¿QUÉ ALIMENTO NOS DA JESUCRISTO?

 CONTEMPLAMOS:


En este primer día de la semana; queremos seguir conociendo a Jesucristo desde los Santos Evangelios, hoy entraremos en el capítulo 6 de San Juan, con el milagro de la multiplicación de panes, relato que es recurrente en los cuatro Evangelios, incluso en algunos de ellos se nos narran dos milagros de la multiplicación de los panes, recordando que en este capítulo 6, Jesucristo se autodenomina como: “Yo soy el pan de Vida” (Juan 6, 48). Para muchos cristianos, sobre todo para los católicos es común pensar, desde este texto, en la celebración de la eucaristía, y como alimentarnos del Cuerpo de Cristo, que es un PAN, en la hostia consagrada; es justamente la invitación: Contemplar el signo del PAN. Y para nosotros: ¿Qué importancia tiene el PAN en nuestras mesas familiares y en nuestro hogar?

 

Reconociendo que el PAN es esencial en muchas familias de América Latina, y en muchas culturas, más para los cristianos, si tomamos en serio la petición que nos enseña Jesucristo: “Danos hoy nuestro pan de cada día” (Mateo 6, 11). Una petición que realizamos a Dios, cada vez que recitamos el Padre Nuestro, que toma un sentido mayor, cuando ponemos nuestras necesidades humanas confiando plenamente en el poder de Dios, es decir, en su Divina Providencia, que consiste en que Dios nos asista en todas nuestras necesidades, y por ende, que nos alimente cada día. Es aquí en dónde queremos invitarlos a ampliar nuestra mirada contemplativa, no solamente en el Alimento del PAN, sino en la misma Palabra de Dios, como PAN de Vida, y más aún, ver todo alimento divino, como un PAN de VIDA para cada uno de nosotros, en este sentido, no se trata solamente de ALIMENTAR el cuerpo, sino también el ALMA, el espíritu; incluso podemos alimentar nuestras emociones, nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestra voluntad, nuestra fortaleza, en definitiva, debemos ALIMENTAR todo nuestro ser, entonces, nos preguntamos: ¿Cómo nos estamos alimentando?

 

Desde esta pregunta, queremos que los cristianos comprendan que el único alimento para nosotros DEBER SER: JESUCRISTO, su “Buen Mensaje”, sus palabras y sus enseñanzas: ¿NOS ALIMENTAMOS cada día de Jesucristo? Esto conlleva seguirlo, como lo hicieron muchos en su tiempo: “Después de esto, Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos” (Juan 6, 1-2). Desde nuestra Fe Cristiana creemos que Jesucristo sigue entre nosotros, esto por el cumplimiento de sus propias palabras: “Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo” (Mateo 28, 20b). Por lo tanto, podemos ALIMENTARNOS de su divina presencia, y no tan solamente en sus palabras, sino en su EJEMPLO, en su forma de vivir la existencia humana, es decir, ALIMENTARNOS de todo su SER, con esto vamos respondiendo a la pregunta de este domingo: ¿Qué ALIMENTO nos da Jesucristo?

 

 

DISCERNIMOS:

 

Al iniciar nuestro discernimiento podemos afirmar que es el mismo Jesucristo quien se nos da como Alimento, o sea, nos alimentamos de Él, debe ser el ALIMENTO necesario y esencial para cada de nosotros y para toda la humanidad; en particular, para los que seguimos sus enseñanzas, para aquellos que nos hacemos llamar cristianos: “Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos” (Juan 6, 3). Justamente para aquellas personas que lo seguimos como nuestro Maestro y que nos hemos trasformado en sus discípulos; ahora bien, este discipulado implica alimentarnos de Jesucristo, desde su forma de ser: Sentir y Pensar; es lo primero que descubrimos en la persona del Mesías, ya que no solamente estaba con sus discípulos, sino una multitud de personas que lo seguían, por diversos intereses, aquí nos debe interesar:¿Qué es lo que ve Jesucristo para que piense de tal forma y la luz de esto, que emociones surgen en su interior?

 

Es lo mismo que nos pasa a todos nosotros a diario y ante cualquier situación, surgen en nuestro interior pensamientos y emociones, que son alimentados de manera interna, por nosotros mismos, o por nuestro entorno, en las conversaciones con los demás: ¿Cómo alimentamos nuestros pensamientos y emociones? Desde esta pregunta, les invitamos a situarnos en el siguiente hecho que nos relata San Juan en su evangelio: “Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para darles de comer? Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer” (Juan, 6, 4-6). ¿Qué pensamientos y emociones surgen en nuestro interior? ¿Qué creemos que pensaba Jesucristo? ¿Qué emociones creemos que tenía en ese momento al ver a la multitud?

 

En este texto, como en otros podemos deducir lo mismo, generalmente Jesucristo sentía “COMPASIÓN” de la multitud por NO tener un Pastor, aunque esta vez, junto a la compasión podemos deducir que realizo un acto de “EMPATÍA”, entendía que esa multitud aparte del lógico cansancio debían TENER HAMBRE, necesitaban más que el ALIMENTO de sus palabras, necesitaban el PAN material, por ello, la pregunta a uno de sus discípulos, que va más allá de solamente ver la situación, sino que la pregunta tiene como intención SATISFACER la necesidad de la gente: ¿Dónde compraremos?

 

Los cristianos nos podemos seguir preguntando: ¿Dónde compraremos? Ante tantas necesidades actuales de la humanidad: ¿Cómo ayudar a que las familias tengan viviendas dignas? ¿Cómo cooperar en la distribución equitativa del agua y los víveres necesarios para una alimentación saludable? ¿Cómo acompañar a nuestros hermanos que padecen alguna enfermedad física, emocional, mental o espiritual? Muchos seguirán pensando como Felipe: “Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan” (v. 7).

