LOS DISCÍPULOS DE JESUCRISTO SOMOS SEMBRADORES
CONTEMPLAMOS:
Este domingo nos encontramos con la parábola del
SEMBRADOR, con ello, por un lado, queremos contemplar a Jesucristo en su
calidad de Maestro que enseña a la multitud sobre el Reino de Dios, sobre
nuestra relación con Dios Padre; y por otro lado, mirar la actitud de
Jesucristo que siempre se presenta como nuestro modelo de vida, para todos los
que nos hacemos llamar cristianos, sus seguidores. Para cada uno de nosotros:
¿Qué significado tiene en nuestras vidas la persona de Jesucristo?
Entonces, la intención, en este momento contemplativo, es
detenernos en nosotros mismos y en la relación que tenemos con Jesucristo; ante
esta realidad, podemos pensar en diversos binomios de unidad con ÉL, por ejemplo:
señalar que Jesucristo es el Buen Pastor, por lo tanto, nosotros somos sus
ovejas; o afirmar que Jesucristo es un REY y nosotros sus súbditos; que es el
Señor y nosotros sus servidores; o pensar en su actitud más propia que
encontramos en los Santos Evangelios, la de MAESTRO y por ende, nosotros somos
sus discípulos: ¿Qué clase de discípulos somos de Jesucristo?
En este sentido, nuevamente nos estamos cuestionando sobre
nuestro OBRAR, nuestra evangelización, recordando que nuestro método teológico:
CONTEMPLAR; DISCERNIR y EVANGELIZAR, es un proceso de eterna retroalimentación,
ya que después de evangelizar, volvemos a contemplar para seguir con nuestro
crecimiento como cristianos: ¿Cómo es nuestro crecimiento y fortalecimiento a
diario como seguidores de Jesucristo?
Aquí es donde los desafiamos a CRECER en Jesucristo, esto
se logra por medio de la lectura asidua de los Santos Evangelios, solamente
allí lograremos conocer en PLENITUD lo que es, era y será Jesucristo, el Hijo
de Dios, ahora bien, en el sentido, del crecimiento como cristianos, no se
trata solamente de hacer lo que Él dice, lo que nos dice el Maestro, sino
además de SER como Él, imitarle en su forma de actuar y de vivir, y los
cristianos, en la actualidad: ¿Vivimos como Jesucristo?
Es lo mismo que expresa el apóstol Pablo: “Pero como
sabemos que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe
en Jesucristo, hemos creído en él, para ser justificados por la fe de Cristo y
no por las obras de la Ley. Ahora bien, si al buscar nuestra justificación en
Cristo, resulta que también nosotros somos pecadores, entonces Cristo está al
servicio del pecado. Esto no puede ser, porque si me pongo a reconstruir lo que
he destruido, me declaro a mí mismo transgresor de la Ley. Pero en virtud de la
Ley, he muerto a la Ley, a fin de vivir para Dios. Yo estoy crucificado con
Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo
en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por
mí” (Gálatas 2, 16-20). O sea, somos salvados por CREER en Jesucristo; y en Él
debemos vivir. Y TÚ: ¿Cómo vives?
DISCERNIMOS:
Al discernir sobre cómo vivimos a ejemplo de Jesucristo, nos
ubicamos frente a una constante posibilidad de confrontar nuestra existencia
junto a la Vida terrena de Jesucristo, y con ello, DISCERNIR sobre la vivencia
de nuestro cristianismo, analizando sus palabras, y con ello, descubrir lo que
quiere cada uno de nosotros, hoy lo haremos a la luz del Evangelio de Marcos en
la parábola del Sembrador, que se encuentra en cuarto capítulo: “Jesús comenzó
a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él,
de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella.
Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla” (v. 1). Un Maestro que enseña
a la multitud como si todos fueran sus discípulos, en verdad: ¿Creemos que
Jesucristo el único Maestro de nuestras vidas?
