¿LOS CRISTIANOS SOMOS SOLIDARIOS?

 CONTEMPLAMOS:


En Chile este día se celebra la festividad de San Alberto Hurtado y el día de la solidaridad, es por estas razones, que hemos querido preguntarnos como cristianos: ¿Somos personas solidarias? Recordando el mismo desafío que nos hacía el Padre Alberto Hurtado en la década de los 40: ¿Es Chile un país católico? Hoy queremos ir más allá de las fronteras de una nación y preguntarnos: ¿Es América un continente cristiano?

 

Con esta pregunta como telón de fondo, queremos recordar que uno de los aspectos en que demostramos nuestra esencia cristiana del AMOR al prójimo, se manifiesta en ser solidarios los unos con los otros; estos días nuevamente uno de los países más pobres de América y del mundo: Haití, fue azotado con un sismo de 7, 2 grados; para ellos es un terremoto que conlleva cientos de personas fallecidas, decenas de desaparecidos y millonarias pérdidas materiales en infraestructura; algunos países ya han enviado sus ayudas humanitarias, tanto en lo material, como en personas que presten servicio y ayuda al Pueblo que sufre: ¿Compartimos este dolor humano?

 

Con esta pregunta es que queremos dar énfasis a nuestra mirada de la solidaridad, ya que más que un día, debe ser una actitud de vida, que nace de la empatía de cada uno de nosotros, si de la empatía que tenemos ante la miseria y el sufrimiento humanos; de allí surge la compasión por el prójimo que nos lleva a OBRAR en favor de los demás, es justamente lo que realizaba a diario nuestro Maestro, Jesucristo vivía en una constante actitud de compasión por los demás, especialmente con los enfermos y sufrientes; desde la miseria humana usaba su fuerza transformadora para hacer milagros, hacer el bien por sus hermanos judíos, y las personas que lo necesitaban y lo pedían con FE. Y aquellos que nos reconocemos cristianos, que en América somos mayoría, sin importar la expresión de Iglesias Cristianas, al fin al cabo, creemos en el mismo Dios de Jesucristo: ¿Cómo mostramos la compasión con los demás?

 

Al parecer, deficientemente, ya que al hablar de países pobres y vecinos ricos, es porque no hemos logrado vivir en esencia el cristianismo: DAR a los pobres; no hemos logrado vencer la desigualdad de clases socio económicas, más aún, con el paso de los años, la hemos ido acentuando más y más; y muchos de esas personas más millonarias se declaran personas CREYENTES; aunque nos cuestionamos y seguimos interrogando: ¿Se puede ser una persona CREYENTE sin ser SOLIDARIO?

 

Desde el cristianismo estamos convencidos que NO se puede, todo lo contrario, SER CRISTIANO nos exige SER personas solidarias con el prójimo, con los más necesitados, con aquellos que son desvalidos de nuestra sociedad, aquellos hermanos que hemos puesto en estado de “VULNERABILIDAD”. Y TÚ: ¿Cómo expresas el SER solidario?

 

 

DISCERNIMOS:

 

Al discernir sobre la SOLIDARIDAD debemos partir por el CORAZÓN de Jesucristo, ya que podemos afirmar que Jesucristo fue una persona SOLIDARIA, porque nace de su SER compasivo: “Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: «No llores». Después se acercó y tocó el féretro. Los que los llevaban se detuvieron y Jesús dijo: «Joven, yo te lo ordeno, levántate». El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre (Lucas 7, 12-15). Muestra compasión y solidaridad con la mujer viuda; manifiesta el perdón de las deudas materiales a los demás, como acto de compasión y solidaridad con el prójimo, que brota de sus pensamientos a los demás: “El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: Señor, dame un plazo y te pagaré todo. El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda” (Mateo 18, 26-27). Por lo tanto, constantemente en los Santos Evangelios descubrimos la permanente muestra de un Jesucristo compasivo con el prójimo, o sea, solidario con la debilidad y miseria humana. Y los cristianos: ¿Somos solidarios a ejemplo de Jesucristo?

 

Es aquí en dónde queremos dar un paso, y mirar la parábola en que Jesucristo nos propone ayudar a los demás, como si se tratará de Él: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Mateo 25, 40). Estamos convencidos que esta es la forma adecuada de vivir nuestra FE Cristiana, en la mirada del AMOR a los demás, que se expresa a los más desvalidos y necesitados de nuestra sociedad, de todo que tenga necesidades básicas: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver" (Mateo 25, 34-36). En verdad, damos de comer al hambriento y de beber al sediento; dar alojamiento al forastero y vestir al que necesita de ropa y calzado; y visitar a aquellos que padecen enfermedad o están privados de libertad, para estas personas solidarias es el Reino de Dios, un Reino que ya comenzamos a construir con cada acto de ayuda al prójimo, con cada acto de solidaridad. Y los cristianos: ¿Cómo cooperamos en la construcción de este Reino de Dios?

 

Nos atrevemos a afirmar que el problema no es la FALTA de actos solidarios, ya que ciertamente existen a diario, en muchos gestos entre las personas, aquellos que les va mejor en la vida ayudan de muchas formas a los más necesitados, campañas solidarias: para el día del niño, para la navidad, para semana santa, canastas familiares para aquellas personas que perdieron sus casas en incendios o aquellas que perdieron a la persona que sostenía a la familia económicamente; miles ayudan en actos de solidaridad a diario, entonces: ¿Qué nos falta para que este fruto sea duradero?

