¿CÓMO SE NOS REVELA LA DIVINIDAD DE JESUCRISTO?

 CONTEMPLAMOS:


Este segundo domingo del Tiempo de Cuaresma nos encontramos con el texto de la transfiguración del Señor, con ello, queremos contemplar la divinidad de Jesucristo, por ello, la pregunta de este día domingo, primer día de la semana: ¿Cómo se nos revela la divinidad de Jesucristo? Sin duda, los signos nos ayudan a reconocerlo, sobre todo los signos sacramentales, es muy probable que millones de católicos reconozcan a Jesucristo en la presencia del Santísimo Sacramento, en esa presencia de adoración a Jesús sacramentado sientan que están en un monte elevado como sucedió con los tres apóstoles que acompañaron a Jesucristo en el día de la transfiguración: “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz” (Mateo 17, 1-2). ¿Dónde encontramos la presencia divina de Jesucristo?

 

Ante la lectura de hoy, debemos afirmar que en lo alto de un monte, Pedro, Santiago y Juan lograron ver a Jesucristo como VERDADERO DIOS, ciertamente habían visto hacer muchos milagros a Jesucristo, aunque esta vez, lo vieron tal cual es, un SER RESPLANDECIENTE, una persona que brilla; como suelen haber muchas personas en la actualidad, personas que resplandecen con su presencia, con su gran energía, otros dirán con una buena aura, bueno aquí es mucho más que eso, no solamente se trata de mostrar en plenitud la Humanidad de Jesucristo, sino que se manifiesta lo que aparece oculto a simple vista, ya que la mayoría ve a un hombre judío de unos treinta años, ahora se ve al mismo DIOS, que en su explicación para esos apóstoles era tan luminoso como el SOL, de allí seguramente la comparación que escribe el Evangelista Lucas en boca de Zacarías: “Gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del Sol naciente, para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (Lucas 1, 78-79). Ya que hemos reconocido la divinidad de Jesucristo: ¿Vivimos iluminados por su presencia divina?

 

Sin duda, millones de creyentes manifiestan la cercanía de Dios en sus vidas, que Dios siempre está con ellos, si Dios siempre está con nosotros: ¿Por qué a veces nos sentimos tan vacíos y faltos de algunas cosas? En realidad, los creyentes vivimos constantemente negando la presencia divina en cada momento; desconsolados como los que no CREEN en Dios, infelices como si no tuviéramos a Dios; viviendo en las tinieblas de la tentación y del pecado, como si no tuviéramos a la LUZ del mundo en nuestras vidas: ¿Qué nos pasa como creyentes? ¿Cómo vivimos nuestro cristianismo? Si, al igual que Pedro, Santiago y Juan, hemos visto la presencia divina de Jesucristo y creemos en Él, afirmamos que se encuentra en medio de nosotros: ¿Por qué NO se logra manifestar en plenitud de Gracia en nuestras vidas y en nuestro entorno comunitario, cultural y social?

 

 

DISCERNIMOS:

 

Desde esta falta de PLENITUD es que queremos discernir sobre la revelación divina de Jesucristo en el acontecimiento de la transfiguración, para ello, seguiremos utilizando el Evangelio de Mateo, aunque este hecho se narra en los demás Evangelios Sinópticos; desde la manifestación divina de Jesucristo, se nos revela parte de la Vida Eterna en la presencia de las personas del cielo que acompañan a Jesucristo, y la PLENITUD de las Sagradas Escrituras para los judíos: La Ley y los Profetas; en estos dos grandes personajes del Judaísmo: “De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús” (Mateo 17, 3). Estos enviados de Dios, se transforman en su momento en la presencia de Dios para el pueblo de Israel, en la liberación de la esclavitud de Egipto con Moisés y en la posterior predicación de Elías como profeta de Dios; de la misma manera, seguimos teniendo personas enviadas por Dios para iluminar a las personas: ¿Cómo hemos acogido en nuestras vidas la iluminación divina?

 

Tal vez, nuestra recepción ha llegado por medio de la palabra de muchos o solamente de una persona, que nos acompañó en el proceso para recibir un sacramento, o participar de alguna celebración comunitaria u otro encuentro espiritual; ciertamente debió ser un momento importante para la vida de la persona, como cuando algunas personas recuerdan el día de su confirmación o de la primera comunión como el momento más importante del encuentro con Jesucristo, uno deseaba que nunca termine ese día, es lo mismo, que sienten los discípulos, y se lo hacen saber al Maestro: “Pedro dijo a Jesús: Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantará aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías” (v. 4). ¿Qué momento junto a Dios, quisiéramos que se repita en nuestras vidas?

