JESUCRISTO y LA EMPATÍA CON LOS PECADORES
CONTEMPLAMOS:
Quisiéramos entrar en el misterio de Jesucristo, con ello,
los invitamos a caminar junto a nosotros en este artículo teológico sobre su
forma de Vida; para muchos todo comienza con su vida pública que se inicia en
el bautismo del Río Jordán, como lo hacía San Juan: “Yo los bautizo con agua
para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que
yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. El los bautizará en el
Espíritu Santo y en el fuego” (Mateo 3, 11). Ante esto, en primer lugar, podemos
afirmar, que Juan bautizaba a las personas para su conversión, o sea, para que
una persona PECADORA, deje sus “PECADOS” y viva como una persona nueva, así
sucedió con los publicanos, los soldados y la gente, todos ellos se
preguntaban: ¿Cómo debemos vivir nuestra conversión? ¿Qué debemos hacer después
de nuestro BAUTISMO?
“La gente le preguntaba: ¿Qué debemos hacer entonces? Él
les respondía: El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga
qué comer, haga otro tanto. Algunos publicanos vinieron también a hacer
bautizar y le preguntaron: Maestro, ¿qué debemos hacer? Él les respondió: «No
exijan más de lo estipulado». A su vez, unos soldados le preguntaron: Y
nosotros, ¿qué debemos hacer? Juan les respondió: No extorsionen a nadie, no
hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo” (Lucas 3, 10-14). Desde
este texto, descubrimos que el BAUTISMO busca la conversión, el cambio de las
personas, que seamos más solidarios con los que NO tienen que comer o vestirse,
y actuar de acuerdo a las leyes, no aprovecharnos con SOBORNOS, o pedir más de
la cuenta a los demás, abusando de nuestro poder al tener un trabajo o un cargo
público; y nosotros en la actualidad: ¿Cómo vivimos nuestra realidad de
bautizados?
En segundo lugar, SI JUAN afirmaba que otra persona
vendría a BAUTIZAR en el Espíritu Santo y en el Fuego: ¿Qué significa esto para
nosotros como CRISTIANOS? ¿Qué conlleva en nuestras vidas recibir un BAUTISMO
del Espíritu Santo? Estas preguntas quedan como desafío personal, nosotros
seguiremos centrados en el Bautismo de Juan Bautista, si este es un bautismo para
el perdón de los pecados y la conversión de las personas: ¿Por qué razón se
bautiza nuestro Salvador, Jesucristo?
Ya que la mayoría de cristianos afirmamos que Jesucristo
nació sin pecado, y no cometió pecado durante su vida terrena, entonces: ¿Para
qué bautizarse? “Entonces Jesús fue desde
Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se
resistía, diciéndole: Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y
eres tú el que viene a mi encuentro! Pero Jesús le respondió: «Ahora déjame
hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo». Y Juan se
lo permitió” (Mateo 3, 13-15). Esta justicia es la EMPATÍA, es comprender las
LIMITACIONES del otro, Jesucristo entiende nuestras limitaciones y pecados, por
ello, se BAUTIZA. Y nosotros: ¿Por qué?
DISCERNIMOS:
Desde la Empatía de Jesucristo para con toda la
humanidad, los invitamos a discernir sobre un hecho concreto en el pecado de
una mujer, vamos a mirar el texto del Evangelio de san Juan en el capítulo 8,
con ello, queremos profundizar, no tan solamente en la EMPATÍA de Jesucristo
con los pecadores, con los cuales constantemente se sentaba a compartir los
alimentos, sino en la invitación que nos hace de SER EMPÁTICOS con nuestro
prójimo: “PONERNOS EN EL LUGAR DEL OTRO”, ante esto nos preguntamos: ¿Somos
empáticos con los demás?
La empatía para los cristianos debe ser un forma de Vida
a ejemplo de Jesucristo; desde su enseñanza entendemos la importancia de los
demás: AMAR, PERDONAR y COMPASIÓN; son algunas de los valores que nos enseña el
MAESTRO, a nosotros en las lecturas de los Santos Evangelios, en cambio, en su
tiempo era de la siguiente forma: “Al amanecer volvió al Templo, y todo el
pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles” (Juan 8, 2).
Lamentablemente NO nos señala el evangelista San Juan que decía ese día, qué enseñaba
al pueblo, aunque todo se interrumpe con la llegada de los escribas y fariseos,
que también se dedicaban a la enseñanza de las Sagradas Escrituras: “Los
escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en
adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: Maestro, esta mujer
ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó
apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?” (Juan 8, 3-5). Y para
nosotros, los cristianos: ¿Qué diríamos al respecto ante el delito de una
persona?
