JESUCRISTO, HIJO AMADO DE DIOS PADRE
CONTEMPLAMOS:
El domingo recién pasado hemos celebrado la festividad
del Bautismo del Señor en donde contemplamos la manifestación de Dios, visto en
tres formas: Jesús, una voz y una paloma; ya que consideramos que en Jesús se
manifiesta el HIJO Eterno de Dios; en la paloma vemos la presencia de Dios
Espíritu Santo; y en la VOZ creemos que es Dios Padre que habla a su HIJO: ¿Qué
es lo que dice el Padre?
«Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda
mi predilección» (Lucas 4, 22). Justamente es el tema que queremos profundizar
en este artículo teológico: EL AMOR de DIOS PADRE a su HIJO DIVINO; desde la
VOZ DIVINA es que contemplamos esta realidad de AMOR; un DIOS que AMA a su
HIJO, que ha sido enviado por ÉL para cumplir una misión en la humanidad, la
tarea de la redención de las personas; para ello, se requiere, desde la mirada
sacerdotal un SACRIFICIO; para realizar este SACRIFICIO se necesita una
OFRENDA, o sea, algo que se debe SACRIFICAR, aquí es en dónde el HIJO juega un
rol mayor, ya que Él OFRECE y SE OFRECE a sí mismo para cumplir la misión
divina con su entrega en la CRUZ por el perdón de los pecados de toda la
humanidad: ¿Aceptamos en nuestra vida este SACRIFICIO?
Aquí es en dónde pueden surgir varias preguntas: ¿Cómo
podemos tener un DIOS que ofrece su a propio HIJO a morir en una cruz? Además
de tolerar el desprecio de los seres humanos, los insultos, los golpes, los
azotes, el camino de cargar con una cruz como un delincuente: ¿Cómo un PADRE permite
que su HIJO sufra de tal manera? Solamente cuando somos capaces de razonar y
entender que la VIDA requiere SACRIFICIO por un bien mayor, y que cada
SACRIFICIO de AMOR conlleva dolor y sufrimiento: ¿Seremos capaces de comprender
que el AMOR CRISTIANO va unido al dolor humano?
DISCERNIMOS:
Al discernir sobre la vida de Jesucristo, contemplando la
VOZ en el día del Bautismo, también podemos recordar y reflexionar en la otra
ocasión que habla el PADRE, las dos veces que los Evangelios nos hacen escuchar
la voz divina: “Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió
con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: Este es mi Hijo muy
querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo” (Mateo 17, 5). Se
trata del hecho de la Transfiguración del SEÑOR, estas dos ocasiones oímos la
VOZ de DIOS PADRE, en las dos afirma, que JESUCRISTO es su Hijo AMADO, el muy
querido, en quién ha puesto toda su predilección, o sea, ha sido elegido de
manera especial: ¿Para qué?
En el sentido teológico siempre nos debemos preguntar el
¿Para qué? Más que un ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Dónde? y/o ¿Cuándo? Lo que nos debe
importar en la relación con Dios es el ¿Para qué? suceden los acontecimientos
que DIOS TRINIDAD permite, es justamente en el ¿Para qué? que hoy encontramos
una invitación del mismo DIOS PADRE; se trata de ESCUCHAR a su HIJO,
lamentablemente muchos cristianos hemos dejado de escuchar al MESÍAS y al
SALVADOR, a veces, escuchamos más la voz de nuestra propia consciencia, la voz
de aquellos que han abusado en nuestra consciencia o las voces de otras
personas que nos dicen cómo debemos vivir nuestras existencias, cómo debemos
comportarnos o como tenemos que SER, en vez de ESCUCHAR a DIOS que se
manifiesta en Jesucristo, ese día: Pedro, Santiago y Juan vieron y comprobaron
que JESUCRISTO es verdaderamente el HIJO de DIOS, tuvieron certeza absoluta,
por ello, ya escucharlo tenía una mayor fuerza, no tan solamente escuchaban al
PROFETA o al ser humano JESUCRISTO; sino que realmente escuchaban al HIJO de
DIOS, y con ello, tenían la certeza y la FE que Dios mismo le hablaba por medio
de Jesucristo; y si nosotros tenemos la misma CERTEZA, transmitida por la fe
cristiana: ¿Por qué no vivir conforme a las palabras de JESUCRISTO?
He aquí el desafío ser HIJOS AMADOS del Padre, se nos
olvida que el amor y la permanencia del AMOR está en el cumplimiento de
compromisos, como nos exige una relación de pareja, exclusividad, si digo AMAR
debo cumplir con la FIDELIDAD: ¿Cómo se expresa esta realidad entre Dios y nosotros?
Es lo que nos quiere revelar Jesucristo, en el contexto de la última cena con
sus discípulos, cuando les dice: “Como el Padre me amó, también yo los he amado
a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en
mi amor. Como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”
(Juan 15, 9-10). La permanencia del AMOR se origina en el cumplimiento de los
mandamientos del PADRE: ¿Hemos cumplido fielmente los mandamientos de DIOS
PADRE? ¿Hemos vivido nuestra existencia cristiana a ejemplo de Jesucristo?
En definitiva, se trata de CUMPLIR, para eso ha sido
elegido el eterno HIJO de DIOS, el AMADO, para cumplir el MANDATO DIVINO: “Porque
Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por
él” (Juan 3, 17). Un HIJO AMADO que viene a salvar el mundo, y que le exige al
mundo: ESCUCHAR, y desde esa ESCUCHA en su palabra y vida: CREER en Jesucristo,
más bien CREERLE: ¿Creemos en las PALABRAS de Jesucristo? Es aquí en dónde
muchos diremos SI, como cuando le decimos a alguien TE AMO; y después le somos
infieles, de la misma manera, le decimos SI a Dios en Jesucristo, que le
creemos, aunque a la hora de vivir NO cumplimos con su Palabra, como en la
explicación de la parábola del Sembrador de Jesucristo: “Hay otros que reciben
la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las
preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás
concupiscencias penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta
infructuosa” (Marcos 4, 18-19).
EVANGELIZAMOS:
A luz de este caminar en la contemplación y en el discernimiento
es que llegamos a la EVANGELIZACIÓN, con la recta intención de dar fruto, ser
como nos dice el Maestro, cuando nos explica sobre el Sembrador: “Y los que
reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan
y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno” (Marcos 4, 20).
Realmente quienes somos: ¿Tierra entre espinas o tierra buena?
Tal vez las dos formas habitan en nuestras vidas, y a veces, sin ser
tierra entre espinos, igualmente nos dejamos llevar por las preocupaciones del
mundo: Auto nuevo, un celular (último modelo), segunda casa para descansar,
ropa de marca, salir a vacacionar o comer en reconocidos lugares, pedir comida
en la casa, al fin y al cabo, llevar una vida de CONSUMISMO y no de AMOR
CRISTIANO, en verdad: ¿Cuál es nuestro signo de evangelización cristiana entre
los demás? ¿Qué reflejamos hacia el prójimo?
Nuestra respuesta puede quedar en el AIRE, en verdad,
esta vez no importa la PALABRA, sino el HECHO: VIVIR según las palabras del
HIJO AMADO: ¿Lo haremos?
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