¿PERTENECEMOS AL REINO DE DIOS?
CONTEMPLAMOS:
Este primer día de la semana, queremos adentrarnos en el misterio del Reino de Dios,
y nuestra pertenencia, ante esta realidad nos hacemos las siguientes
interrogantes: ¿Cómo ser parte del Reino? ¿Cómo llegar al Reino de Dios
prometido? En definitiva: ¿Cómo PERTENECER al Reino de Dios?
Al poner el énfasis en nuestra pertenencia, la podemos
ver en dos aspectos y sentidos, en primer lugar, la manera objetiva, que hace
que realmente seamos parte de algo y cuando objetivamente dejamos ser parte;
por ejemplo, podemos ser parte de un partido político, en cuanto somos
militantes, desde el momento de nuestra inscripción hasta el momento de nuestra
muerte o al momento que renunciamos: ¿Cómo se daría esto en el Reino de Dios?
Podemos inscribirlos o renunciar a ser parte del Reino de Dios.
Esta decisión personal, es lo que hace que nuestro
sentido de pertenencia tenga una mirada más subjetiva, por ejemplo, en nuestras
familias, aunque siempre seremos FAMILIA por parentesco sanguíneo y legal;
podemos decidir alejarnos de ellos, y NO SER PARTE de la familia, sea por el
motivo que se nos ocurra, una traición, una decepción, una mala forma de vida
familiar; ante esta posibilidad: ¿Podemos hacer lo mismo con la realidad del
Reino de Dios?
Recordemos que la predicación de Jesucristo nos trae la
visión del Reino de Dios, este Reino se encuentra cerca de nosotros, con su
presencia, para muchos cristianos, la presencia del REY en medio de la
humanidad, es así: ¿Jesucristo es el Rey del Reino de Dios? En cuanto Dios
seguramente lo es, ahora bien, si el Reino es de Dios, es lo que afirmamos cada
momento que señalamos Reino de Dios, es decir, le pertenece a DIOS: ¿A qué
Dios?, si es a DIOS TRINIDAD; son tres personas los reyes de ese Reino: PADRE,
HIJO y ESPÍRITU SANTO: ¿Creemos que es así?
Ahora bien, si le pertenece a DIOS el Reino: ¿Cómo
podemos PERTENECER nosotros a ese Reino Divino? ¿Cómo nos hacemos parte? En
este sentido, muchos van a situar la recepción de los sacramentos, sobre todo
el bautismo, pensando en que por medio del Rito del Bautismo nos hacemos hijos
de DIOS, por lo tanto, si somos HIJOS de Dios somos herederos de sus bienes, de
sus posesiones, y una de las posesiones divinas es su Reino, por ende, podemos
afirmar que nos PERTENECE al SER hijos, no tan solamente somos parte, un
agregado, sino que es NUESTRO; y ¿Qué pasa con las personas que no han recibido
el bautismo cristiano? Podemos afirmar que existen millones de personas que NO
son hijos de Dios, o desde el acto creacional, afirmamos que TODOS los seres
humanos somos hijos de Dios: ¿Cómo lo interpretamos? ¿Quiénes son parte del
pueblo de Dios? Y TÚ: ¿Cómo entiendes tu pertenencia al Reino de Dios Padre y
Madre?
DISCERNIMOS:
Desde nuestra contemplación a la pertenencia del Reino de
Dios, queremos centrar nuestra mirada en la revelación bíblica, con los Santos
Evangelios, para discernir juntos sobre el
“Buen Mensaje” de Jesucristo, este domingo y el próximo, lo haremos con el capítulo
10 del evangelista Marcos, recordemos que la investigación bíblica actual nos
señala que el Evangelio de Marcos es el más antiguo de los cuatro evangelios
canónicos, que encontramos en nuestras biblias cristianas; con este telón de fondo,
queremos poner en primer lugar, el MENSAJE de Jesucristo, ya que para los
cristianos, la VERDAD la encontramos en la PALABRA del Maestro, en su forma de
proceder: “Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los
discípulos los reprendieron” (v. 13). ¿Qué harías nosotros ante esta situación?
Unos niños y niñas son llevados a la presencia de
Jesucristo, al parecer, los discípulos encuentran que son una molestia; como
pensarán muchos personas, hasta los mismos padres, al llevar a niños y niñas a
los templos, algunas reuniones o celebraciones cristianas, tal vez, por se cree
que es un lugar adecuado para los niños y niñas, ciertamente en algunos casos
puede ser una realidad, en cambio, otras veces, solamente manifiesta una
intolerancia a la forma de SER y comportarse de los niños y niñas: ¿Cómo es
para cada uno de nosotros esta realidad?
