JESUCRISTO NOS REGALA EL PERDÓN
CONTEMPLAMOS:
En este tiempo de cuaresma, ya nos encontramos en la
cuarta semana, queremos seguir mirando la imagen de Jesucristo como aquel que
nos trae el Perdón de nuestros pecados, es lo que entendieron rápidamente sus
discípulos: “Hijos míos, les he escrito estas cosas para que no pequen. Pero si
alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo. Él es la
Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también
por los del mundo entero (1 Juan 2, 1-2). Desde esta perspectiva descubrimos
que Jesucristo muere por los pecados del mundo entero, y al morir por ellos
recibimos el PERDÓN DIVINO, por nuestros pecados pasados y los actuales;
claramente en este punto, muchos se aprovechan, ya que confían en el Perdón de
Dios, por ello, siguen cometiendo pecados, sin duda, esta no es la idea, aunque
los seres humanos, en general vemos una oportunidad y la aprovechamos en
nuestra conveniencia, como cuando encontramos a una persona que no sabe decir
que NO, por lo tanto, le pedimos uno y mil favores, porque sabemos que lo hará
por nosotros, de la misma manera actúan muchos cristianos con Jesucristo. Y
nosotros: ¿Cómo procedemos ante el perdón de nuestros pecados?
Recordemos las palabras de san Pedro: “Cristo murió una
vez por nuestros pecados –siendo justo, padeció por la injusticia– para
llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en su carne, fue vivificado en el
Espíritu” (1 Pedro 3, 18). Sabiendo que Jesucristo murió en la CRUZ por nuestra
liberación, la de nuestros pecados personales, muchos seguimos PECANDO una y
otra vez, quizás nos pasa lo que dice San Pablo en una de sus cartas: “Es
verdad que la Ley entró para que se multiplicaran las transgresiones, pero
donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Porque así como el pecado reinó
produciendo la muerte, también la gracia reinará por medio de la justicia para
la Vida eterna, por Jesucristo, nuestro Señor” (Romanos 5, 20-21).
Indudablemente podemos afirmar con san Pablo que donde abunda el Pecado abunda
la GRACIA DIVINA, aunque el cuidado que debemos tener es nuestras vidas, ya que
también en donde REINA el PECADO y no la GRACIA de Dios, se origina la MUERTE,
he allí el cuidado de cada cristiano, que NO REINE en nuestras existencias el
PECADO. Para ti: ¿Qué reina en tu vida el Pecado o la GRACIA?
En este sentido, tenemos que ver la vida unida al
acontecimiento final: “Y así como el destino de los hombres es morir una sola
vez, después de lo cual viene el Juicio, así también Cristo, después de haberse
ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, aparecerá por
segunda vez, ya no en relación con el pecado, sino para salvar a los que lo
esperan” (Hebreos 9, 27-28). Es una VIDA en miras de una salvación, para los que
esperamos y creemos en Jesucristo. Y TÚ: ¿Qué esperas recibir de Jesucristo?
DISCERNIMOS:
Desde lo que ESPERAMOS, queremos invitarlos a discernir sobre
el PERDÓN que nos regala Jesucristo, afirmando que nos ha regalado el PERDÓN en
el sacrificio de la CRUZ, olvidando todos nuestros pecados, así lo describe san
Pablo: “En el bautismo, ustedes fueron sepultados con él, y con él resucitaron,
por la fe en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos. Ustedes
estaban muertos a causa de sus pecados y de la incircuncisión de su carne, pero
Cristo los hizo revivir con él, perdonando todas nuestras faltas. El canceló el
acta de condenación que nos era contraria, con todas sus cláusulas, y la hizo
desaparecer clavándola en la cruz” (Colosenses 2, 12-14). Es decir, todos
nuestros pecados están clavados en la cruz de Jesucristo, en ese misterio, nos
hemos redimido, y en ese acontecimiento sacrificial hemos sido PERDONADOS de
todas nuestras faltas: ¿Qué faltas y pecados Dios nos ha perdonado en la
persona de Jesucristo?
Pensar en el Perdón Divino, está unido a reflexionar
sobre nuestra vida y nuestras situaciones de PECADO personal: ¿Qué hemos
cometido? ¿Cómo hemos respondido al Amor de Dios que se manifiesta en el
Perdón? Es lo que nos propone Jesucristo en los Santos Evangelios con una breve
parábola: “Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios,
el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda.
