JESUCRISTO Y JOVEN RICO

 CONTEMPLAMOS:


Este jueves nos adentraremos en el encuentro de Jesucristo y el Hombre Rico, texto evangélico conocido como: “El Joven Rico”; narración que se encuentra en los evangelios sinópticos, o sea, en tres de los cuatro Santos Evangelios, para nuestra lectura de hoy usaremos la versión de San Marcos, aunque también la encontramos en San Lucas y San Mateo, es decir, el único Evangelio que no contiene este encuentro es el Evangelio de San Juan, dicha esta pequeña introducción les queremos invitar a CONTEMPLAR la realidad de las personas ricas: ¿Cómo viven los ricos hoy en día?

 

La mayoría de ellos viven en grandes mansiones y casas inmensas con grandes lujos y comodidades, en general, apartados del resto de las personas; al mirar esta realidad de los ricos, la estamos contraponiendo a otra realidad, la de las personas pobres, como si hubiera una eterna RIVALIDAD y ENEMISTAD entre los RICOS y los POBRES; más allá de las emociones que puedan surgir en nuestro interior al pensar en personas millonarias, que en la actualidad son grandes empresarios, por diversas de razones, algunos Jeques por el Petróleo, que además han comprado varios equipos de fútbol para diversificar sus inversiones y obtener más dinero; otros que son millonarios por la tecnología, creadores de redes sociales o de marcas de equipos tecnológicos; algunos son dueños de grandes marcas automotrices o de vehículos de transporte; algunos más por la medicina, laboratorios creadores de vacunas; y así podemos seguir enumerando cosas que hacen millonarias a las personas, ahora bien, pasemos del ser Millonario a SER una persona RICA, que consiste en tener bienes; en este línea de reflexión, le podemos asignar otro sentido a los bienes materiales, entonces, nos preguntamos: ¿Qué hace que una persona sea considera RICA?

 

Desde nuestra mirada personal sobre las riquezas, les invitamos a CONTEMPLAR a las personas, no mirando sus posesiones, ni los bienes que pueden tener, sino más bien a la PERSONA, sin adjetivos calificativos, más allá de la división socio económico que podamos realizar en la actualidad: Personas vulnerables, personas pobres, personas indigentes, personas de clase media baja, media o alta, ricos o multimillonarios; en verdad, más allá de lo que tenemos lo que debe importar es lo que SOMOS; cuando miramos lo que SOMOS nos descubrimos iguales, en ocasiones con vacíos existenciales, personas con emociones y sentimientos, personas que vivimos con miedo, entre amor y desamores, o sea, logramos descubrir nuestras similitudes y que SOMOS más parecidos de lo que creemos; cuando somos capaces de eliminar nuestros prejuicios por las diferencias socio-económicas, logramos mirar al SER, a la PERSONA, al que sueña, al que anhela, al que desea, y en la mayoría de veces buscamos lo mismo: LA FELICIDAD; y en el sentido de los creyentes, es la búsqueda de la VIDA ETERNA; ya sea que la llamemos: Paraíso, Cielo, Reino de Dios, Morada de los Bienaventurados o Valhalla. Y TÚ: ¿Qué buscas?

 

 

DISCERNIMOS:

 

Desde la pregunta sobre la búsqueda humana, es que miraremos este encuentro entre Jesucristo y el hombre rico, que justamente se inicia con la intención de BUSCAR algo que trascienda nuestra existencia como seres humanos: “Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?” (Marcos 10, 17). Es la iniciativa del hombre que lo lleva a este encuentro con el Hijo de Dios, y como en signo de adoración y súplica le realiza la pregunta sobre la herencia de la Vida ETERNA; no está preguntando: ¿Si existe el paraíso o el cielo o la vida eterna?, sino que desde la afirmación de su existencia, él manifiesta su DESEO de heredad esa Vida Eterna en el Reino de Dios: ¿Cómo se logra?

 

En el sentido del ¿Cómo? Muchas religiones manifiestan a sus adeptos que deben seguir un camino de iluminación, de perfección o de santidad; otras en cambio, manifiestan que se ese camino se puede simplificar con la MUERTE, claramente que no cualquier muerte, sino de Sacrificio, una de MARTIRIO, es así, como la Iglesia Católica y varias Iglesias Católicas y Apostólicas celebran a sus mártires como si ya estuvieran en el Reino de Dios, lo mismo hacen los musulmanes con aquellos que mueren martirizados en  la batalla sagrada en contra de los paganos; no era muy distinto en algunas culturas, como los vikingos, que van a la fiesta con sus dioses si fueron muertos en batalla, es decir, peleando; acaso no es para muchos lo mismo en la FE CRISTIANA: Un Combate, quizás inspirados por las palabras del Apóstol Pablo: “Yo ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hay aguardado con amor su Manifestación” (2 Timoteo 4, 6-8). Y para los cristianos: ¿Cómo llevamos nuestro combate de la fe?

 

Es una forma de verlo, la otra es discernir la propuesta de Jesucristo, y descubrir su enseñanza para nosotros, sus seguidores en las palabras que dirige al hombre rico: “Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre” (vv. 18-19). En primer lugar, le clarifica que la bondad es solamente divina, por lo tanto, si somos buenos es porque nos nutrimos de Dios, en este caso, nutrirnos, significa alimentarnos de sus mandamientos divinos; y en segundo lugar, desde la literalidad, descubrimos que Jesucristo nos enumera algunos mandamientos divinos, por lo menos, seis, cinco de los cuales pertenecen a los Diez Mandamientos: del cuarto al octavo en muchas de nuestras traducciones: 4.- Honrar a tu padre y a tu madre; 5.- No matarás; 6.- No cometerás adulterio; 7.- No robarás; 8.- No darás falso testimonio; ante esta lista, nos podemos preguntar: ¿Los cumplimos?

