JESUCRISTO SANA NUESTRAS PARÁLISIS
CONTEMPLAMOS:
Este primer domingo de Febrero les invitarlos a
reflexionar sobre el tercer milagro de Jesucristo, según el Evangelio de Juan;
nos encontraremos con una nueva sanación por parte Jesucristo, desde esta
mirada queremos contemplar juntos nuestras propias dolencias y enfermedades, que
en el tiempo actual, van más allá de lo físico, ya que pueden ser mentales,
emocionales y/o espirituales: ¿Qué dolencias tenemos en la actualidad? ¿Qué
enfermedades padecemos cada día? ¿A qué enfermos acompañamos en su cuidado
personal?
Desde nuestra realidad personal y familiar, nos
queremos detener en el tema de las “Parálisis”, claramente a luz del milagro
que vamos a discernir en este tema teológico; aunque, primero deseamos meditar
sobre nuestras propias parálisis: ¿Qué nos paraliza al actuar? ¿Qué nos detiene
en la vida para obtener nuestros objetivos personales? ¿Qué pensamientos
inmovilizan nuestro buen proceder? ¿Qué emociones NO nos dejan vivir
libremente? ¿Qué situaciones de tentación y pecados NO nos dejan caminar como
auténticos cristianos?
Realizamos estas interrogantes con la intención
de descubrir, si descubrir que la parálisis va más allá del impedimento físico
que alguna persona puede padecer, ya sea paralitico o parapléjico;
indudablemente el tratamiento de sanación requiere de una gran dedicación:
¿Cómo fortalecer los músculos de nuestros cuerpos? ¿Cómo reparar la movilidad
de un hueso que ha sido quebrado o triturado?
Ciertamente estamos pensando nuevamente en lo
físico, con el sentido de que tomemos consciencia de cuán difícil es la tarea
para recuperar la MOVILIDAD; de la misma manera, es tan difícil sanar las otras
parálisis, menos si ni siquiera hacemos el ejercicio adecuado, peor aún si no
hemos tomado consciencia de nuestras “parálisis”, ya sea mental, emocional y/o
espiritual; justamente pensemos en una persona que desea volver a caminar,
además de todas las operaciones quirúrgicas que debe realizarse, debe hacer un
tratamiento de ejercicios con kinesiólogos para volver a dar nuevamente algunos
pocos pasos, como si estuviera de nuevo volviendo aprender a caminar, ahora
bien, nos debemos preguntar en las otras áreas: ¿Qué hacemos para superar
nuestras parálisis personales: mentales, emocionales y espirituales?
Si seguimos con esta comparación, debemos llegar
a la conclusión, que en primer lugar, necesitamos la ayuda de especialistas en
lo mental, en lo emocional y en lo espiritual, para que nos orienten, ya que en
algunos casos, en verdad, se NECESITA una verdadera intervención quirúrgica,
que puede llevar horas de reparación en esas áreas dañadas; además, se NECESITA
un tratamiento adecuado para volver a recuperar nuestras parálisis en esos
ámbitos de la vida personal: ¿Cuántas personas están paralizadas a la hora de
AMAR? ¿Cuántas personas NO son capaces de dialogar? Y en el sentido espiritual:
¿Cuántos cristianos realmente hacen ejercicios apropiados para el crecimiento
adecuado de su FE y así lograr el fortalecimiento de su propia alma y espíritu?
Y TÚ: ¿Qué haces ante tus propias parálisis?
DISCERNIMOS:
Con este ejercicio de contemplación sobre
nuestras parálisis personales, esperamos seguir con nuestro discernir, este
primer día de la semana lo haremos con primeros versículos del capítulo 5 del
Evangelio de Juan: “Después de esto, se celebraba una fiesta de los judíos y
Jesús subió a Jerusalén” (v. 1); recordando que tal como sucedió en Jerusalén,
en los inicios de la Fe Cristiana, pueden seguir aconteciendo entre nosotros
los mismos milagros de Jesucristo; de hecho, muchos cristianos afirmarán que a
diario se producen milagros divinos de sanación, es decir, muchas personas son
sanadas por medio del poder de Dios, ese poder ha sido manifestado en la
persona de Jesucristo, aunque debemos reconocer y afirmar que existen muchas
otras formas de manifestación divina y de sanación para las personas creyentes
en Dios: ¿Cómo creemos que se produce la sanación en nuestras vidas?
Tal vez la mayoría de personas en la actualidad,
ya sean creyentes o no, se reúnen en hospitales para ser sanados, en centros de
salud, públicos o privados, o sea, hemos puesto nuestra confianza de la salud
corporal en los médicos y en la ciencia; de hecho millones de personas, en
estos casi dos años de Pandemia, están siendo vacunadas en contra del Covid 19;
en cambio en el siglo I de nuestra era cristiana, la mayoría de personas
creyentes se reunían para ser sanados por el poder de Dios, y no por la
ciencia, como vemos en el relato: “Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén,
hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos. Bajo estos
pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que
esperaban la agitación del agua” (vv. 2-3). Una multitud de enfermos que NO
esperaban una VACUNA; sino la agitación del agua de una piscina para ser
sanados, y nosotros: ¿Cómo esperamos ser sanados?