¿Cuál de los dos amará más?” (Lucas 7, 41-42). Una sencilla comparación para
entender el perdón y la respuesta del AMOR, ante esto nos podemos preguntar:
¿Cuánto amor manifiesto a Dios por el PERDÓN de mis pecados?
Esa cantidad de amor, es la que mide Jesucristo, ante el
fariseo Simón, veamos la continuación de la explicación de Jesucristo: “Simón
contestó: Pienso que aquel a quien perdonó más. Jesús le dijo: «Has juzgado
bien». Y volviéndose hacia la mujer, dijo de Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en
tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con
sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio,
desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella
derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos
pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a
quien se le perdona poco, demuestra poco amor” (Lucas 7, 43-47). Nos quedamos
con la parte que nos interesa para explicar nuestro punto, si sentimos que DIOS
nos ha perdonado MUCHO, es muy probable que nuestra respuesta de AMOR sea
proporcional a los pecados que DIOS no ha perdonado, aunque recordemos que aquí
sucede algo inverso, la mujer manifiesta su AMOR a Jesucristo en los signos que
el mismo describe, para diferenciarlo del cariño y afecto que le expreso Simón,
el Fariseo; y desde ese AMOR manifestado de la mujer, recibe el Perdón: “Después
dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados». Los invitados pensaron: ¿Quién
es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados? Pero Jesús dijo a la
mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz” (Lucas 7, 48-50). Y nosotros: ¿Estamos
en PAZ?
Al querer unir nuestro tema central, sobre el regalo del
Perdón que nos trae Jesucristo, con la PAZ, nos referimos a esa PAZ INTERIOR,
la que nos hace vivir libremente, sin cargas, ni deudas ni ataduras con nadie;
tal vez, es lo que nos falta a muchos de nosotros, y no porque no hayamos
RECIBIDO el Perdón Divino, sino porque hemos quedado en DEUDA con DIOS; en el
sentido, de tener una DEUDA de AMOR, como vivir en ese AMOR como la mujer
pecadora, o como RESPONDER al AMOR DIVINO, lo que hemos denominado en la
categoría sacramental: “PENITENCIA”, creemos que malamente, ya que pensamos que
el sentido debe ser TESTIMONIAL, una reparación proporcional al daño causado y
una coherencia de vida que denota una restauración interior que conlleva una
renovación exterior, de mis palabras y actos: ¿Es así para nosotros? Claramente
la confesión sacramental NO sirve para esto, porque dar un par de Padre Nuestro
o Ave María, un Rosario o asistir a una misa, la mayoría de veces NO REPARA en
nada el daño causado y menos es testimonio de un cambio de vida, solamente es
más de los mismo, si antes de PECAR, también realizabas los mismo rezos, e
igual cometiste esos PECADOS, en verdad, es que no hemos VALORADO el AMOR de
Dios, en una respuesta consciente y responsable de nuestra parte. Y TÚ: ¿Cómo
respondes al regalo del Perdón Divino?
EVANGELIZAMOS:
Nuestra respuesta no debe ser de PALABRA; sino de OBRAS,
es a la luz de Jesucristo, que lo contemplamos a diario y con Él cual discernimos,
en cada momento de nuestras vidas, sobre todo en los momentos importantes y
cruciales para nuestra existencia humana, es en donde recomienza nuestra
EVANGELIZACIÓN; justamente queremos señalar RECOMENZAR con el sentido y la
intención de cada instante de nuestra vida, en cada momento tenemos la
posibilidad de volver a EMPEZAR, en palabras de la espiritualidad, se trata de
un RENACER. Y nosotros: ¿Cómo renacemos al Perdón Divino?
Indudablemente con la actitud del ARREPENTIMIENTO, que
sería solamente el primer paso, es el inicio, una vez que hemos RECONOCIDO
nuestros “PECADOS”, nos arrepentimos y reparamos con una nueva forma de VIDA,
una vida de Gracia Divina, que conlleva nuestra respuesta de AMOR, y todo esto,
creemos y aseguramos que nos conducirá a esa PAZ interior tan anhelada por el
ser humano. Y TÚ: ¿Estas en PAZ con tus pecados?
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