 

Puede que sea así para muchos cristianos, aunque debemos reconocer que deben haber varias personas cristianas, que NO los cumplen; más si agregamos ese mandamiento que enumera Jesucristo, del cual NO tenemos mayor referencia bíblica: “NO perjudicarás a nadie”; ante esto, se sumarían muchas personas, ya que muchos hemos DAÑADO a otros, incluso a veces de manera inconsciente o sin intención, ya que con nuestras palabras, gestos y hechos en alguna ocasión o varias veces hemos provocado daño en nuestro prójimo; es lo que confiesa otro personaje Rico de los Evangelios: Zaqueo; recordemos lo que dice: “Y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más” (Lucas 19, 8b). Al parecer, Jesucristo constantemente le preguntaba y cuestionada a las personas, si habían perjudicado a ALGUIEN, Zaqueo reconoce que SI, por lo tanto, le devolvería cuatro veces más; aunque en este caso, del hombre Rico, aquel sin nombre para los evangelios sinópticos; es diferente, por su respuesta: “El hombre le respondió: Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud” (v. 20).

 

Una respuesta que nos puede dejar mudos, o todo lo contrario criticando como es nuestra mala costumbre, por ejemplo: diríamos que soberbia creerse que CUMPLE TODOS los mandamientos desde su juventud, a donde la vio, si nosotros lo conocemos; ahora bien, si fuéramos personas más reflexivas, seríamos capaces de mirarnos a nosotros mismos y cuestionarnos sobre este último punto: ¿A qué personas hemos hecho daño a lo largo de nuestra vida?

 

Lo más doloroso puede ser TOMAR CONSCIENCIA que hemos dañado a los seres amados, a aquellas personas que le prometimos NUNCA DAÑAR; aunque creemos y afirmamos que es PEOR, si nos HEMOS HECHO DAÑO a nosotros mismos, y sucede más seguido de los CREEMOS; muchos estamos dañados por nuestras propias decisiones, cargas emocionales, y expectativas de la vida y de los demás, por no aceptar y asumir la realidad; una realidad que para el hombre rico se contrapone con lo que le presenta Jesucristo: “Jesús lo miró con amor y le dijo: Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme” (v. 21). Primero, una mirada de AMOR: ¿Cuántas veces hemos sentido la mirada del Amor divino en nuestras vidas?

 

Esperamos que hayan sido muchas, SER CAPACES de reconocer el amor que Dios nos da, como lo dice san Juan: “Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados” (1 Juan 4, 9-10). Ciertamente Dios nos AMA en la persona de Jesucristo, con ese mismo AMOR nos exige, nos invita, que es lo segundo, que hace con el hombre rico: Vende TODO, DAR a los pobres; una vez despojado de TODOS TUS BIENES; “VEN Y SÍGUEME”, y nosotros, los cristianos: ¿Estamos dispuestos a hacer vida esta propuesta de Jesucristo?

 

Tal vez para un joven que no POSEE mucho, sería fácil; aunque para nosotros la pregunta complica: ¿Estamos dispuestos a DEJAR TODO por seguir a Jesucristo? Ante esta gran pregunta veamos que paso con el hombre rico: “El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes” (v. 22). Todo este encuentro le PRODUJO tristeza, amargura, por ser INCAPAZ de renunciar a TODO para alcanzar la Vida ETERNA; más lamentable, es hoy en día, porque muchos se encuentran con este mensaje cristiano, y les da lo mismo decir NO al HIJO de Dios, ni siquiera les causa DOLOR en su interior, dicen NO y siguen su vida como si NADA; que pasa con esas personas: ¿Eran creyentes? ¿Eran realmente cristianos, aunque millones de ellos han recibido el Bautismo o han sido presentados al Señor?

 

Más allá de nuestra propia reflexión sobre este tema, nos queda el desafío y la invitación de Jesucristo: VENDER todas nuestras riquezas, sino nuevamente escucharemos la exclamación del Maestro: “Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!” (v. 23). Y TÚ: ¿Quieres entrar al Reino de Dios?

 

 

EVANGELIZAMOS:

 

Creemos que a luz de Jesucristo para los cristianos, nuestra respuesta es SI, queremos entrar; ahora bien al contemplar esta realidad en nosotros, nace un nuevo discernimiento, que se transformará con posterioridad en una nueva EVANGELIZACIÓN de nuestras existencias cristianas: ¿Estamos dispuestos a vivir en esa constante renovación interior que nos lleva toda la vida terrena?

 

Es aquí en dónde se juega nuestro FIN, el estar dispuestos es lo que nos conducirá a la VIDA ETERNA; que le digamos SI, aunque lo traicionemos como San Pedro, ya que la importancia no se encuentra en CAER, sino en LEVANTARSE y caminar junto a JESUCRISTO, en IR (venir) y SEGUIRLO: ¿Queremos seguir a Jesucristo?

 

El mayor desafío cristiano, será SEGUIRLO no a tu manera o pinta, sino a la forma y estilo de JESUCRISTO, según las enseñanzas del MAESTRO, ahora entendido este mayor desafío, en verdad, con sinceridad de corazón: ¿ACEPTAS seguir a Jesucristo?

 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿Cómo es nuestra relación con Jesucristo?

¿Cómo es nuestra Fe?

¿Cómo percibimos el Envío Misionero que DIOS nos realiza?