YO SOY EL PAN DEL CIELO
CONTEMPLAMOS:
Este domingo, gran cantidad de católicos celebra
la festividad de Corpus Christi; en donde centran su mirada en el santísimo
sacramento, adorando la presencia real de Jesucristo en medio de nosotros, en
el PAN u hostias consagradas; muchas veces olvidando la unidad de la Sangre,
dada la importancia que tiene para los judíos la concepción del cuerpo:, que se
encuentra en la unidad de la carne y de la sangre; para nosotros, al tener una
mirada y una concepción más griega de los seres humanos, constituidos por
CUERPO y ALMA, lo vemos de una forma distinta; además es bueno recordar que es
solamente una concepción sobre la humanidad, existen otras miradas
antropológicas, en diversas culturas. Y PARA TI: ¿Cuál es nuestra concepción
humana sobre Jesucristo?
Ciertamente nuestra definición humana estará
determinada de lo sabemos y hemos aprendido sobre nosotros mismos, por un lado,
sobre lo que sabemos de la humanidad en general; y por otro lado, lo que
descubrimos en la humanidad de cada ser humano, especialmente de nosotros
mismos y de aquellos que nos rodean a diario; sin duda, este análisis y este
descubrimiento nos puede ayudar a contemplar adecuadamente a la persona de
Jesucristo, un hombre judío que vivió hace unos dos mil años, inserto en la
región de Galilea, en donde comenzó su predicación que lo lleva a Jerusalén
para experimentar la pasión y muerte en CRUZ.
Desde este hecho, logramos CONTEMPLAR la
resurrección del Hijo de Dios: “Al atardecer de ese mismo día, el primero de la
semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los
discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos,
les dijo: ¡La paz esté con ustedes! Mientras decía esto, les mostró sus manos y
su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor” (Juan
20, 19-20).
Él mismo en carne y huesos, como lo describe
otro Evangelista: “Jesús les preguntó: ¿Por qué están turbados y se les
presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y
vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo” (Lucas 24,
38-39).
En este sentido, Jesucristo se contrapone a un
“ESPÍRITU”, Él no es como un fantasma, alma, ángel o espíritu, ya que es una
persona en CARNE y HUESOS, o sea, un cuerpo que podemos ver y tocar, más aún
que puede comer y alimentarse como cualquiera de nosotros; es aquí el sentido
de muchos de este día, ALIMENTARNOS del CUERPO de CRISTO: ¿De qué cuerpo?
De lo que hemos entendido y nos han enseñado
desde la tradición católica como CUERPO de CRISTO, en el Santísimo Sacramento,
que se celebra en la Eucaristía; o de lo que leemos en la Biblia Cristiana,
sobre todo, desde los escritos paulinos, entender y comprender que el CUERPO de
Jesucristo, es la Iglesia, que Jesucristo es la cabeza y nosotros, los miembros
de la Iglesia somos su CUERPO, por lo tanto, somos importantes en la
composición del CUERPO de Jesucristo. Y TÚ: ¿De qué cuerpo de Jesucristo te alimentas?
DISCERNIMOS:
Al contemplar nuestra percepción sobre el Cuerpo
de Jesucristo, queremos adentrarnos en el Misterio Divino de Jesucristo, con el
título divino del “YO SOY”; hoy veremos a Jesucristo como el: “Yo soy el pan de
Vida” (Juan 6, 48). Que nos describe en su discurso sobre este TEMA; para
comprender mejor el sentido y la necesidad de alimentarnos de su persona: ¿Cómo
nos alimentamos de Jesucristo? ¿Por qué nos debemos alimentar del Mesías? ¿Para
qué nos sirve el alimento del Hijo de Dios?
Al reconocer a Jesucristo como el Pan de Vida, se
nos muestra y presenta como ALIMENTO para toda la humanidad: ¿De qué clase de
alimento nos habla Jesucristo? “Sus padres, en el desierto, comieron el maná y
murieron” (v. 49). Al parecer, es un alimento distinto al que comieron nuestros
antepasados, que mueren, este es un alimento que nos da Vida Eterna: “Pero este
es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera” (v.
50). En sus palabras se trata de un PAN que desciende el cielo, y que al
alimentarnos de ese PAN NO moriremos: ¿Creemos este mensaje de Jesucristo?
Ya que muchos en su tiempo NO lograron aceptar
este mensaje, y dejaron de seguirlo, sobre todo al afirmar lo siguiente: “Yo
soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y
el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo. Los judíos discutían
entre sí, diciendo: ¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?” (vv.
