JESUCRISTO ES MISERICORDIOSO

 CONTEMPLAMOS:


El domingo recién pasado millones de católicos en el mundo celebraron a Jesucristo en la Divina Misericordia, en la que contemplamos la imagen del resucitado y su costado abierto: “Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua” (Juan 19, 32-34). Recordando la unidad que existe entre la muerte y la resurrección de Jesucristo, ya que desde su costado abierto brota sangre y agua, para muchos signos de la Eucaristía y del Bautismo, los dos únicos sacramentos en que tenemos mayor consenso entre los cristianos; en este sentido, podríamos afirmar que el Bautismo y la Eucaristía brotan del mismo Jesucristo, como signo y expresión de su MISERICORDIA con nuestra HUMANIDAD, es desde su propia humanidad que vive la misericordia con nosotros que necesitamos de su AMOR entrañable: ¿Cómo vivimos nuestra experiencia con la Misericordia Divina? ¿Qué significa para nosotros la Misericordia?

 

Aunque en este sentido, podemos mirar diversos orígenes de la palabra MISERICORDIA; desde el idioma Latín, viene a ser como ver la miseria de los demás desde nuestros corazones; en cambio, en el vocablo HEBREO tiene que ver más con las entrañas, un amor entrañable, que literalmente nace de las entrañas de un ser humano, del interior, quizás en este sentido se unen, corazón y entrañas; ahora bien, es este amor que tiene Dios con nosotros, es lo que a la vez, nos pide Dios a cada creyente: “Porque yo quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos” (Oseas 6, 6). ¿Poseemos esta Misericordia?

 

Es lo que insiste otro libro profético, ya que el profeta anuncia en nombre de Dios al pueblo, lo que Dios quiere de nosotros, ya que no vivimos en la MISERICORDIA, es decir, en un AMOR entrañable, un amor sincero que brota de nuestro interior, de nuestros corazones, por ello, nos dice lo siguiente: “Yo les daré otro corazón y pondré dentro de ellos un espíritu nuevo: arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, a fin de que sigan mis preceptos y observen mis leyes, poniéndolas en práctica. Así ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios” (Ezequiel 11, 19-20).

 

Ciertamente nos sigue pasando hemos ENDURECIDO nuestro interior, muchos seguimos teniendo un corazón de piedra, tal vez, por ello, no podemos tener MISERICORDIA: ¿Cómo tener misericordia con un corazón de Piedra, endurecido por las situaciones que hemos experimentado en nuestras vidas?

 

 

DISCERNIMOS:

 

Al reconocer nuestra realidad y contemplar cómo se encuentran nuestros corazones, es que les invitamos a discernir junto al corazón de Jesucristo, con ello, queremos adentrarnos en el corazón de Jesucristo, que va más allá de que si brota Sangre y Agua en la CRUZ; es lo que tiene mientras vive con nosotros, recordando las palabras del Evangelista Mateo: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana (11, 28-30). Un Jesucristo que nos invita a IR hacia Él para aprender: ¿Qué debemos aprender con su ejemplo de vida?

 

No tan solamente AYUDAR a los cansados y agobiados, que hoy sería una tarea titánica, ya que son muchas las personas en el mundo actual que se encuentran en esta condición, llenos de aflicciones por las situaciones del día a día, y muy agobiados por las situaciones personales, familiares y laborales; ciertamente una gran misión a ejemplo de Jesucristo, aunque al discernir con Él, se trata de ser “PACIENTE y HUMILDE de CORAZÓN”; los cristianos: ¿Lo somos?

 

En este sentido, se unen la PACIENCIA a la Misericordia, ya que la paciencia se debe vivir con nosotros mismos y con los demás; recordando que la paciencia, no consiste en una espera pasiva, sino que es una ESPERA ACTIVA sufriendo con los demás, como expresión de un amor que brota del corazón que también ha sufrido, esa aceptación de la realidad vivida en nuestro interior, es HUMILDAD de corazón; unida a una actitud de empatía con TODAS las personas, sin distinción, ni exclusión; allí es dónde nos lleva Jesucristo, a una vivencia perfecta de la MISERICORDIA; un AMOR que brota del corazón para toda la HUMANIDAD. Los cristianos: ¿Vivimos en esta misericordia?

