JESUCRISTO, PALABRA HECHA CARNE

 CONTEMPLAMOS:


Hoy queremos invitarte a contemplar al Hijo de Dios, desde la eternidad de Dios Padre; recordando las palabras del Evangelista San Juan: “Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1, 14). Ciertamente en este día no podemos quedar indiferentes ante la celebración navideña, y por ello, queremos unir nuestro tema teológico de los jueves con el  acontecimiento de la ENCARNACIÓN: ¿Qué es lo que se encarna en Jesús de Nazareth? ¿Qué celebramos realmente el 25 de diciembre?

 

Más allá de la fecha, ya que no tenemos certeza sobre si realmente Jesucristo nació un día 25 de diciembre; muchos desde su fe cristiana, dicen que NACE el HIJO de DIOS; lo que denominamos el VERBO, que es lo que se ENCARNA o como hemos querido señalar hoy día: LA PALABRA, ahora bien, no se trata de cualquier palabra humana, sino de la PALABRA DIVINA; aquella que es eternamente FIEL, aunque se expresa en momentos muy distintos a los que esperamos cada uno de nosotros: los seres humanos; como sucede con la gran mayoría de los judíos que siguen esperando al Mesías, en cambio, los cristianos creemos que ya vino en el Nacimiento de Belén; otros en cada oración esperamos la actuación divina de forma inmediata, y a veces, sus tiempos no son nuestros tiempos, al parecer, lo mismo sucede con la ENCARNACIÓN del Hijo de Dios: ¿Por qué nacer hace más dos mil años, en un pueblo pequeño como Belén? Algunos más doctos y preparados dirán es porque las Sagradas Escrituras lo señalan, un descendiente del REY David, de su estirpe nacerá en Belén para darnos al Salvador, y algunos señalamos a nacido el SALVADOR de la humanidad, más que de un pueblo o de una Iglesia determinada, sino el gran SALVADOR: ¿Nos sentimos salvados con la venida de la PALABRA Divina? ¿Qué cambia en nuestra forma y estilo de vida humana si hemos escuchado y entendido la PALABRA Divina? ¿Realmente vivimos según las enseñanzas de JESUCRISTO; la PALABRA hecha carne entre nosotros?

 

 

DISCERNIMOS:

 

A la luz de estas interrogantes, queremos discernir sobre la PALABRA, como la traducimos desde el Evangelio de San Juan en su primer capítulo: “Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios” (v. 1). Desde aquí vemos que la PALABRA esta desde el principio: ¿Qué principio? Algunos señalarán de la creación, más allá de la forma de esta creación, lo importante a destacar es que la palabra es DIOS, para los que creemos en la Santísima Trinidad, es el HIJO de Dios, es decir, el PADRE y el HIJO, existían y estaban desde el PRINCIPIO: ¿Qué significa esto?

 

Ahora bien, el principio de San Juan es la creación, sin entrar en el tema si es creación desde la nada o desde la materia preexistente, vemos como se nos afirma que la palabra es la MEDIADORA; quizás como debe ser en todo, la PALABRA de cada uno de nosotros debe ser signo de MEDIACIÓN: “Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra
y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe” (V. 3). Ya que por medio de la PALABRA, es decir, por medio del HIJO se hicieron todas las cosas, y todo existe por medio de ella: ¿Creemos en esto?

 

Ya que CREER en esto, conlleva ante de todo PROFESAR que por JESUCRISTO existe toda la HUMANIDAD; incluso podemos ir más allá, si somos capaces de ampliar nuestra mirada al leer las palabras del evangelista: “En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (v. 4). Ya que la PALABRA ES VIDA, en Él radica toda la vida, la vida humana y toda VIDA que pueda existir, ya sea en los cielos y en la tierra; para los seres humanos, esta PALABRA; esta VIDA, se transforma en una LUZ para la humanidad, por lo tanto, por medio de la PALABRA somos capaces de VER; ya que para VER se necesita LUZ, LUZ que es JESUCRISTO: ¿Vives en la LUZ de Jesucristo que nace en Belén?

 

Para vivir en la LUZ debemos dar testimonio, como lo realizo Juan Bautista: “Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era luz, sino el testigo de la luz” (vv. 7-8). Para san Juan se trataba de ser TESTIGO de la luz, o sea, que por medio de su estilo de vida, los demás crean en la LUZ, en JESUCRISTO; que es la palabra que se ha hecho carne, ante esta realidad profética nos podemos cuestionar y preguntarnos: ¿Hemos sido buenos testigos y portadores de la LUZ?

