¿EN DÓNDE RECONOCEMOS A JESUCRISTO?
CONTEMPLAMOS:
Este domingo seguimos mirando las apariciones del
Resucitado, con ello, queremos centrar nuestra FE Cristiana en el
acontecimiento de la Resurrección, hecho principal de este tiempo Pascual;
además insistimos que Jesucristo sigue presente entre nosotros, más allá de las
formas en que queremos que se manifieste, Él mismo toma nuestra condición
humana y se revela a la humanidad con su misión terrena, que culmina en la
Resurrección como prueba de la Vida Eterna: ¿Creemos esto?
Junto a nuestra FE personal, lo que cree cada creyente en
Jesucristo, podemos manifestar nuestros encuentros personales con Él, y desde
allí, construir nuestra FE comunitaria, otras comunidades en cambio prefieren
imponer una forma de celebrar, una manera de imponer sus ideologías y pensamientos
sobre los demás, ante esta realidad presente y latente en miles de comunidades
cristianas, queremos invitarte a contemplar a Jesucristo, en su presencia:
¿Cómo se manifiesta al interior de nuestras comunidades?
Aquí se abre el paso a entender que Jesucristo es más
grande que lo que nosotros creemos, y esto puede ser fácil de afirmar, aunque
difícil de comprender en verdad y sinceridad, nos gusta y agrada encasillar, lo
hacemos a diario con las demás personas, este es “vago” porque no le vemos trabajar
remuneradamente, y así, infinidades de adjetivos que señalamos de los demás, a
veces, esto mismo lo hacemos con DIOS, incluso en la persona de Jesucristo,
queremos que sea el Buen Pastor; que sea nuestra luz y guía; nuestro alimento,
etcétera; aunque en realidad deberíamos dejar que Él mismo se presente y se
manifieste como quiera en medio de nosotros: ¿Seremos capaces de aceptar su
manifestación en nuestras comunidades cristianas?
Esa aceptación es lo que comenzaron a realizar los
primeros cristianos, cuando descubrieron que Jesucristo seguía en medio de
ellos, que se presentaba de diversas formas y en diversos lugares, NO en un
solo lugar, de hecho, nunca entre los primeros discípulos se presentó en un
Tabernáculo, ni en un SAGRARIO, por más que nos guste que esté presente en esos
lugares, menos en TEMPLOS; Santuarios, capillas, parroquias, por nombrar los
lugares que nos agrada que se encuentre Jesucristo, entonces: ¿Dónde se
encuentra Jesucristo? ¿Cómo se manifiesta en medio de nosotros? ¿Cómo reconocemos
su presencia en medio de nosotros? ¿En qué signos lo encontramos?
Con estas preguntas como telón de fondo, daremos el paso
del DISCERNIMIENTO de nuestro Evangelio Dominical que se encuentra en nuestro
Leccionario de nuestra Iglesia Trinitaria, Apostólica y Ecuménica (ITAE);
tomando en este día el Evangelista Lucas, y con este pasaje evangélico
reconocer al RESUCITADO. Y PARA TI: ¿Cómo reconoces a Jesucristo Resucitado en
tu vida?
DISCERNIMOS:
Al discernir sobre Jesucristo, queremos adentrarnos en
ese día de la RESURRECCIÓN: “Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un
pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén”
(Lucas 24, 13). Dos de los discípulos de Jesucristo volvían a su hogar en
Emaús, en la desolación de ver como Jesucristo había muerto en la Cruz y había
sido sepultado, ellos compartían sus ideas, penas y angustias: “En el camino
hablaban sobre lo que había ocurrido” (v. 14). Y nosotros: ¿De qué hablamos?
Seguramente muchos siguen hablando de la Pandemia, en
muchos países del mundo, hoy se celebra el día de la madre, con ello, se reúnen
las familias en medio de esta crisis sanitaria mundial, y será uno de los temas
importantes a tratar: ¿Hablamos de Dios? O es uno de los temas que son
prohibidos en las comidas familiares, como dicen muchos: “Aquí no se habla de
política, ni de religión, ni de fútbol”; con ello, seguramente vamos excluyendo
a DIOS de nuestros diálogos y de nuestras reuniones fraternas: ¿Cómo sucede en
tu familia?
Es en ese dialogo, que muchas veces se manifiesta la
PALABRA REVELADA; que es el mismo Jesucristo: “Mientras conversaban y
discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo
impedía que sus ojos lo reconocieran” (vv. 15-16). Aunque nos pase lo mismo que
a los dos discípulos, al principio NO somos capaces de reconocer la presencia
de Jesucristo: ¿Reconocemos a Jesucristo en la Palabra compartida?