Ante esta mirada general, les invitamos a adentrarnos en
la revelación y manifestación del Hijo de Dios: “Al ver esto, Jesús se enojó y
les dijo: Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el
Reino de Dios pertenece a los que son como ellos” (v. 14). Lo primero que
podemos notar, es que JESUCRISTO era un SER HUMANO, por ello, SE ENOJA como
cualquier persona en el mundo, tal vez, una pregunta que nos ayude a conocer
nuestra humanidad sería la siguiente: ¿Qué situaciones nos enojan a diario? Al
parecer, Jesucristo se enoja porque sus discípulos impiden que los niños y
niñas se acerquen a Él, por ello, les dice y nos dice: Dejen que los niños y
niñas vengan a mí, en la actualidad: ¿Cómo ayudamos a que los niños, niñas y
adolescentes se acerquen a Jesucristo?
Quizás desde esta cercanía, es que se logra PERTENECER al
Reino de Dios, ya que el mismo Señor lo señala, el Reino de Dios les PERTENECE
a los que son como los niños y niñas, los cristianos del tercer milenio: ¿Somos
como niños y niñas? Y TÚ: ¿Lo eres? Recordando que Jesucristo nos vuelve a
decir lo siguiente: “Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un
niño, no entrará en él” (v. 15). Es decir, que la única forma de entrar al
Reino de Dios es ser como un niño o niña; parece sencillo, aunque para muchos
de nosotros, siendo sinceros, sigue siendo una gran incertidumbre: ¿Qué veía en
los niños y niñas Jesucristo para decirnos que seamos como ellos?
Esta incertidumbre para muchos de nosotros se sigue
manifestando como una búsqueda, y ciertamente, en varias ocasiones, la buscamos
en nuestros propios méritos, como si tuviéramos que SER DIGNOS para PERTENECER
al Reino, aunque mirando a los niños y niñas descubrimos que la esencia está en
SER, y no en apariencias, tal vez, es lo que espera Dios de nosotros: ¿Qué
seamos tal como somos? Sin perder, lo que ya tenemos desde que somos niños y
niñas: ¿Qué era lo que tenemos desde niños?
Algunos destacaran la inocencia, un corazón generoso, la
sencillez de vida; la capacidad de asombro, la capacidad de creer en los demás,
la capacidad de soñar, así muchos aspectos más de la vida de nuestros niños y
niñas. Y cada de nosotros: ¿Cómo éramos al ser niños y niñas? ¿Podemos volver a SER como antes? ¿Qué
aspectos de nuestra vida debemos restaurar al recordar nuestra niñez?
Tal vez, basta confiar en DIOS, en el Hijo de Dios,
Jesucristo, que nos sigue tratando como a los niños y niñas: “Después los
abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos” (v. 16). Es probable, que a
muchos de nosotros, nos basta un abrazo, una imposición de manos y la bendición
de Dios para sentirnos PARTE del Reino de Dios, su acogida nos basta para
entender que el Reino de Dios nos PERTENECE, solamente necesitamos seguir con
el corazón de niños y niñas. Y TÚ: ¿Lo tienes?
EVANGELIZAMOS:
Al descubrir nuestra PERTENENCIA al Reino de Dios, según
los gestos y palabras de Jesucristo lograremos una nueva evangelización para el
mundo actual; que se inicia con una nueva forma de vida, que implica restaurar
nuestras vidas a ejemplo de los niños y niñas, o sea, a los cristianos nos
basta SER como niños y niñas: ¿Aceptas ser como un niño o niña en tu vida
adulta?
Desde esta aceptación surge nuestra propia restauración,
se trata de nuestra restauración como personas, siendo más generosos, más
tolerantes, más alegres, más sencillos, en definitiva SER como en nuestra
niñez: ¿Somos capaces de restaurar nuestras vidas?
Ahora bien, al restaurar nuestra existencia humana,
estamos RENOVANDO nuestro ser Cristiano, ya que justamente el mundo y la
construcción del Reino necesita de cristianos alegres, generosos con todas las
personas, tolerantes con todos los creyentes en Dios, y sencillos ante toda la
humanidad: ¿Podemos vivir de esta manera, como nos exige ser parte del Reino de
Dios? Y PARA TI: ¿Qué harás al respecto? ¿Cómo manifiestas en tu vida el ser
parte y pertenecer al Reino de Dios?
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