¡JESUCRISTO, HA RESUCITADO!

 CONTEMPLAMOS:


Este es el grito de los primeros cristianos: ¡Jesucristo, HA RESUCITADO!; es lo que queremos contemplar este primer día de la semana, en el día domingo, al iniciar este tiempo PASCUAL; recordando que con Jesucristo, para los cristianos, se inicia una nueva CREACIÓN, de hecho los cristianos que en algún momento gobernaban todas las grandes decisiones del mundo occidental, deciden comenzar a contar los años de la humanidad de nuevo, tratando de marcar un antes y después del Nacimiento de Jesucristo, hoy sabemos que su cálculo no fue el más acertado, la mayoría de estudios nos señalan que Jesucristo habría nacido unos cuatro años antes de lo que marcamos como año 0 de la era cristiana; más aún, al celebrar este día de la RESURRECCIÓN, aquí es realmente en dónde comienza una NUEVA CREACIÓN, es decir, desde la Resurrección de Jesucristo es que realmente hay un antes y después, esta es la gran noticia que nos trae Jesucristo, la prueba y la certeza de la VIDA ETERNA, de nuestra Esperanza Cristiana. Y PARA TI: ¿Qué significado tiene la resurrección de Jesucristo?

 

Contemplando nuestros significados personales, debemos llegar a mirar juntos como cristianos la realidad de la Resurrección, es desde este hecho, que los primeros cristianos comienzan una nueva predicación, ya no tan solamente de conversión, sino de ALEGRÍA y ESPERANZA en Jesucristo Resucitado, ha comenzado, para ellos, una NUEVA VIDA, lo mismo debe ser para nosotros, los cristianos del tercer milenio, que a partir del encuentro con el RESUCITADO debemos transformar nuestras vidas, en un sentido espiritual.

 

Recordemos lo que señala el Apóstol Pablo: “¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva. Porque si nos hemos identificado con Cristo por una muerte semejante a la suya, también nos identificaremos con él en la resurrección” (Romanos 6, 3-5).

 

El sentido es llevar una vida nueva, especialmente para aquellos que hemos recibido el RITO BAUTISMAL; ya que en el bautismo hemos participado de la MUERTE de Jesucristo, no para quedarnos en la muerte, sino pasar a la Gloria de Resurrección, esta Gloria es que tengamos, cada uno de nosotros, una vida semejante a la de Jesucristo, recordando que la creación humana ha sido realizada a imagen y semejanza divina: ¿Cuán semejante somos a Dios? ¿Cuán semejante somos a Jesucristo, el Hijo de Dios?

 

Obviamente la semejanza no es de apariencia física, sino en nuestra forma y estilo de VIDA, lograr identificarnos con Él, con sus enseñanzas, con su manera de vivir, pensar como Jesucristo, sentir y obrar como si Jesucristo lo haría, respondiendo la pregunta del Santo Alberto Hurtado: ¿Qué haría Cristo en mi lugar? Y TÚ: ¿Qué harías en su lugar, en el lugar del Resucitado?

 

 

 

DISCERNIMOS:

 

Contemplando nuestra realidad de bautizados, resucitados con Jesucristo, queremos invitarles a DISCERNIR con las apariciones del Resucitado, durante todo el tiempo pascual; desde sus palabras y sus gestos, que nos invitan a SER como Él: ¿Quieres ser OTRO Jesucristo? Ya que no solamente se trata de preguntarse: ¿Qué haría Jesucristo en mi lugar? Sino que una vez obtenida la respuesta, HACER lo que Él haría en nuestro LUGAR, para que esto sea realidad en nuestras vidas, debemos SEGUIR DISCERNIENDO sobre la vida de Jesucristo, incluso después de su muerte en la CRUZ, en su vida como RESUCITADO, en este día, el discernimiento lo realizaremos con algunos versículos del capítulo 20 del Evangelio de Juan.

 

“María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro” (v. 11). El desconsuelo ante la muerte de un ser querido lo hemos vivido en varias ocasiones, un abuelo, un hermano, una tía, un madre, una hija, un amigo cercano; era más o menos la dinámica, la amistad entre María y Jesucristo; es lo que le causa dolor a María, sin saber que ha pasado con el cuerpo fallecido de Jesucristo, provoca una mayor tristeza y desconsuelo, como las mujeres que siguen lamentando la muerte o desaparición de sus hijos en las dictaduras militares, sin saber que paso con esos detenidos desaparecidos, similar es la angustia de María Magdalena, por ello, llora la desaparición del Cuerpo de Jesucristo: ¿Qué sentimos nosotros ante el misterio de la muerte?

 

En su búsqueda y en su dolor, Dios se manifiesta en su vida, como se manifiesta en nuestras miserias y penumbras de cada día. “Y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús” (v. 12). Esta vez es la visión de dos ángeles que manifiestan el paso de Jesucristo a la VIDA ETERNA; tal vez, es el mismo consuelo que necesitamos muchos de nosotros, saber que nuestros seres queridos que han muerto han partido al encuentro con Dios a la morada definitiva en la vida eterna, en el paraíso: ¿Creemos en la realidad del cielo y la vida eterna?

 

Esta FE es la que comienza a surgir en María de Magdala, en este encuentro con los ángeles: “Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?». María respondió: Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto” (v. 13).  Dando motivos de su pena y dolor, no sabía en dónde estaba su Señor, tanta es la tristeza que le cuesta reconocer al RESUCITADO: “Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció” (v. 14). A nosotros, nos pasa lo mismo, ante las situaciones de la vida, estamos tan sumergidos en las angustias y preocupaciones que nos cuesta ver a DIOS, nos cuesta ver la salida y la esperanza, algunos alcanzar a ver una LUZ, un arcoíris después de la Tormenta, es Jesucristo la LUZ: ¿Realmente es así para nosotros los cristianos?

 

Él mismo Jesucristo, es quien consuela a María: “Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo” (v. 15). Aunque María no logra reconocer su voz al principio, ni su apariencia, hasta que Jesucristo la llama por su nombre: “Jesús le dijo: «¡María!». Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir, ¡Maestro!” (v. 16). Es el reconocimiento de la Discípula, aquella que lo reconoce como su MAESTRO: ¿Es Jesucristo para cada uno de nosotros el único y verdadero Maestro de nuestras vidas?

 

“Jesús le dijo: No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes” (v. 17). Era la misión de Jesucristo cumplida, volver hacia DIOS, no sin antes de anunciar todo a sus discípulos, y aquella mujer que no solamente es su discípula, además la primera testigo del RESUCITADO y la enviada de Jesucristo: “VE a anunciar”, ella se transforma de esta forma en la primera APÓSTOL de Jesucristo Resucitado, cumpliendo su tarea y misión encargada por el Señor: “María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras” (v. 18). Y TÚ: ¿Cumples con la misión de Jesucristo Resucitado?

 

 

EVANGELIZAMOS:

 

A luz de la Resurrección de Jesucristo, logramos contemplar nuestra labor misionera, y con ello, discernimos cómo debemos vivir nuestra vida, en la línea de la Evangelización propuesta por el Hijo de Dios: «No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (Hechos de los Apóstoles 1, 7-8). Una fuerza del Espíritu Santo que hemos recibido en los sacramentos, fuerza con la cual nos transformamos en TESTIGOS de la RESURRECCIÓN a ejemplo de María Magdalena, para anunciar el “BUEN MENSAJE” de la vida nueva a los demás, al prójimo, a nuestros hermanos. PARA TI: ¿Cómo realizas el ANUNCIO de la Resurrección de Jesucristo?

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