¿ESCUCHAMOS A JESUCRISTO?
CONTEMPLAMOS:
Este día miércoles se celebra la memoria de Isabel de
Hungría, hija del rey Andrés II, una mujer que nació en el año 1207; ante este
recuerdo del santoral católico, nos podemos preguntar: ¿Qué nos puede enseñar
la figura de una princesa del siglo XIII?
Ante esta interrogante sería bueno recordar, que ISABEL
vivió solamente 24 años, falleciendo hace 790 años en un día como hoy; además fue
comprometida en matrimonio por sus padres siendo una niña y en plena
adolescencia a sus 14 años contrajo matrimonio, siendo válido para la Iglesia
Católica, entre paréntesis recordemos que la ley de Matrimonio del Estado Vaticano
sigue señalando la misma edad para las mujeres, ya que pueden contraer el
Sacramento del Matrimonio a los 14 años, esto sucede a pesar del llamado
universal en la actualidad, que se propone terminar con el matrimonio de
menores de edad: ¿Sería bueno que la IGLESIA CATÓLICA de un testimonio al
respecto, para que se logre terminar con el abuso a los menores de edad?
Aunque se cree que Isabel vivió un buen Matrimonio; del
cual nacieron sus tres hijos, esto sí, a los 20 años quedo viuda; justamente
desde su viudez se entrega y abraza la pobreza evangélica. Sin duda, esto brota
de una persona que ESCUCHA los Santos Evangelios, que vive según las enseñanzas
del Maestro. Y nosotros: ¿Somos personas que escuchamos los SANTOS EVANGELIOS?
Al parecer, Isabel si fue una persona que ESCUCHO las
enseñanzas que brotan de los Santos Evangelios, por ello, en este sentido,
queremos destacar la Vida de los Santos y entre ellos, a Santa Isabel, como una
mujer dichosa que la ESCUCHADO la PALABRA del Hijo de Dios, por ello, su vida
es una fuente de Fe y de Amor pleno; desde su espiritualidad se manifiestan
actitudes que reflejan literalmente el evangelio de Jesucristo, esto se revela
en su reconocimiento del señorío absoluto de Dios Trinidad, con la exigencia de
despojarse de TODO y hacerse pequeña como un niño para entrar en el Reino de
Dios, con una vida de cumplimiento, hasta sus últimas consecuencias, del
mandamiento nuevo del amor. Por esta razón, se vació de sí misma hasta hacerse
asequible a todos los pobres y sufrientes, con ello, descubrió la presencia de
Jesús en los pobres, en los rechazados por la sociedad, en los hambrientos y los
enfermos de su tiempo, por ello, fundó con el tiempo un hospital. Con este
estilo de vida manifestó la misericordia
de Dios a la humanidad, en particular, hacerla presente en medio de los más
pobres. Así esta MUJER, Isabel demuestra que es posible el seguimiento radical
de Cristo que, siendo rico, se hizo pobre, para ello, abandonó las apariencias
y ambiciones del mundo, el lujo de la corte, las comodidades, las riquezas y
los atuendos caros, bajó de su castillo y puso su tienda entre los despreciados
y heridos para servirles. Y los cristianos del siglo XXI: ¿Podemos dar este mismo
testimonio de nuestra FE Cristiana?
DISCERNIMOS:
Al contemplar el testimonio de Santa Isabel sobre las
PALABRAS de Jesucristo en su vida, les invitamos a discernir juntos algunos
versos del capítulo 6 del Evangelista Lucas: “Pero yo les digo a ustedes que me
escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian” (v. 27). En
un primer momento, queremos distinguir entre OÍR y ESCUCHAR, lo primero es lo
que podemos hacer todos los seres humanos y animales que gozamos del sentido
que nos entregan el uso de nuestros oídos, lograr OÍR sonidos que percibimos, a
diferencia de ESCUCHAR que es prestar atención a lo que se OYE, en este
sentido, Jesucristo afirma que sus seguidores lo están ESCUCHANDO, no solamente
oyendo; como nos sucede muchas veces al ir a nuestros templos. Y nosotros:
¿Oímos o escuchamos a Jesucristo?