 

Demos un paso más, desde nuestras emociones, la alegría de esos momentos vividos, descubramos que se nos revelo: ¿Qué aprendimos de Dios ese día? ¿Qué compromiso hicimos con Dios? Más allá de si hemos cumplido o no con nuestros compromisos adquiridos con Dios, nos debe quedar lo aprendido y una vez aprendido debe hacerse VIDA: ¿Lo estamos realizando? Desde este análisis les invitamos a ver que descubren Pedro, Santiago y Juan ese día de la transfiguración del Señor: “Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo” (v. 5). Reciben la PALABRA de Dios, una afirmación, que Jesucristo es el Hijo de Dios; un Hijo muy querido, amado, el predilecto de Dios Padre; y desde esta afirmación, podemos entender la petición de que lo ESCUCHEMOS; ahora bien, para las Sagradas Escrituras en el término: ESCUCHAR; conlleva obedecer, por lo tanto, desde las revelaciones divinas descubrimos que la PALABRA de Dios se revela en Jesucristo, por lo tanto, debemos OBEDECERLE, los cristianos: ¿Obedecemos a Jesucristo?

 

Quizás nos sucede lo mismo que a los Apóstoles, al escuchar la PALABRA de Dios, sentimos miedo y nos paralizamos, por ello, nos cuesta hacer vida su PALABRA: “Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor” (v. 6). Es la presencia de Jesucristo en el Espíritu Santo que puede calmar nuestros miedos, su cercanía: ¿Cómo estamos unidos a Jesucristo? Indudablemente para ellos fue más sencillo, lo tenían en carne y hueso: “Jesús se acercó a ellos, y tocándolos, les dijo: Levántense, no tengan miedo” (v. 7). Los invito a NO TENER MIEDO, invitación que sigue haciendo a cada uno de nosotros: “NO TENGAS MIEDO”, yo estoy contigo, nos diría Jesucristo, aunque a veces nos pase lo siguiente: “Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo” (v. 8). Estemos solos o seamos unas pocas personas que sigamos el auténtico camino del Señor, ya que reconocemos y creemos que Jesucristo sigue con nosotros: ¿Cómo experimentas tu cercanía con Jesucristo? ¿Qué te dice, que te pide, que te ordena realizar y hacer en tu vida?

 

“Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos” (v. 9). Una orden hasta el cumplimiento de un acontecimiento, hasta su resurrección; que más le preguntaríamos a Jesucristo, en los discípulos surgió una interrogante desde lo que enseñaban los escribas, los judíos: “Entonces los discípulos le preguntaron: ¿Por qué dicen los escribas que primero debe venir Elías?” (v. 10). Seguramente desde nosotros, surgen muchas preguntas cuando confrontamos nuestra lectura personal de los Santos Evangelios con la enseñanza de nuestras religiones y comunidades cristianas por medio de nuestros pastores; por ejemplo: ¿Por qué tener Obispos si Jesucristo nunca eligió un Obispo o Sacerdote? Sabemos que solamente escogió 12 Apóstoles entre los discípulos que lo seguían por todas partes, tal vez, en algún momento logremos comprender totalmente las palabras y hechos de Jesucristo: “El respondió: Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas; pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Y también harán padecer al Hijo del hombre. Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista” (vv. 11-13). Por más que vengan algunos a poner las cosas en ORDEN, como lo hizo Juan Bautista; o el mismo Hijo de Dios, muchos seguirán su propio camino, de hacer lo que quieran, lo que les dé la gana realizar, aunque en ese camino hagan SUFRIR y causen daño a las demás personas, incluido a sus seres amados. Y TÚ: ¿Eres una persona que ordena o que hace lo que quiere?

 

 

EVANGELIZAMOS:

 

Desde nuestro reconocimiento sobre la divinidad de Jesucristo, que podemos contemplar al leer el Evangelio de este domingo; logramos discernir, lo que se nos ha revelado, los cristianos debemos ESCUCHAR a Jesucristo, y a partir, de esta escucha, poner en PRÁCTICA lo que nos dice el Maestro, cuando lo realizamos, es que estamos EVANGELIZANDO: ¿Cómo Evangelizas tu vida y tu entorno familiar?

 

Esto va más allá de la PREDICACIÓN, de nuestras palabras proféticas, que ciertamente deben estar presente: Decir lo que Dios quiere que digamos a los demás; aunque no pueden ser palabras vacías, sino que deben ser PALABRAS que se encarnan en nuestra propia existencia, de eso se trata ESCUCHAR a Jesucristo, de hacer vida lo que se nos REVELADO como PALABRA DIVINA, por lo tanto, nos preguntamos cómo comunidad cristiana: ¿Estamos cumpliendo fielmente la Palabra de Dios? Y PARA TI: ¿Vives en tu vida la PALABRA de Jesucristo?

 

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