51-52). Claramente no lograban entender el sentido al hablar de comer su carne,
ya que es la forma en que Jesucristo da VIDA al mundo, su propia carne, para
nosotros eso encuentra significado en el acontecimiento de la CRUZ, y para
muchos más en la celebración de la Eucaristía: ¿Cómo interpretamos estas palabras
de Jesucristo?
Tal vez, debemos ampliar nuestra mirada, y
descubrir que las PALABRAS de Jesucristo tienen muchas interpretaciones, además
de reconocer que no tenemos exactamente las mismísimas palabras de Jesucristo, como
ya hemos señalado con anterioridad en este mismo LIBRO, sino que tenemos más
bien ideas, escritas en griego y traducidas, en varias ocasiones, malamente a
nuestros propios idiomas, a pesar de esta realidad, en miles de casas y templos,
siguen resonando las palabras del Maestro: “Jesús les respondió: Les aseguro
que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán
Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo
lo resucitaré en el último día” (vv. 53-54).
Aquí se nos invita a pensar en la resurrección y
la posterior VIDA ETERNA; es bueno señalar que para RESUCITAR se debe primero
MORIR, con ello, nos revela algo más, que debemos MORIR y RESUCITAR: ¿Cómo
logramos vivir la resurrección para llegar a la Vida ETERNA? Para ello, debemos
ALIMENTARNOS de Jesucristo, de su CARNE y su SANGRE, es decir, nutrirnos de su
CUERPO: ¿Cómo lo hacemos?
A la luz de la celebración de este día, muchos
reducen este alimento a un solo RITO, que se encuentra en el Sacramento de la
Eucaristía, y se olvidan que se trata de ALIMENTARNOS de Jesucristo, que
ciertamente se encuentra en los dones de Pan y Vino consagrados, aunque también
se encuentra más allá de esos límites eucarísticos, ya que su CUERPO, no es
solamente, en el sentido literal, SU CARNE y SU SANGRE, recordando cómo nos
explica este hecho, el mismo Jesucristo: “Porque mi carne es la verdadera
comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre
permanece en mí y yo en él” (vv. 55-56). Ya que se trata de un verdadero alimento,
una verdadera comida y auténtica bebida, que conlleva PERMANECER, o sea, ESTAR
UNIDOS a Jesucristo: ¿Cómo vives a diario esta UNIDAD con Jesucristo?
Pensando que no todos pueden recibir el Cuerpo y
la Sangre de Jesucristo a diario, sino solamente los fines de semana, algunos
una vez al mes, incluso muchos solamente en festividades religiosas
importantes, dos o tres veces al año; entonces: ¿Cómo seguir alimentándonos de
Jesucristo a diario?
Es aquí en dónde surge la necesidad de descubrir
la presencia de Jesucristo más allá del rito de la Eucaristía, y sentir su
presencia a diario, en la misión, como la encomienda el Padre Dios: “Así como
yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la
misma manera, el que me come vivirá por mí” (v. 57). Ante esto, nos
interrogamos: ¿Vivimos nuestra existencia por, con y para Jesucristo?
Esto consiste PERMANECER en Jesucristo, que cada
momento de nuestra existencia, que estemos iluminados por su PRESENCIA, que se
manifiesta en su CUERPO, en su CARNE y SANGRE; como también en su PALABRA, que
encontramos en las Sagradas Escrituras, este es el ALIMENTO que viene del
cielo, enviado por Dios Padre: “Este es el pan bajado del cielo; no como el que
comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente” (v.
58). Al comer de Jesucristo, del PAN de su PALABRA, de su vida y obras,
viviremos eternamente: ¿Creemos esto? “Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga
de Cafarnaúm” (v 59). Y TÚ: ¿Crees y vives según esta enseñanza de Jesucristo?
EVANGELIZAMOS:
Nuestra FE, es lo que debe iluminar nuestra
vivencia y existencia, transformándola en una vida cristiana, especialmente a
luz de Jesucristo, al contemplarlo y al discernir sobre su vida, logramos
descubrir: ¿Cómo debemos vivir?
Con ello, estamos EVANGELIZANDO, ahora bien, un paso más en la Evangelización implicaría que seamos capaces de ENSEÑAR a otros, este camino cristiano, ya que Jesucristo es el Maestro, nosotros también debemos ser “maestros”: ¿Qué clase de Maestro eres en tu entorno familiar, laboral y social? Y junto a esto descubrir que si Jesucristo es ALIMENTO para los demás, nosotros también debemos ser alimento para nuestro prójimo. Y TÚ: ¿Cómo alimentas a los demás?
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