Muchos creyentes pueden manifestar que detrás de
la ciencia, está obrando la mano de Dios, su sabiduría e inteligencia; para
otros, es signo de la grandeza del ser humano, de su propio esfuerzo y
comprensión de las enfermedades; salir de los mitos religiosos y entrar a una
nueva forma de creer y ver la vida; no sería el mismo paso para los cristianos,
al leer este acontecimiento: “Porque el Ángel del Señor descendía cada tanto a
la piscina y movía el agua. El primero que entraba en la piscina, después que
el agua se agitaba, quedaba curado, cualquiera fuera su mal” (v. 4). Siendo
sinceros: ¿Creemos en esta forma de actuación divina?
Para los creyentes que creemos en la actuación
de Dios, estamos abiertos a entender que Dios obra más allá de nuestras propias
estructuras mentales y organizacionales, que a veces, será una imposición de
manos, otras tantas cadenas de oraciones por los enfermos, otros una celebración
comunitaria para pedir por la salvación y sanación; otros ponen el énfasis en
la presencia de Jesucristo, como cristianos, todo se hace por Jesucristo, sobre
todo un Jesucristo compasivo con el prójimo, que se preocupa por aquellos que
padecen males, por ello, se acerca a este hombre: “Había allí un hombre que
estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y sabiendo
que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: ¿Quieres curarte?”
(vv. 5-6). Nos quedamos con la pregunta, ya no para ese hombre que llevaba 38
años enfermo; sino para cada uno de nosotros: ¿Queremos ser sanados?
Sanados de nuestra falta de amor, de nuestra
incapacidad de amar por miedo a la traición o al desencanto, decepcionados de
los demás por una mala experiencia en el pasado. Sanados de nuestra forma de
pensar por el abuso de conciencia que han hecho nuestros padres y las
religiones; de nuestro odio político y aversión a muchas personas, por no mirar
y pensar de otra forma, quizás a ejemplo de Jesucristo. Y por ende, ser sanados
de nuestro cristianismo hipócrita que vive de las apariencias ante los demás, y
no vivir la verdadera FE cristiana cimentada en Jesucristo, realmente:
¿Queremos ser sanados de todo esto por Jesucristo?
Desde la FE, diremos que SI, y qué hacemos al
respecto, quizás nos pasa como ese hombre que se nos relata en el Evangelio,
responsabilizamos a los demás, culpamos a la situación y al mundo: “El
respondió: Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua
comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes” (v. 7). La pregunta
es: ¿Quieres? Y ante esto mucho seguimos respondiendo NO PUEDO, como este
personaje que le dice a Jesucristo, NO PUEDO: no hay quien me ayude, no puedo
SOLO, otros son mejores que Yo, son más rápidos, y así, vamos poniendo excusas
tras excusas, siempre tratando de justificarnos a nosotros mismos, cuando en
verdad todo lo que necesitamos para SANAR se encuentra en nuestro interior:
Mentalidad, Emociones y/o Espíritu; quizás basta CREER, es decir, CREER que
podemos, CREER en nosotros mismos, basta esa fe en las palabras de Jesucristo,
y en su poder divino: “Jesús le dijo: Levántate, toma tu camilla y camina. En
seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar” (vv. 8-9).
Levantarnos, tomar nuestra camilla, y caminar,
así somos SANADOS, es de esta forma que podemos ser sanados de cualquier
situación basta CREER, a veces en ti mismo con la frase: YO PUEDO porque
QUIERO; en otras ocasiones CREER en los demás, esta PERSONA va a responder con
AMOR, ya que se trata de vencer tus MIEDOS; y en otras tantas, para los
creyentes, bastará CREER en DIOS; en resumen, así sanamos nuestras parálisis
mentales, emocionales y espirituales: CREYENDO; es decir, tomando nuestras
miserias humanas, para aquel hombre fue una camilla, en la cual estuvo durante
38 años, para nosotros no es una camilla, sino dolor, miedo o pecado; a pesar
de estas situaciones que nos acompañan por años en nuestras vidas: ¿Cuánto
tiempo las llevamos? BASTA, es la HORA de ser SANADOS, LIBERADOS del dolor, del
miedo y del pecado, solo debemos tomarlas y seguir CAMINANDO. Y TÚ: ¿Quieres
caminar?
EVANGELIZAMOS:
A luz de Jesucristo, hoy desde su pregunta:
¿Quieres ser sanado?, es que te invitamos a responder SI, a nuestra última
pregunta: ¿Quieres Caminar?; si deseo CAMINAR; si estamos en esta situación de
deseo y voluntad de CAMINAR junto a Jesucristo, es que nos encontramos en el
camino de la EVANGELIZACIÓN de JESUCRISTO que conlleva una vida renovada en sus
Palabras, ciertamente para ello debemos
CREER en su “Buen Mensaje”: ¿Cómo recibes cada día el “Buen Mensaje” de
Jesucristo?
Según la forma y estilo de acoger ese “Buen Mensaje” serán los frutos de nuestra Evangelización, como hemos dicho en otras ocasiones, no se trata solamente de ESCUCHAR, que lo puede hacer la multitud de personas; sino en PRACTICAR lo que oímos de la boca de JESUCRISTO, allí está la diferencia entre la multitud de personas y los auténticos cristianos; aunque muchos digan: SI, quiero practicar, o sea, caminar junto a Jesucristo, darán un par de pasos, y no seguirán; en cambio, unos pocos darán pasos hasta el extremo de acompañar a Jesucristo en todo momento, en cada momento de nuestras propias vidas, cargando con nuestras cruces y heridas que son curadas en la persona de Jesucristo, entonces la pregunta, ya no es: ¿Quieres ser sanado?; sino más bien: ¿Qué haremos por nuestra sanación personal? Y TÚ: ¿Qué harás?
Comentarios
Publicar un comentario