“Él les dijo: ¿Qué comentaban por el camino? Ellos se
detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le
respondió: ¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en
estos días! ¿Qué cosa?, les preguntó. Ellos respondieron: Lo referente a Jesús,
el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios
y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo
entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos
que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que
sucedieron estas cosas” (vv. 17-21). Ellos, por su lado, mostraron su tristeza
en sus palabras, su desazón de la VIDA, aunque descubrieron una LUZ de
ESPERANZA, en la palabra de unas mujeres: “Es verdad que algunas mujeres que
están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro
y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les había
aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo” (vv. 22-23). Unas
mujeres que fueron al sepulcro que anunciaban la RESURRECCIÓN del Mesías,
aunque para ellos, era una voz a lo lejos, que al parecer no tenía mayor
importancia, ni relevancia, esto se ve reflejado en que NO creyeron en ese
“Buen Mensaje”. Y TÚ, ¿Crees en la predicación de los demás, en la PALABRA del
prójimo?
“Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron
todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron” (v. 24). Menos
creyeron los otros discípulos, ya que NO vieron, como señalan muchos en la
actualidad: “VER PARA CREER”, ya que no pudieron VER no lograron CREER en la
Resurrección: ¿Por qué permanecemos en nuestra ceguera mental?
“Jesús les dijo: ¡Hombres duros de entendimiento, cómo
les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No será necesario que el
Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria? Y comenzando por
Moisés y continuando en todas las Escrituras lo que se refería a él” (vv.
25-27). Seguramente por lo mismo que señala y afirma Jesucristo, nos hemos
convertido en personas duras de “ENTENDIMIENTO” ¿Cómo somos? Es aquí, desde la
Palabra compartida, en que Jesucristo explica su PRESENCIA en la HUMANIDAD, y
sigue manifestando en medio de nosotros: ¿Dejamos entrar a Jesucristo en
nuestras vidas?
La mayoría de cristianos dirá que SI, aunque conlleva más
de lo que CREEN, ya que requiere un CAMBIO de la MENTALIDAD; dejar nuestra
dureza de corazón, por un corazón compasivo, capaz de COMPARTIR, en este caso, alojamiento
y comida: “Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de
seguir adelante. Pero ellos le insistieron: Quédate con nosotros, porque ya es
tarde y el día se acaba. El entró y se quedó con ellos” (vv. 28-29) ¿Queremos que Jesucristo se quede con
nosotros?
Cuando queremos, sucede el MILAGRO del encuentro, allí
somos capaces de RECONOCERLO más allá de nuestras estructuras mentales: “Y
estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se
lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero
él había desaparecido de su vista” (vv. 30-31). En una simple mesa se presenta,
claramente para que así sea, DEBEMOS HABLAR de Él, de sus manifestaciones en
nuestras vidas, de lo que provoca en nuestros corazones y vidas su presencia
divina: “Y se decían: ¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en
el camino y nos explicaba las Escrituras?” (v. 32). ¿Qué provoca Jesucristo en
cada uno de nosotros?
Desde lo que provoca debemos ser capaces de SALIR, en la
capacidad de PREDICAR en cada instante de nuestras vidas: “En ese mismo
momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron
reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: Es
verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón! Ellos, por su parte,
contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al
partir el pan”. (vv. 33-34). Se trata de ponernos en CAMINO: ¿Vivimos en un
constante peregrinar hacia el encuentro con Jesucristo Resucitado? ¿Somos
capaces de Reconocerlo en cada momento de nuestras vidas? Y TÚ: ¿Qué verdad de
Jesucristo predicas a diario?
EVANGELIZAMOS:
Es nuestra predicación a luz de Jesucristo, que logramos
EVANGELIZAR, así como lo señala el apóstol Pablo: “Yo te conjuro delante de
Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y en
nombre de su Manifestación y de su Reino: proclama la Palabra de Dios, insiste
con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y
con afán de enseñar” (2 Timoteo 4, 1-2). Justamente se trata de PROCLAMAR la
palabra con el afán de ENSEÑAR: ¿Nuestras palabras son manifestación de la
enseñanza de Jesucristo?
Esperamos en Dios que así sea, que realmente nuestras
PALABRAS sean de bendición, para los demás y para nosotros mismos, bendición
para todos los que nos rodean, de agrado para todas las personas que nos
escuchan a diario; solamente así, descubrimos que Jesucristo no solamente se
reconoce en la fracción del PAN, en el compartir los alimentos, sino de toda
PALABRA que es pronunciada de nuestros labios; para decir junto a San Pablo: “También
por mí, a fin de que encuentre palabras adecuadas para anunciar resueltamente
el misterio del Evangelio, del cual yo soy embajador en medio de mis cadenas.
¡Así podré hablar libremente de él, como debo hacerlo!” (Efesios 6, 19-20). Hablar
libremente de Jesucristo y ser su Embajador. Y PARA TI: ¿Qué clase de embajador
eres de Jesucristo?
Comentarios
Publicar un comentario