¿CÓMO RECONOCEMOS A JESUCRISTO?
CONTEMPLAMOS:
Este domingo, queremos invitarlos a reflexionar
sobre la presencia de Jesucristo en nuestras vidas, recordando que millones de
cristianos afirmarán que Jesucristo es lo más importante en sus vidas: ¿Lo es
realmente? La realidad en América Latina nos lleva a afirmar que falta mucho
para que inundemos nuestra sociedad de la fuente del cristianismo, nos falta
ética cristiana; ante tanta corrupción, ante tanto aprovechamiento de los
demás, en verdad, nos falta camino por recorrer; en este sentido, ante tantas
tinieblas se hace difícil VER y RECONOCER a Jesucristo; como reconocer a
Jesucristo como el multiplicador de panes y peces, sino no tenemos que comer en
varios países de América; y en otros tantos lugares se encuentran sin acceso al
agua potable: ¿Cómo reconocer al Agua Viva en Jesucristo?
Recordemos que Jesucristo se presenta a sí
mismo, como el “YO SOY”, con ello, se auto revela en su condición divina,
aunque lo une a su condición humana, con algún signo propio de nuestra vida,
por ejemplo: Yo soy la LUZ, yo soy el Buen Pastor, Yo soy la VID; de esta
forma, se unen en la persona, la DIVINIDAD y la HUMANIDAD, es a lo que estamos
invitados a reconocer, ya que este hombre es mucho más, es el Hijo del Dios
Verdadero, es el Mesías que debía venir al mundo para nuestra salvación: ¿Lo
reconocemos de esta manera?
Sin duda, millones de cristianos en el mundo,
dirán SÍ reconocemos en Jesucristo su divinidad, su PODER, su Gloria, el
problema no se encuentra en el RECONOCIMIENTO, sino en la COHERENCIA de
nuestras vidas: ¿Llevamos vidas conforme a nuestra Fe Cristiana? Por ejemplo,
podemos reconocer año a año a Jesucristo como aquel que muere por TODOS
nuestros pecados, aunque nosotros seguimos cometiendo “pecados”; podemos
afirmar que Jesucristo es nuestro Señor y Rey, aunque nuestro servicio lo
hacemos a otras personas e incluso al “dios del dinero” y a Jesucristo; ante
esta INCOHERENCIA de vida nosotros, los cristianos: ¿Cómo los demás pueden
reconocer nuestra FE?
Más aún cuando MOSTRAMOS solamente “apariencia”,
vamos al templo y volvemos a nuestras casas para pelear con todos, o criticar a
los demás, mientras vamos regresando de camino: ¿Qué demuestran nuestras
palabras y actos a diario? En verdad, NO REVELAN la presencia real de
Jesucristo, ciertamente todo esto coopera a qué se nos haga más difícil
reconocer a Jesucristo en cada momento de nuestras vidas. Y TÚ: ¿Cómo reconoces
al Hijo de Dios?
DISCERNIMOS:
Es lo que queremos discernir con el Evangelio de
Juan en el capítulo 6, en continuidad el evangelio leído el domingo recién
pasado: “Al atardecer, sus discípulos bajaron a la orilla del mar y se
embarcaron, para dirigirse a Cafarnaúm, que está en la otra orilla. Ya era de
noche y Jesús aún no se había reunido con ellos” (vv. 16-17). Después de la
multiplicación de los panes, los discípulos se embarcan con un nuevo destino,
con sus propias interrogantes y dudas sobre Jesucristo: ¿Quién es este que da
de comer a una multitud de personas? Ya no tan solamente realizas sanaciones,
conversión en vinos, sino que multiplica la comida: ¿A quién estamos siguiendo?
Y nosotros: ¿A quién seguimos?
Por esta razón, al importancia de RECONOCER, que
es más profundo y complejo que el CONOCER, sino volver a MIRAR con detención e
ir más allá de lo que se aparenta a simple vista; es lo que nos puede suceder
con miles de personas, incluso nuestros propios pastores, que decimos CONOCER;
se parecen pastores, ovejas, cuando en verdad, por dentro son LOBOS FEROCES que
devoran lo que encuentran a su paso, en miras de su propio beneficio: ¿Cómo
reconocer desde ellos al “Buen Pastor”
Más cuando nos sucede lo mismo que a los
discípulos: “El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento” (v. 18).
La vida esta agitada a diario, con fuertes tempestades de la vida, que nos
nublan y nos sabemos dónde IR, además de todas las emociones que surgen en
nuestras vidas: “Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús
acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo” (v. 19). Peor
aun cuando tenemos MIEDO, más si estamos sumergidos en el MIEDO: miedo a lo que
nos podemos encontrar en lo desconocido o en la oscuridad; miedo al rechazo de
los demás, más al rechazo de la persona que nos gusta o queremos, miedo a NO
SER AMADOS ni correspondidos según nuestras propias expectativas; miedo a
ACEPTAR la realidad tal cual es; miedo a SER lastimado una y otra vez. Y PARA
TI: ¿Cuáles son tus miedos y dificultades de tu vida actual?