 

Tal vez, carecemos de que sea fundado en el AMOR y la COMPASIÓN; ya que pueden ser solamente actos de apariencia ante los demás o de calmar nuestra propia SED, ya que si tenemos que SER SOLIDARIOS con aquellos que tiene SED y HAMBRE: ¿Qué hambre y sed tienen nuestros pueblos de América? Si debemos ayudar a los que son emigrantes: ¿Por qué emigran de sus pueblos, no será mejor ayudar a sus pueblos de origen? Y si vamos a acompañar a los que padecen alguna enfermedad: ¿Cuáles son las enfermedades actuales de nuestra sociedad?

 

 

EVANGELIZAMOS:

 

Con esta pregunta queremos iluminar nuestra Evangelización, ya que debemos vivir a la LUZ de Jesucristo, tal vez, como se pregunta San Alberto Hurtado: ¿Qué haría Jesucristo en mi lugar? ¿Qué haría frente a demandas sociales de la actualidad? ¿Qué haría frente a la vivencia de un cristianismo de apariencia y falsedades, de doble vida? ¿Qué haría frente a una sociedad corrupta y corrompida por el uso del dinero? Y TÚ: ¿Qué harías en el lugar de Jesucristo?

 

Aquí el último paso, no debe ser una pregunta en la posibilidad del quehacer, ya que solamente queda en intenciones, y como dice el refrán: “El infierno se encuentra lleno de buenas intenciones”; sino que debe ser actual, debe ser ahora: ¿Qué hacemos hoy en nuestros lugares: trabajos y familias, como si lo hace Jesucristo? Y PARA TI: ¿Qué haces como si fueras tú mismo otro Jesucristo?

 

 

Comentarios

  1. América latina tiene más religión que cristianismo.

    Para reconstruir el Reino de Dios, debemos hacer lo que su palabra dice porque es clara, visitar y socorrer a los enfermos y darles una palabra de aliento, ayudar al más necesitado, pero sobretodo hacerlo de corazón... Y trabajar en estas acciones constantemente y no claudicar, seguir adelante.

    Las enfermedades actuales de la sociedad son el egoísmo, ambición, ira, envidia, odio que afectan tanto para deshacernos entre nosotros.

    Para cambiar esto, empezar amarme para amar a los de mi casa y a mis semejantes.

    Iniciar momentos de oración en la familia para limpiar nuestro corazón de toda podredumbre que nos daña y también hacemos daño

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  2. América latina es más de religiosidad popular y menos cristiana... Por doctrinamiento, mezclas de cultura, culpa, ideas personales, conveniencia y necesidad de tener cosas o estar bien sin esfuerzo alguno, empezando por mí.

    Puedo decir que, México es un país solidario... Las tragedias vividas como temblores de hace muchos o pocos años, conmueven el corazón de todos... Nos hemos unido para apoyar, ayudar a nuestro prójimo en tragedia... En México, en el temblor de 1985 en la ciudad de México, por necesidades y falta de preparación de las autoridades, nació un grupo de civiles que, con gran voluntad, empatía y AMOR al prójimo ayudaron hasta convertirse en un grupo líder para rescatar personas y cuerpos entre los escombros, se hicieron llamar "LOS TOPOS", una asociación que tiene reconocimientos a nivel mundial y que, además de la buena voluntad, se han preparado para situaciones de desastres naturales, no sólo sismos, otros más... Personas que por patrocinio de empresas llegan a lugares de desastres en México y partes del mundo a brindar apoyo.

    En lo personal, agradezco infinitamente a mis padres que, desde niña, me inculcaron valores cristianos, ayudar al prójimo, dar de comer al hambriento, obras que, mi mamá nos ha dicho a mis hermanos y a mí que Dios toma en cuenta eso y, como hermanos en Cristo nuestro deber es apoyar a nuestro prójimo... Y, es algo de lo que me siento muy orgullosa, prácticas que llenan mi corazón y espíritu.

    Una amiga me decía que, no tenemos temor de Dios, no lo amamos, por eso no creemos en él... Es más influyente un cantante, tik-toker, Youtuber, influencer que la Palabra de Dios... Nuestro Señor Jesucristo, nos dejó un modelo de vida perfecto para vivir felices y más allá, tener la vida eterna... Tal vez sea porque, nuestros líderes religiosos hablan de la palabra de Dios sin sentirla y, SIN PRACTICARLA, y no hay " tiempo, ni personal" para atender al pueblo de Dios que solo nos conformamos con las gotas que nos dan, poniéndonos a merced del odio, desamor, falta de identidad y sin ánimo de encontrar un motivo real de la vida, ¡nuestras vidas!, Indiferencia.

    Hacer el bien o decir bien debe ser de acuerdo a lo vertido en los Santos Evangelios, no las palabras bonitas de mi boca para poner a mi disposición al otro porque, si hago lo que me dicta mi fe dicha por un predicador, por controlar, ganar adeptos, formar ideas en contra de nosotros mismos.

    Dejar de ser protagonistas, el protagonista es Dios, el camino la Palabra de Jesús y nuestra guía el Espíritu Santo, dejarnos guiar por él y hacer lo que Jesucristo nos aconseja en el nombre del amor a Dios.

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