Escuchar significa prestar atención a sus palabras,
gestos y vida, del Salvador del mundo, que nos desafía a VIVIR según su ESTILO,
de acuerdo a su “Buen Mensaje”, que hoy nos recuerda que debemos AMAR a
nuestros enemigos, y HACER el BIEN a aquellos que nos odian o nos han tratado
mal, los cristianos, los que creemos en las PALABRAS de Jesucristo, que hemos
escuchado y reflexionado: ¿Vivimos esta forma cristiana?
Una forma que conlleva llevar bendiciones a todas las
personas: “Bendigan a los que los maldicen, rueguen por lo que los difaman” (v.
28). Si, incluso para aquellos que nos maldicen y nos difaman, por aquellos que
hablan mal de nosotros a nuestras espaldas y nos insultan a diario, con
sinceridad: ¿Los bendecimos a ellos?
Sin duda, un sendero complejo, es un camino difícil el
seguimiento de Jesucristo, más cuando nos dice lo siguiente: “Al que te pegue
en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le
niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo
reclames” (vv. 29-30). Aceptar los golpes de los demás, sin responder, más aun
poniendo la otra mejilla para recibir otra cachetada; dejar que se lleven la
túnica si nos han robado el manto; y dar aunque otros lo tomen sin permiso o la
fuerza; ahora bien, ante este estilo de vida que nos propone Jesucristo, nos
preguntamos: ¿Seremos capaces de vivir según la escucha de estas palabras del
Maestro?
Ya que al parecer, la mayoría de los cristianos solamente
OÍMOS sus PALABRAS; nos cuesta ESCUCHAR realmente su “Buen Mensaje”, más
todavía se nos hace difícil hacerlas VIDA en nuestra existencia, ya que
olvidamos lo que el Hijo de Dios nos sigue repitiendo una y otra vez, a
nosotros, sus seguidores, a los que ESCUCHAMOS sus PALABRAS: “Hagan por lo
demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes” (v. 31). O sea, los
cristianos debemos HACER el bien a los demás, pensando que es para nosotros
mismos. Y TÚ: ¿Lo haces?
Justamente este HACER el Bien radica en la constante
propuesta de Jesucristo al AMOR, esta es la razón y el fundamento de las
palabras del Maestro, es lo que nos debe diferenciar de las demás personas:
AMAR SIN LIMITES: ¿Lo hacemos? Es lo que nos sigue enseñando el Maestro: “Si
aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores
aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a
ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a
aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores
prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo” (vv. 32-34). Con estas
palabras de Jesucristo, se nos enseña que el AMOR y HACER el BIEN, no se trata
de méritos o reciprocidad, sino de GRATUIDAD en AMOR: ¿AMAMOS gratuitamente a
todas las personas que nos rodean?
“Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar
nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del
Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos” (v. 35). Menos
por la recompensa de los demás, sino por imitación a Dios: “Sean
misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso” (v. 36). Y los
cristianos: ¿Somos misericordiosos como Dios Padre y Madre?
Este es nuestro camino cristiano, SER como Dios Trinidad,
en la atenta escucha de las palabras del HIJO que ha venido al mundo a
revelarnos el mensaje divino, que nos invita a vivir de la siguiente manera: “No
juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y
serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena
medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan
también se usará para ustedes” (vv. 37-38). Y PARA TI: ¿Juzgas a tu prójimo?
¿Condenas a los demás? ¿Has perdonado a todas las personas que te han ofendido?
¿Das gratuitamente a todos sin hacer distinción de personas? ¿Cuál es tu medida
hacia los demás?
EVANGELIZAMOS:
Con esta última pregunta personal: ¿Cuál es tu medida
hacia los demás? Queremos unir nuestra evangelización que brota de la ESCUCHA
al “Buen Mensaje” de Jesucristo; ya que creemos que la única medida para
nuestra auténtica vivencia cristiana son las PALABRAS del MAESTRO, que surge de
nuestra verdadera ESCUCHA al Maestro. En verdad, los cristianos ESCUCHAMOS a
Jesucristo. Y TÚ: ¿Lo haces?
Para Isabel y los Santos la medida es el ejemplo de
Jesucristo, como lo escribe Pablo en una de sus cartas: “Sigan mi ejemplo, así
como yo sigo el ejemplo de Cristo” (1 Corintios 11, 1). Y los cristianos: ¿Qué
ejemplo seguimos? Y TÚ: ¿Sigues el ejemplo de Jesucristo?
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