 

Esta vivencia, debe vivirse especialmente hacia los pecadores, en la acogida a aquel que nos ha hecho daño, a aquel que sigue haciendo daño a los demás, ese es el elegido por Jesucristo, por esta razón, le insistía a sus contrincantes religiosos, los fariseos: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (Mateo 9, 12-13). Quizás todavía no hemos aprendido, no hemos logrado comprender la MISERICORDIA divina, revelada y manifestada en Jesucristo, para lograr aprender de Él, a vivir en la MISERICORDIA: ¿Qué nos falta?

 

Veamos que nos dice el Apóstol Pablo con respecto a la MISERICORDIA: “Cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres, no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su misericordia, él nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo” (Tito 3, 4-5).

 

Es aquí en donde se manifiesta la Misericordia divina en Jesucristo, en el amor a la HUMANIDAD, salvándonos y haciéndonos renacer; es aquí en dónde nos falta vivir el último aspecto, quizás un elemento olvidado por nosotros: RENOVAR; exactamente: RENOVAR nuestras vidas por medio del Espíritu Santo, este es el PECADO contra el Espíritu Santo, que muchos seguimos cometiendo, que también cometían los fariseos y escribas en el tiempo de Jesucristo; y es muy probable, que muchos líderes religiosos sigan cometiendo en la actualidad: DEJAR de RENOVARSE en el Espíritu Santo; esa es expresión de ir y vivir la frase de Dios: “QUIERO MISERICORDIA y no Sacrificios”. Y TÚ: ¿Vives la MISERICORDIA a ejemplo de Jesucristo?

 

 

EVANGELIZAMOS:

 

A luz de Jesucristo, al contemplarlo y al discernir sobre la MISERICORDIA, logramos descubrir la vivencia evangelizadora del AMOR de Dios en cada uno de nosotros, como lo señala el Apóstol Pablo: “Es doctrina cierta y digna de fe que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el peor de ellos. Si encontré misericordia, fue para que Jesucristo demostrara en mí toda su paciencia, poniéndome como ejemplo de los que van a creer en él para alcanzar la Vida eterna” (1 Timoteo 1, 15-16). Por un lado, se trata de recibir la MISERICORDIA expresada en la PACIENCIA divina hacia nosotros, seres pecadores; y por otro lado, nuestra manifestación de Paciencia y Misericordia con los demás, de la misma manera que Jesucristo la ha demostrado hacia cada uno de nosotros: ¿Evangelizamos con MISERICORDIA a los demás?

 

“En consecuencia, debió hacerse semejante en todo a sus hermanos, para llegar a ser un Sumo Sacerdote misericordioso y fiel en el servicio de Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo. Y por haber experimentado personalmente la prueba y el sufrimiento, él puede ayudar a aquellos que están sometidos a la prueba” (Hebreos 2, 17-18). Jesucristo nos revela la misericordia en la fidelidad del Servicio a Dios, por lo tanto, es el mismo servicio a Dios que debemos vivir en Misericordia hacia los demás, reconociendo al igual que Jesucristo en su humanidad, nuestras pruebas y nuestros sufrimientos, para que desde ellos logremos: AYUDAR y EVANGELIZAR al prójimo. Y TÚ: ¿Vives en el servicio cristiano de la MISERICORDIA DIVINA?

Comentarios

  1. Desde la celebración, en la iglesia católica romana, de la misericordia del Señor, aprendí que es vivir la misericordia con el prójimo, hoy, aprendí vivir la misericordia nacida y sentida desde mis entrañas, desde mi corazón. Desde éste principio, entiendo bien que la Misericordia debe ser vivida, sentida y entendida desde mí para mí... Tenerme paciencia y aceptarme, esto es, saber y conocer mis limitaciones, mis pocas habilidades y tenerme paciencia y amarme porque mi crecimiento físico, emocional y espiritual es propio y, por lo tanto, primero que todo.

    Jesús, nuestro Dios y Señor nos conoció humanos desde su humanidad y, siendo Dios, con el poder supremo que tiene no me condena... Más bien, mira, nos mira con ojos de misericordia porque nos ama, aún con mi mayor pecado, tanto que me perdona y me da la oportunidad de vivir en amor, en su amor y su compañía hasta el fin de los tiempos.

    Difícil vivir una misericordia hacia mi prójimo, siendo el más cercano, mi madre. Paciencia, humildad, amor y empatía es vivir con misericordia hacia mi prójimo desde mí.

    Dios mío y Señor mío, gracias por tu amor y misericordia conmigo, permíteme vivir en tu amor y servirte en mis hermanos, para Gloria de Dios todo poderoso.

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