 

Con esto queremos señalar que muchas personas ven la vida en forma de obstáculos y problemas; y al fin y cabo hacen muy poco o nada por los demás, ante el primer inconveniente sucumben y abandonan, no son capaces de AMAR de verdad; y no es solamente Felipe, que pensó en el dinero, el gasto con conllevaría alimentarlos; ya que Andrés piensa muy parecido, aunque viendo lo que tenían: “Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?” (vv. 8-9). Al parecer, los adultos siempre vemos problemas en la vida, con el discurso ya hemos pasado por esto, ya es así, en cambio el NIÑO, es capaz de creer y soñar más allá, con un poco se puede hacer mucho, además de su generosidad, seguramente escucho la conversación de Jesucristo y sus discípulos, por eso, se acercó para ofrecer sus cinco panes y dos pescados; quizás por esto, Jesucristo pone constantemente como ejemplo de que debemos ser como niños para entrar al Reino de Dios; y nosotros: ¿Somos como niños? Con esta pregunta, queremos ver a Dios como NIÑOS, que debemos confiar plenamente en Dios; como los niños pequeños, que confían plenamente en sus padres, creen todo lo que les dicen; de la misma manera, siendo niños: ¿Confiamos plenamente en Dios?

 

La mayoría de creyentes dirá que SI, en verdad, confiamos en la manifestación divina de Jesucristo, y que por su intermedio le podemos pedir TODO lo que necesitamos a Dios; es aquí en dónde Jesucristo nos enseña algo más, otra forma de alimentarnos en Él, por su forma de actuar: “Jesús le respondió: Háganlos sentar. Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron” (vv. 10-11). Desde la Compasión y la Empatía, desde sus pensamientos y deseos de hacer el bien por los demás, se transforma en un BUEN PASTOR que organiza y ORA a Dios Padre, dando gracias a DIOS, desde el DON de la GRATITUD es que surgen los milagros, el milagro de la vida, cuando nos reunimos en comunidad y nos sentamos para compartir pueden suceder grandes cosas: “Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada».  Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada” (vv. 12-13). Y nosotros, los cristianos: ¿Cómo interpretamos este milagro de Jesucristo?

 

Seremos capaces de descubrir que Jesucristo, nos quiere ALIMENTAR, con TODO su SER, no solamente de PAN, sino también de COMPASIÓN, EMPATÍA, ORACIÓN y con un nuevo estilo de EVANGELIZACIÓN, que surge de la intención para que una multitud de personas logren CREER en ÉL y se CONVIERTAN a sus PALABRAS, así sucedió en ese tiempo: “Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo” (v. 14). Un hombre que se transforma en un PROFETA, un SER que ANUNCIA lo que Dios quiere trasmitir a la humanidad; y nosotros: ¿Vivimos conforme a esta intención divina?

 

Sin duda esta vivencia cristiana, se fortalece cada día de la lectura de los Santos Evangelios, y se ALIMENTA en la persona de Jesucristo, ya que Él mismo es el propio EVANGELIO, o sea, JESUCRISTO es el “BUEN MENSAJE” que NOS llega a cada uno de nosotros; como enseñanza para nuestras vidas, como un ejemplo a SEGUIR: “Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña” (v. 15).

 

Un ejemplo de humildad y sencillez, que no busca la “FAMA” ni el “ÉXITO” en el reconocimiento de los demás, sino que siempre busca hacer la VOLUNTAD de DIOS PADRE que se descubre en la soledad de la oración, recordando la siguiente frase: “Mi ALIMENTO es hacer la voluntad de aquel que me envió y llevar a cabo su obra” (Juan 4, 34). Para cada uno de nosotros: ¿Jesucristo ES nuestro ALIMENTO para lograr vivir en la VOLUNTAD Divina?

 

 

EVANGELIZAMOS:

 

A luz de los milagros de Jesucristo, hemos señalado el camino de la EVANGELIZACIÓN; al contemplar nuestra vida y su vida, podemos discernir mejor el cómo debemos vivir los cristianos, se trata de tener una vida que tiene como CENTRO a Jesucristo, como lo señala San Pablo en su carta a los Filipenses: “Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia” (1, 21).

 

Por lo tanto, la vida de los creyentes tiene su principio y su fin en Jesucristo, más aun, mientras la VIVIMOS debe ser según SU ejemplo, a tal forma que Jesucristo debe vivir en nosotros, también como lo señala el Apóstol en la carta a los Gálatas: “Y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” (2, 20). Por lo tanto, nos preguntamos: ¿Vivimos y nos alimentamos de Jesucristo?

 

Si estamos haciendo estas cosas, es que hemos logrado vivir una auténtica y verdadera EVANGELIZACIÓN del cristianismo que Jesucristo ha iniciado en el mundo; y SI nos falta o no lo habíamos descubierto hasta hoy, queda el desafío de hacerlo vida, desde este momento, desde instante en que hemos tomado conciencia: “Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Filipenses 2, 5).

 

Nos atrevemos a afirmar y señalar que no tan solamente debemos TENER los mismos sentimientos o emociones, sino también los mismos pensamientos y el mismo deseo de hacer siempre la Voluntad Divina: ¿Es lo que hacemos los cristianos en el mundo actual? Y TÚ: ¿Quieres tener esto en tu vida, como centro y culmen de toda tu existencia humana?

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