 

Justamente esto es anunciar la PALABRA; ya que la PALABRA, la LUZ y la VIDA, son sinónimos en este sentido, porque todos se ENCARNAN en Jesucristo, como lo señala el mismo evangelio: “La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo,
ilumina a todo hombre” (v. 9). ¿Hemos permitido que la PALABRA ilumine toda nuestra existencia humana? Siendo sinceros con el cristianismo, su propagación y su vivencia, debemos señalar que NO, no hemos dejado que ILUMINE toda la VIDA humana. He aquí el desafío pendiente entre los cristianos, y que año a año, celebramos en la NAVIDAD; recordarnos que ha nacido el SALVADOR, y que la PALABRA de Dios se ha hecho carne, y que todavía NO hemos logrado que esa PALABRA se haga vida en cada CARNE, es decir, en cada ser humano: ¿Cuánto encarnas en tu existencia de la PALABRA divina?  

 

Desde este desafío: Que la PALABRA se siga haciendo CARNE en cada uno de nosotros, es bueno recordar y señalar que la PALABRA, sobre todo las palabras de Jesucristo que encontramos en los Santos Evangelios, deben SER de suma importancia para cada creyente, en especial, para cada CRISTIANO; en esta misma, toda palabra contenida en la Biblia Cristiana debe ser importante para cada creyente en el cristianismo; por esta razón, queremos recordar las palabras de la Carta a los HEBREOS: “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Ninguna cosa creada escapa a su vista, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas. Y ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado” (4, 12-15). Con esto queremos afirmar que es JESUCRISTO la PALABRA de Dios, por lo tanto, es ÉL quién debe entrar en nuestras existencias, siendo un SIGNO EFICAZ para nuestras vidas cristianas: ¿Hemos dejado que JESUCRISTO viva en nosotros, en nuestra ALMA? ¿Hemos permitido que la PALABRA hecha carne discierna nuestros pensamientos? ¿Hemos abierto nuestro corazón para que la LUZ vea nuestras reales intenciones?

 

Más allá de estas preguntas, algunos ya sabemos que aunque NO lo dejemos, NO lo permitamos y/o NO le abramos: ÉL ya sabe TODO de nosotros, y lo sabe porque compartió con nosotros, desde su nacimiento en Belén, nuestra naturaleza humana, y aunque sabe TODO de nosotros sigue siendo COMPASIVO con todos los seres humanos, por esta razón, la PALABRA se ha hecho CARNE en el NACIMIENTO de Belén. Y para esta Navidad: ¿NACERÁ la PALABRA de DIOS en nuestras vidas?

 

  

EVANGELIZAMOS:

 

A luz de la PALABRA hecha carne: al contemplar y discernir sobre la vida de Jesucristo, en este día, desde su Nacimiento en Belén, queremos adherirnos a la intención divina del Nacimiento del Salvador el perdón de nuestros pecados, y con esto los invitamos a  EVANGELIZAR desde nuestra propia existencia, ya que recibimos el perdón divino, día tras día: ¿Nos sentimos perdonados por DIOS? ¿Nos sentimos reconfortados en el niño Dios? ¿Estamos alegres por el Nacimiento del Salvador en el mundo?

 

No es menos cierto, que estamos preguntas desde la FE cristiana, es un SI, aunque desde nuestra humanidad, muchos siguen sintiéndose culpables de algún hecho o palabra; muchos sentimos con tristeza y dolor por la muerte de un ser querido, no hay consuelo que valga para muchas personas, y en verdad, siguen tristes más en estas celebraciones navideñas, entonces, al parecer, NO NOS hemos dejado TOCAR por JESUCRISTO, ya que el encuentro con Jesucristo, ya sea en la RESURRECCIÓN, y en el NACIMIENTO; debe provocar ALEGRÍA y ESPERANZA en todas las personas y en especial en todos los cristianos, más cuando nos encontramos con la PALABRA; que para ello, basta abrir las Sagradas Escrituras, recordando las palabras del Apóstol Pablo: “Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien” (2 Timoteo 3, 16-17). Un consejo para Timoteo, que puede ser para cada cristiano en este tiempo y siempre, DIOS ha inspirado las Escrituras, para estar con nosotros: ¿Sentimos allí su presencia?

 

Presencia que se manifiesta en PLENITUD con JESUCRISTO; que nace y vuelve a NACER, en nuestras familias y en cada CORAZÓN; que lo deja entrar: ¿Lo dejarás? Recordando que tenemos su PALABRA en las Escritura para enseñarnos, para corregirnos, para educarnos en la justicia, para conducirnos a la perfección divina, y para obrar siempre en el BIEN COMÚN. Y TÚ, ¿Cómo vivirás el año 2021?

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