JESUCRISTO NOS ENSEÑA A SALVAR LO PERDIDO

 CONTEMPLAMOS:


Este jueves queremos contemplar a Jesucristo desde sus emociones más profundas por la HUMANIDAD: “Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9, 36). Ciertamente hoy no es distinto, seguimos siendo una multitud abatida por preocupaciones, en deudas con créditos, en deudas por consumo de elementos básicos para nuestra subsistencia humana, del trabajo, de los viajes a diario para llegar al hogar y a trabajar, indudablemente una situación penosa y triste que desde Jesucristo clama al CIELO por COMPASIÓN entre nosotros mismos: ¿Qué clase de sociedad estamos construyendo? ¿Qué clase de Sociedad queremos para el futuro, el propio y el de las futuras generaciones?

 

Jesucristo contempla, desde su compasión y la fatiga de las personas, una necesidad, la necesidad de un PASTOR, hoy diríamos de un “LIDER”, alguien que congregue, una persona que sea testimonio viviente, que sea fiel a sus palabras y sus promesas, un ser que no nos MIENTA, ni nos engañe, esa figura en los Santos Evangelios, aparece como la imagen del Buen Pastor: “Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye. El lobo las arrebata y la dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí –como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre– y doy mi vida por las ovejas” (Juan 10, 11-15). Quizás el problema no radica, en el BUEN PASTOR, sino en nosotros, que no somos parte del rebaño, ya que nos hemos alejado y perdido de las PALABRAS de Jesucristo, de su recta intención, ante esto, nos preguntamos: ¿Hemos permitido que Jesucristo sea el Buen Pastor de nuestras vidas?

 

Este permiso, implica poner toda nuestra VOLUNTAD en la sintonía de Jesucristo, no solamente para guiar nuestros pasos, cuidarnos o buscarnos cuando nos perdemos, sino para que vivamos en una constante y permanente salvación divina; es aquí en dónde toma sentido las palabras de Jesucristo, cuando las hacemos vida: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombres es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido» (Lucas 19, 9-10). Hoy como a Zaqueo, sigue llegando la salvación a cada uno de nosotros, a cada hogar, ya que Jesucristo sigue viniendo a cada uno de nosotros para cumplir su misión como hijo del Hombre: “SALVAR” lo perdido, y no es que solamente nos encontremos perdidos en el PECADO; y sumergido en situaciones de MAL en nuestras vidas, sino porque vivimos como si DIOS no fuera importante para nuestras vidas, escuchamos sus palabras, aunque no PENETRAN en nuestro interior, en definitiva, no vivimos en las ENSEÑANZAS de Jesucristo: Y TÚ: ¿Lo vives?

 

 

DISCERNIMOS:

 

Es lo que deseamos que logremos discernir juntos a la Palabra de Jesucristo, que dirige a sus discípulos, para ello, tomaremos parte del capítulo 18 del Evangelio según San Mateo: “Porque el Hijo del Hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido”(v. 11). Destacando la misión de Jesucristo, el Hijo del Hombre, viene a “SALVAR”, y nosotros: ¿Nos sentimos y creemos ser personas salvadas por Jesucristo?  Con esta interrogante NO queremos centrarnos en el cuándo, ni el cómo sucedió para cada uno de nosotros, sino desde nuestra FE y RAZÓN: ¿Lo creemos?, y desde nuestras emociones y sentimientos: ¿Lo sentimos?

 

Con nuestro discernimiento personal, traemos el Evangelio a nuestras vidas: “¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?” (v.12). Al leer el inicio de esta parábola, una comparación con la vida de los pastores de ovejas; les invitamos a compararnos con las ovejas, en un primer momento, en el sentido de estar extraviados en el camino de nuestras vidas: ¿Estamos extraviados y perdidos en nuestra vivencia de cristianos?