Al parecer; Jesucristo al principio no hizo mucho caso de
lo que presentaron, ya que ellos tenían su respuesta de la Ley de Moisés:
MATARLA con piedras, como un acto público; seguramente para intimidar a todo el
resto que el adulterio era un acto repudiable, que NO se debía cometer, y hoy
en día: ¿Qué actos son repudiables? “Decían esto para ponerlo a prueba, a fin
de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con
el dedo” (v. 6). Aunque los escribas y fariseos hacían esto NO por acusar a la
mujer adúltera, sino para ACUSAR a Jesucristo, dependiendo de sus palabras, más
bien si sus dichos iban en contra de la LEY Divina; ante su insistencia es que
vemos su respuesta: “Como insistían, se enderezó y les dijo: El que no tenga
pecado, que arroje la primera piedra. E inclinándose nuevamente, siguió
escribiendo en el suelo” (vv. 7-8). Más que responder directamente a su
pregunta, los ubica ante la situación, ante el hecho, ya que era un pecado, les
invita a arrojar las piedras a aquellas personas que NO tengan pecados, con
ello, hace una invitación a TENER EMPATÍA; o sea, a PONERSE en el lugar del
OTRO, ya que también nosotros somos pecadores, desde el altar del PECADOR,
descubrir nuestra propia miseria; y nosotros: ¿Somos Pecadores?
Ciertamente debemos afirmar que SI, y nos pasaría lo
mismo que a la gente: “Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras
otro, comenzando por los más ancianos” (v. 9 a). Los adultos mayores fueron los
primeros en sentir compasión, ante la miseria humana de sus propios pecados,
por esta razón, se van retirando uno a uno, hasta que no queda nadie;
seguramente hoy muchos SI tirarían la “PRIMERA PIEDRA” ante algunos delincuentes:
VIOLADORES, PEDOFILOS Y ASESINOS; por nombrar a algunos, con esto, no estamos
diciendo ni afirmando que NO haya justicia en esos crímenes cometidos, porque claramente
debemos TRABAJAR por la JUSTICIA; aunque los cristianos, no necesariamente por la
JUSTICIA civil ni eclesiástica, que generalmente tienen procesos de justicia que
paradójicamente son bastantes INJUSTOS; sino por la JUSTICIA DIVINA,
principalmente la que nos revela Jesucristo: “Jesús quedó solo con la mujer,
que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: Mujer, ¿dónde están tus
acusadores? ¿Alguien te ha condenado? Ella le respondió: Nadie, Señor. Yo
tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante” (vv. 9 b- 11).
Se trata de una Justicia que busca el PERDÓN y NO la
CONDENA; una JUSTICIA que es MISERICORDIOSA y COMPASIVA fundada en el AMOR y NO
en el Odio y venganza; una JUSTICIA que busca la conversión del PECADOR para
que VIVA y NO muera, los cristianos: ¿Creemos en esta JUSTICIA DIVINA?
En realidad, no se trata solamente de CREER, sino de
VIVIR, o sea, hacerla PALPABLE en medio de nosotros, para ello, los cristianos
debemos seguir el “BUEN MENSAJE” de nuestro Maestro: “Jesús les dirigió una vez
más la palabra, diciendo: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida” (v. 12).
EVANGELIZAMOS:
Hoy más que nunca a luz de Jesucristo, ya que el mismo se
presenta como la LUZ del MUNDO, es que hemos contemplado nuestra vida bautismal
para discernir la invitación de Jesucristo a VIVIR en EMPATÍA hacia los demás;
cuando hacemos VIDA lo que hemos discernido es que estamos dando el gran paso
de la EVANGELIZACIÓN, paso que nos lleva a encontrar la LUZ de la VIDA:
¿Vivimos en la LUZ de Jesucristo?
En este sentido, la LUZ nos desafía a terminar con la
oscuridad, con nuestra vida de tinieblas en la que estamos la mayoría de las
personas, siendo uno más del mundo, en cambio, los cristianos NO DEBEMOS ser
uno más del mundo, sino que a ejemplo de nuestro maestro debemos ser LUZ del
mundo, recordando sus propias palabras: “Ustedes son la luz del mundo. No se
puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende
una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el
candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar
ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean
sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo” (Mateo 5, 14-16).
Por lo tanto, nos preguntamos: ¿Somos Luz del mundo?
Reconociendo que muchos más bien se preguntan lo
siguiente: ¿Cómo ser Luz del mundo? Desde hoy creemos y afirmamos que se es TENIENDO
empatía con la gente, sobre todo, NO CONDENAR al prójimo; sino más bien TENER compasión
hacia los demás: ¿Serás una persona empática y compasiva con los demás?
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