JESUCRISTO, EL PRIMER RESUCITADO
CONTEMPLAMOS:
Hace unos días hemos celebrado la Resurrección del Señor
y estos días, para muchos católicos, siguen siendo las festividades pascuales,
en la Octava de Pascua, por esta razón, queremos contemplar el misterio de la
Resurrección: ¿Qué significado tiene para nuestras vidas?
Ciertamente al hablar de significados, podemos tener
miles de respuestas, todas válidas desde la perspectiva de la Fe personal,
aunque desde la FE Comunitaria, debemos nutrirla desde las Sagradas Escrituras,
entendiendo el misterio de la resurrección: “Todavía no habían comprendido que,
según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos. Los discípulos
regresaron entonces a su casa” (Juan 20, 9-10). Justamente es lo contrario a
los discípulos que habían ido al sepulcro ese día domingo, primer día de la
semana, como lo narran los cuatro evangelios, que encontraron el sepulcro
vacío, a pesar de esta primera prueba de la resurrección, no lograban
comprender el misterio divino que estaban presenciando, al parecer, necesitaban
más pruebas, las apariciones del Resucitado, como lo enumera San Marcos: “Jesús,
que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció
primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios. Ella
fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y
lloraban. Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no
le creyeron. Después, se mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban
caminando hacia un poblado. Y ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero
tampoco les creyeron” (Marcos 16, 9-13). Y nosotros, los cristianos: ¿Creemos
que los muertos vuelven a la vida?
Es lo que estamos celebrando en la resurrección, ante la
incredulidad inicial de los Apóstoles, ya que a diferencia del Evangelio de
Juan, que enmarca la duda solamente en el apóstol Tomás, el evangelista Marcos
señala la incredulidad de todos los apóstoles, es lo que le reprocha
Jesucristo: “En seguida, se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y
les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes
lo habían visto resucitado” (Marcos 16, 14). Debemos reconocer que muchas veces
nuestra incredulidad es por nuestra obstinación, queremos tener la razón de los
hechos, en varias ocasiones se nos hace difícil aceptar la palabras de los
demás; obviamente también cuesta creer los hechos cuando algunos detalles, son
contados de diversas formas: ¿Fueron una, dos o tres mujeres al sepulcro el
primer día de la semana? ¿A quién se aparece en primer lugar? ¿No cree Tomás o
todos los Apóstoles? ¿Iban a Emaús esos dos discípulos que iban de camino? ¿Se
reunieron todos a contar las historias de las apariciones del Resucitado? Y
así, varias preguntas que nos pueden ayudar a contemplar mejor el hecho de la
Resurrección de Jesucristo. Y TÚ: ¿CREES?
DISCERNIMOS:
Desde nuestra FE en la Resurrección de Jesucristo, les invitamos
a DISCERNIR, ya no con los relatos evangélicos, sino con algunas citas de la
Biblia Cristiana, que nos ayuden comprender mejor el SIGNIFICADO para los
primeros cristianos sobre este acontecimiento central de la Fe Cristiana: La Resurrección
de Jesucristo, como lo señala el apóstol Pablo: “Y si Cristo no resucitó, es vana
nuestra predicación y vana también la fe de ustedes” (1 Corintios 15, 14); es
decir, sin la resurrección de Jesucristo no existiría la FE Cristiana, es en
ella que se cimienta todas nuestras afirmaciones teológicas en Jesucristo, por
lo tanto, es en la Resurrección que debemos encontrar sentido para iluminar toda
nuestra existencia humana. Y PARA TI: ¿Es así?
“En resumen, tanto ellos como yo, predicamos lo mismo, y
esto es lo que ustedes han creído. Si se anuncia que Cristo resucitó de entre
los muertos, ¿cómo algunos de ustedes afirman que los muertos no resucitan? ¡Si
no hay resurrección, Cristo no resucitó!” (1 Corintios 15, 11-13). Nuestra
predicación debe centrarse en Jesucristo, teniendo siempre como telón de fondo
que sigue vivo entre nosotros, no tan solamente en el cumplimiento de su
promesa a los discípulos: “Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del
mundo” (mateo 28, 20b); sino porque está VIVO, HA RESUCITADO: ¿Crees que
Jesucristo se encuentra en medio de nosotros? ¿Para qué ha resucitado?
“Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de
todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por
medio de un hombre viene la resurrección. En efecto, así como todos mueren en
Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le
corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él
en el momento de su Venida” (1 Corintios 15, 20-23). He aquí en donde se une el
misterio de la resurrección al sentido espiritual cristiano, en Jesucristo
todos hemos renacido, ya que Jesucristo nos trae una nueva VIDA con este
acontecimiento, una VIDA que nos conduce a la VIDA ETERNA, Él siendo el primero
en resucitar para la Vida ETERNA, nos conduce a esa misma vida si estamos
unidos a Él, tal vez, aquí la pregunta es: ¿Cómo participamos de la
resurrección de Jesucristo? ¿Cómo nos unimos a Él en este misterio de la
resurrección?
“Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte,
para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros
llevemos una Vida nueva. Porque si nos hemos identificado con Cristo por una
muerte semejante a la suya, también nos identificaremos con él en la
resurrección” (Romanos 6, 4-5). En lo que hemos denominado Sacramento del Bautismo,
se realiza nuestra muerte espiritual, para resucitar a una vida nueva, es aquí
en dónde logramos vivir desde ya la resurrección, y no solamente hasta que
vivamos totalmente el misterio de la muerte hacia el paso a la vida eterna, al
recibir a Jesucristo estamos uniéndonos a Él con todos sus misterios, incluido
la Resurrección: ¿Crees esto?
Es lo mismo que nos señala y pregunta Jesucristo: «Yo soy
la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá: y todo el
que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?» (Juan 11, 25-26). Creer
más allá de la vida terrena, creer en Él, en la resurrección y la vida eterna:
¿Qué conlleva esto para nuestras vidas?
“Todo esto es figura del bautismo, por el que ahora
ustedes son salvados, el cual no consiste en la supresión de una mancha
corporal, sino que es el compromiso con Dios de una conciencia pura, por la
resurrección de Jesucristo” (1 Pedro 3, 21). Para el Apóstol Pedro, todo se une
en la simbología del bautismo, no en el sentido de borrar un “PECADO ORIGINAL”,
sino en nuestro compromiso con Dios que brota por la resurrección de
Jesucristo: ¿Cómo vives tu vida nueva en la resurrección de Jesucristo?
EVANGELIZAMOS:
Ya no se trata solamente de reconocer que Jesucristo HA
RESUCITADO; el primero de todos, sino RECONOCER que nosotros también hemos RESUCITADO
con Él, por esta razón, debemos VIVIR como seres renovados, transformados en
Jesucristo: “Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su
gran misericordia, nos hizo renacer, por la resurrección de Jesucristo, a una
esperanza viva” (1 Pedro 1, 3). Es decir, a tener una nueva ESPERANZA, los
cristianos debemos VIVIR en la Esperanza de la Resurrección y con ello, VIVIR
una existencia alegre, optimista, porque la MUERTE ha sido superada en la
Resurrección de Jesucristo, y con ello, también el origen de la muerte humana
que es el PECADO; y los cristianos: ¿Hemos logrado superar al PECADO?
Siendo sinceros, es aquí, en donde manifestamos
incoherencia cristiana, y hacemos que sea VANA la Gracia de Dios, no que se
vana en sí misma, sino en nosotros, la que se ha manifestado en el Misterio de
la Resurrección de Jesucristo, esto sucede por NO SER CAPACES de morir al
PECADO: “Comprendámoslo: nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él, para
que fuera destruido este cuerpo de pecado, y así dejáramos de ser esclavos del
pecado. Porque el que está muerto, no debe nada al pecado. Pero si hemos muerto
con Cristo, creemos que también viviremos con él. Sabemos que Cristo, después
de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él. Al
morir, él murió al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios.
Así también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo
Jesús” (Romanos 6, 6-11). Nuestra persona debe morir para renacer, para
restaurar nuestra humanidad; para renovar nuestras vidas, en personas que hemos
muerto al pecado en Jesucristo, esto acontece por intermedio de esta gran
celebración de la RESURRECCIÓN de Jesucristo, por lo tanto, nos preguntamos:
¿Hemos muerto a los pecados personales? Y TÚ: ¿Vives como un HIJO de la
Resurrección?
Comentarios
Publicar un comentario