 

Seamos sinceros, la mayoría vivimos sumergidos en el mundo actual, sin mayor referencia a las palabras del “Buen Pastor”; ahora bien, veamos el segundo aspecto: “Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron” (v. 13). Pensando y reflexionando en las situaciones de alegría: ¿Nos produce alegría la conversión de los demás?, y en cada uno de nosotros: ¿Nos produce alegría haber sido encontrados por Dios?

 

Esta alegría se une a un tercer aspecto, la voluntad divina: “De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños” (v. 14). Es voluntad de Dios que ninguno se PIERDA, es decir, que todos seamos encontrados y por lo tanto, ser salvados por DIOS en Jesucristo, esto CREEMOS que lo realizo en los acontecimientos que celebraremos en la próxima Semana Santa; aunque muchos nos podemos preguntar: ¿Cómo buscar al hermano, al prójimo, que se encuentra todavía perdido y extraviado?

 

Aquí ya la misión y la tarea de cumplir con la voluntad divina, no es solamente de Jesucristo y del Espíritu SANTO, sino que también es la tarea de cada cristiano, en las palabras de Jesucristo a sus discípulos, ya que creemos ser sus seguidores, estas palabras son dichas para nosotros: “Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano” (v 15). En continuidad al texto, Jesucristo nos dice que si un hermano se ha extraviado por sus “PECADOS” es nuestra tarea corregirlo en “PRIVADO”: ¿Cuántas veces hemos ayudado a personas a corregir sus faltas?

 

Seguramente muy pocas veces, y quizás algunos nunca lo han hecho, entonces: ¿Cómo se seguirán salvando las personas? ¿Cómo se encontraran con el Salvador? Aunque el texto apunta a otra dirección, a la persona que NO ve su FALTA; o NO ve su extravío, a esa persona, que no quiso escuchar la corrección fraterna, debemos ir con más personas: “Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos” (v. 16). Como toda situación en la vida, es bueno buscar la ayuda de mediadores en la vida, para los cristianos, Jesucristo es el único Mediador, aunque debemos reconocer que en el mundo actual necesitamos constantemente mediadores que nos ayuden a hacer más llevadera la vida humana, y para los creyentes, vivir mejor nuestra FE: ¿Hemos participado como testigo para ayudar a un hermano que necesita de apoyo y comprensión?

 

Es aquí, en donde toma sentido, la comunidad cristiana, la Iglesia, que somos todas las personas que creemos en Jesucristo, NO los lugares; además  aquí se traduce de manera inadecuada el término “IGLESIA” por comunidad: “Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o republicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo” (v. 17-18). Es en nuestra Iglesia, en el conjunto de personas que atamos y desatamos, con la recta intención de atar y desatar para lograr el OBJETIVO: “SALVAR a lo que está perdido”. A partir de estos logros comunitarios, se produce la alegría, no solamente terrena, sino celestial: «Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse» (Lucas 15, 7).

 

 

EVANGELIZAMOS:

 

Muchos queremos vivir en la FELICIDAD, en la alegría, y la alegría esta en compartir con los demás, el camino de la CONVERSIÓN, cuando ayudamos a OTROS se produce la alegría, aquí la invitación va en AYUDAR al prójimo, a la luz de las enseñanzas de Jesucristo, ya que al contemplarlo y al discernir sobre su vida, podemos imitarlo, y con ello EVANGELIZAR con una VIDA RENOVADA: ¿Quieres vivir en la alegría de la renovación personal y comunitaria?

 

Es nuestra invitación como Iglesia Trinitaria, Apostólica y Ecuménica (ITAE); a formar pequeños grupos de personas que AYUDEN a SALVAR a los demás, algunas veces SALVARLES la Vida ante la violencia intrafamiliar, otras tantas en manifestaciones de ayuda material, emocional, corporal y espiritual; entonces: ¿Cómo haremos vida la enseñanza de Jesucristo: Salvar lo perdido? Y TÚ: ¿Cómo lo harás en tu entorno familiar, laboral, educativo, social y cultural?

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