Es aquí en dónde surge la necesidad para los
cristianos, de encontrarnos con Jesucristo, Él sale a nuestro encuentro a
diario, como lo hizo con su discípulos: “Él les dijo: Soy yo, no teman” (v. 20).
En verdad, logramos sentir su presencia y no TENER más miedo: ¿Es así para
todos los cristianos? Y PARA TI: ¿Es así en tu vida cristiana?
Cuando descubrimos a Jesucristo y su presencia
queremos estar con Él: “Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó
tierra en seguida en el lugar adonde iban” (v. 21). De la misma manera, que sus
discípulos, de la misma manera que la multitud de personas que lo buscaban por
todos lados: “Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra
orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que
había allí, sino que ellos habían partido solos. Mientras tanto, unas barcas de
Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el
Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la multitud se dio cuenta de que
Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a
Cafarnaúm en busca de Jesús” (vv. 22-24). Y los cristianos: ¿Por qué buscamos a
Jesucristo? Y TÚ: ¿Por qué y para qué lo buscas?
La mayoría de personas de su tiempo, reconoce a
Jesucristo de la siguiente manera: “Al encontrarlo en la otra orilla, le
preguntaron: Maestro, ¿cuándo llegaste?” (v. 25). Para los judíos es un
MAESTRO, para los doctores de la Ley, fariseos, escribas, saduceos y consejo de
ancianos, es un MAESTRO; también lo es para la multitud, y mucho más para sus
discípulos. Y TÚ: ¿Reconoces a Jesucristo como un Maestro?
Desde el reconocimiento nace nuestra búsqueda a
Él, es por ello, que Jesucristo increpa a la multitud ya que no lo buscan por
ser “MAESTRO”: “Jesús les respondió: Les aseguro que ustedes me buscan, no
porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse” (v, 26). Sino
por la COMIDA, es aquí en dónde Jesucristo los sitúa, o sea, los pone en su
LUGAR de discípulos, y les enseña lo siguiente: “Trabajen, no por el alimento
perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el
Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello” (v.
27). Y nosotros, que somos sus discípulos: ¿Trabajamos por ALIMENTO que
permanece hasta la VIDA ETERNA?
En este sentido, la pregunta lógica de los
discípulos debe SER: ¿Cómo es ese trabajo? ¿Dónde y con quién lo podemos
realizar? Es parecido a lo que pregunta la multitud de judíos: “Ellos le
preguntaron: ¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?” (v. 28). Y al
parecer, en este sentido, solamente se nos pide una cosa: “Jesús les respondió:
La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado” (v. 29). Se
trata de TENER FE, es decir, para RECONOCER a Jesucristo debemos tener FE; una
FE que nos lleve a VER más allá de lo que vemos con nuestros ojos, que nos
lleve a comprender más allá del razonamiento humano y lógico; una FE que nos
lleve a vivir según las palabras y enseñanzas del MAESTRO: Jesucristo. Y PARA
TI: ¿Es Jesucristo el único MAESTRO de tu vida?
EVANGELIZAMOS:
Justamente este RECONOCIMIENTO de Jesucristo
como el único y verdadero MAESTRO de nuestras vidas nos lleva a EVANGELIZAR,
según su “Buen Mensaje”, desde allí, nos sumergimos en una renovación de
nuestra FE Cristiana, para seguir en la línea de la renovación personal les
invitamos a leer todo el capítulo 6 del Evangelio de Juan, un ejercicio que
podemos realizar durante esta semana que comienza hoy domingo para los
cristianos, en el primer día de la semana: ¿Haremos este ejercicio espiritual?
Es justamente lo que necesitamos ejercicios
espirituales que nos ayuden a RECONOCER a Jesucristo en nuestras vidas,
ciertamente lo encontramos en las Sagradas Escrituras y de manera más concreta
en los Santos Evangelios, ahora bien, allí lo CONOCEMOS, aunque la pregunta es
lo ¿RECONOCEMOS?
Ya que el reconocimiento implica unir entre un
texto y otros, entrelazar todos los aspectos de la vida de Jesucristo, la
mirada de todos su “YO SOY” para comprender en cabalidad su manifestación
divina, aunque sin perder de vista su forma y naturaleza humana, ya que desde
esa HUMANIDAD es que se revela el salvador del mundo; y así se sigue
manifestando y revelando en las semillas del Verbo esparcida por todas las
culturas y el mundo. Y TÚ: ¿Cómo seguirás RECOCIENDO a Jesucristo?
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