desde nuestra contemplación personal sobre la
conversión, queremos adentrarnos en la proclamación del Maestro, para ello,
usaremos los versículos finales del capítulo 4 del Evangelista Mateo: “A partir
de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: Conviértanse, porque el Reino de los
Cielos está cerca” (v. 17). Claramente vemos que el Anuncio de Jesucristo
presenta los temas Fundamentales de su revelación divina, por un lado, el Reino
de los Cielos o de Dios, en toda su predicación en parábolas; y por el otro
lado, la constante crítica a las personas para que se conviertan, especialmente
los líderes religiosos de su tiempo: fariseos, saduceos, sacerdotes, ancianos,
escribas y sumos sacerdotes; todos estos grupos constantemente acusados de
HIPOCRITAS por Jesucristo ante su falta de la auténtica vivencia religiosa, ya
que aunque algunos cristianos quieran negar la RELIGIOSIDAD de Jesucristo, Él
era un hombre profundamente religioso, o sean, un hombre de oración profunda, ya
que en ella manifestaba la comunicación con Dios Padre, pensando en el término
religión como la unión con Dios, como acción de amarrarse a Dios, y nosotros:
¿Cómo vivimos nuestra RELIGIOSIDAD, nuestro ser religioso?
Ciertamente muchos la viven desde los RITOS
creados por las diversas Iglesias y tradiciones culturales, de la virgen o de
los santos; otros en cambio, la viven íntimamente con Jesucristo, encontrándose
con Él, como le sucedió a algunos pescadores en la región de Galilea “Mientras
caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón,
llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran
pescadores” (v. 18).
Es a orillas del MAR, en lo que hoy llamaríamos
una caleta de pescadores, que Jesucristo llama a dos hermanos, ellos eran Pedro
y Andrés; que en la actualidad son considerados fundadores de las Sedes
Apostólicas de Roma y de Constantinopla, respectivamente, de las que nacen dos
corrientes religiosas: la católica y la ortodoxa, respectivamente; dos
tradiciones dentro de muchas otras tradiciones que pertenecen al cristianismo, a
lo que conocemos como religión cristiana; a la que podemos denominar La “Iglesia
de Jesucristo”, para los creyentes, la Iglesia que surge con la disposición de
estos primeros seguidores de Jesucristo, en cierto modo, los primeros
convertidos por el llamado de Jesucristo: “Entonces les dijo: Síganme, y yo los
haré pescadores de hombres” (v. 19). Y nosotros, los cristianos, en la
actualidad: ¿Somos pescadores de seres humanos?
Esta es la CONVERSIÓN que vivieron Pedro y
Andrés, ya que cambiaron el OBJETIVO de su PESCA, en vez de preocuparse de los
PECES, empezaron a preocuparse por los seres humanos, este fue el comienzo,
para ellos, de una VIDA NUEVA junto a Jesucristo, con su entrega y total
disposición: “Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron” (v. 20).
Dejando sus pertenencias lo siguen, dejando su trabajo y sus herramientas de
trabajo por seguir a Jesucristo; y nosotros: ¿Estamos dispuestos a dejar
nuestros trabajos y nuestro bienestar personal por seguir a Jesucristo?
Esta misma disposición la tuvieron otros dos
hombres que se encontraron en el camino con Jesucristo. Y TÚ: ¿Cómo te
encuentras en el camino de tu vida con Jesucristo? “Continuando su camino, vio
a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que
estaban en la barca de Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los
llamó” (v. 21). Ellos, vivían aún con su Padre, ayudaban a su Padre en el
trabajo de la pesca, en su embarcación familiar, es probable que Juan y
Santiago hayan sido jóvenes cuando se encontraron con Jesucristo y escucharon
su llamado: ¿Cómo respondieron estos jóvenes al llamado de Dios Trinidad, en
Jesucristo?
“Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su
padre, y lo siguieron” (v. 22). Será así, para los jóvenes en la actualidad,
serán capaces de DEJAR A SUS PADRES, para seguir a Jesucristo, indudablemente
miles de jóvenes consagran su vida a Dios, en diversas religiones y
congregaciones religiosas, cristianas y no cristianas, todos dispuestos a
seguir los principios religiosos a la comunidad que pertenecen o se integran;
en el caso, de estos cuatro hombres: Pedro, Andrés, Santiago y Juan, comienzan
a formar la primera comunidad de discípulos del Maestro: “Jesús recorría toda
la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del reino
y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente” (v 23). Un Maestro
que enseñaba en las sinagogas judías, no tenía un lugar, ni un templo, tampoco
FUE su interés ni intención TENER TEMPLOS, ni crear diócesis o parroquias, sino
que oraba en cualquier lugar, enseñaba en los montes, las llanuras, cerca del
mar o en plazas; ya que lo que importaba no eran los LUGARES, sino las
personas, su PROCLAMACIÓN; que buscaba la conversión, que a veces, se lograba
con sus milagros sanadores; los enfermos y los que padecían se convertían en
PERSONAS SANAS; y nosotros: ¿Somos personas sanas o enfermas?
A partir de esta sanación de personas,
Jesucristo va extendiendo su predicación: “Su fama se extendió por toda la
Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades
y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba” (v.
24). Todos eran CURADOS por el Hijo de Dios, por Jesucristo; ahora una multitud
de personas lo seguían a todas partes: “Lo seguían grandes multitudes que
llegaban a Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la
Transjordania” (v. 25). Aunque, tal vez, no la mayoría lo seguía por las
razones adecuadas, la del Reino de Dios y por una verdadera conversión de las
personas. Y TÚ: ¿Por qué eres seguidor de Jesucristo?
EVANGELIZAMOS:
Uno de los aspectos más importantes del
seguimiento de Jesucristo es la vivencia del mandamiento nuevo del AMOR, desde
allí, surge la conversión, ya que por AMOR Dios nos invita a nuestra propia
conversión, por medio, de la intercesión del mismo Jesucristo hacia nosotros:
“Les dijo también esta parábola: Un hombre tenía una higuera plantada en su
viña. Fue a buscar frutos y nos encontró. Dijo entonces al viñador: Hace tres
años que vengo a buscar frutos en esta higuera y nos encuentro. Córtala, ¿para
qué malgastar la tierra? Pero él respondió: Señor, déjala todavía este año; yo
removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos
en adelante. Si no, la cortarás” (Lucas 13, 6-9). Jesucristo es el VIÑADOR de
nuestras vidas que con AMOR nos remueve y abona a diario para que demos fruto:
¿Damos del fruto que Jesucristo nos pide?
Justamente el primer fruto de la evangelización que nos solicita el Maestro es la CONVERSIÓN PERMANENTE de nuestras vidas, que se realiza con la REMOCIÓN que hace constantemente en nuestras vidas: ¿Nos dejamos REMOVER por Jesucristo para lograr una renovada conversión? Y PARA TI: ¿Cómo restauras y renuevas tu vida cristiana?
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