Hacemos esta pregunta con la intención de aquellos que
nos denominamos cristianos, comprendamos que así debe ser: Jesucristo es el
MAESTRO y nosotros somos sus discípulos; en esta línea, hoy queremos APRENDER
del Maestro, que tiene una forma distinta de dirigirse a nosotros y enseñarnos:
“Él les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les
enseñaba” (v. 2). Es el Maestro que enseña por medio de parábolas, comparando
hechos y situaciones de la vida diaria, para dejarnos una enseñanza oculta,
recordando nuevamente que somos sus discípulos: ¿Hemos comprendido todas las parábolas
de Jesucristo? ¿Les hemos dado su recta interpretación que proviene de Dios y
no de los seres humanos?
El ejemplo de hoy es sobre la vida en el campo, en el
área de la agricultura. “¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar” (v. 3). Un
hecho sencillo, una persona que sale a sembrar, aquí no nos interesa que clase
de semilla es, sino que el hecho, el sembrador es DIOS que sale a sembrar en la
tierra que somos nosotros: ¿Cómo recibimos en nuestras vidas la semilla de
DIOS? Para algunos es el don de la vida, el don de la libertad, el don de la
dignidad, en este caso, la semilla es la PALABRA de Dios que recibimos en
nuestras vidas: ¿Cómo la recibimos en nuestras vidas?
“Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del
camino, y vinieron los pájaros y se la comieron” (v. 4). Algunos al parecer la
reciben exteriormente, sin escuchar realmente lo que nos quiere comunicar, es
como cuando vamos al templo y mientras leen la palabra, estamos pensando en lo
que tenemos que hacer después: ir de compras, que preparar para el almuerzo, ir
a trabajar, salir o quehaceres del mismo hogar; ahora bien, es bueno recordar
que la PALABRA de Jesucristo puede resonar en cada uno de nosotros, son simple
ejercicio de leer los santos evangelios: ¿Qué nos comunica Jesucristo en su
palabra que leemos a diario?
Tal vez nos comunica bastante, aunque a veces, no basta
con lo que Dios nos quiere comunicar, ya que una parte depende de nosotros
mismos: “Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y
brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol,
se quemó y, por falta de raíz, se secó” (v. 5-6). Debemos reconocer que nos
falta PROFUNDIDAD BÍBLICA, por esta razón, muchas veces no logramos comprender
la PALABRA, obviamente si NO la entendemos ni comprendemos: ¿Cómo daremos el
fruto correspondiente?
Otras tantas veces, depende de nuestras decisiones
posteriores a escuchar el “Buen
Mensaje”, ya que movemos en lugares y situaciones que nos alejan de la PALABRA
de Dios, como sucede, al tercer grupo de personas: “Otra cayó entre las
espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto” (v. 7). No somos
capaces de dar fruto, porque sofocamos la PALABRA con nuestro estilo de VIDA,
por nuestra forma de VIVIR. Y TÚ: ¿Cómo aceptas el “Buen Mensaje” de
Jesucristo?
Esta sería la única forma, el ideal del cristianismo se
encuentra en estas PALABRAS de Jesucristo: “Otros granos cayeron en buena
tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el
treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno” (v. 8). En DAR FRUTO, en que
debemos CRECER y DESARROLLAR nuestra FE Cristiana, así damos FRUTO, tratando de
ser OYENTES: “Y decía: ¡El que tenga oídos para oír, que oiga!” (v. 9). Y PARA
TI: ¿ERES SORDO u OYENTE de la Palabra de Jesucristo?
EVANGELIZAMOS:
A partir de lo que oímos, y hoy en día, de lo que leemos
sobre Jesucristo es que podemos EVANGELIZAR, con lo que manifestamos cada día
en nuestras propias vidas: ¿Cómo manifiestas tu evangelización personal?
Esta manifestación de los cristianos debe ser a ejemplo
de Jesucristo, por lo tanto, hoy tenemos que SER SEMBRADORES, ya que el MAESTRO
nos trae la PALABRA, que se siembra en los seres humanos, de la misma, cada
cristiano debe ser un SEMBRADOR de la PALABRA DIVINA en los demás. Y TÚ: ¿Qué
clase de sembrador eres? ¿Qué semillas siembras en el corazón de tu prójimo?
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