YO SOY

 CONTEMPLAMOS:

 

Esta semana terminamos nuestra mirada sobre el título divino: “YO SOY”, recordando que es una revelación Divina, que el mismo Dios utiliza al hablar con Moisés: “Dios dijo a Moisés: «Yo soy el que soy». Luego añadió: Tú hablarás así a los israelitas: «Yo soy» me envió a ustedes” (Éxodo 3, 14). Este es el mismo título que utiliza constantemente Jesucristo para sí mismo, según el evangelio de San Juan, a la hora de dirigirse a los judíos de su tiempo; la revelación divina a Moisés era para su misión liberadora del PUEBLO de ISRAEL: “Y continuó diciendo a Moisés: Tú hablarás así a los israelitas: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, es el que me envía. Este es mi nombre para siempre y así será invocado en todos los tiempos futuros. Ve a reunir a los ancianos de Israel y diles: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: Yo los he visitado y he visto cómo los maltrataban los egipcios. Por eso decidí librarlos de la opresión que sufren en Egipto, para llevarlos al país de los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los jebuseos, a una tierra que mana leche y miel” (Éxodo 3, 15-17). En Jesucristo es para liberarnos de nuestros pecados: ¿Somos seres libres de nuestros pecados personales?

 

Durante varias semanas hemos contemplado y discernido sobre Jesucristo, como Dios, teniendo en  cuenta una mirada evangelizadora sobre: El Pan de vida; La Luz del mundo; La Puerta; El Buen Pastor; La Resurrección y la Vida; El Camino, la Verdad y la Vida; y la Verdadera VID; aunque el Evangelista San Juan nos ofrece algunas características del  “YO SOY”, que se encuentran en el mismo Evangelio y en el Libro del Apocalipsis, títulos que trataremos de discernir en este último artículo teológico sobre el YO SOY, ante lo cual, nos seguimos preguntando: ¿Quiénes somos?

 

 

DISCERNIMOS:

 

Al querer preguntarnos: ¿Quiénes somos?, o más bien, de manera personal: ¿Quién soy?, nos queremos adentrar en nosotros mismos, en nuestro interior para cuestionarnos e interrogarnos, teniendo en cuenta nuestra mirada sobre Jesucristo, modelo de la humanidad; si logramos realizar un análisis profundo de estas preguntas, descubriremos realmente quienes somos ante Dios, para los demás y para nosotros mismos; aunque quizás nos falta la humildad y valentía suficiente para enfrentarnos a nosotros mismos para discernir esta pregunta vital: ¿Quién soy?

 

Algunos se autodefinen desde sus obras, sus actividades o incluso por lo que poseen y tienen, a Jesucristo lo definían los demás, como un profeta, para los discípulos alguien más cercano: “Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros” (Juan 13, 13-14). Ciertamente era un Maestro y Señor que se hace servidor de sus discípulos; entonces es SERVIDOR o MAESTRO; quizás es lo mismo que nos pasa a nosotros, somos más de lo que creemos, somos hijos, no tan solamente de nuestros padres biológicos; sino también de quienes nos crían y educan y del mismo Dios; no tan solamente somos personas, sino hermanos los unos de los otros; o más aún somos cristianos: ¿Vivimos todas estas realidades? ¿De qué forma lo hacemos?

 

Aquí se encuentra posiblemente el centro del tema: SER lo que SOMOS, es decir, en el presente, ya que quizás muchos somos profetas, sacerdotes y reyes por nuestro bautismo, aunque en la actualidad, como no actuamos de tal forma parece que dejamos de SER o lo dejamos muy oculto en el interior que ya nadie lo ve, hasta nosotros mismos olvidamos quienes somos realmente; para que esto cambie, y volvamos a restaurarnos:  debemos REVELARNOS, tal como lo realizo Jesucristo, se trata de manifestarse a los demás: “La mujer le dijo: Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo. Jesús le respondió: «Soy yo», el que habla contigo” (Juan 4, 25-26). Como con la mujer samaritana, Jesucristo se revela como el Mesías, Él es, o dicho desde sí mismo: YO SOY: EL MESÍAS; el Cristo; o sea, se manifiesta como el SALVADOR, y actúa como tal, y nosotros: ¿Actuamos conforme a lo que somos?

 

Para Jesucristo esto significa actuar conforme a su procedencia divina: “Jesús continuó: Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso les he dicho: Ustedes morirán en sus pecados. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados” (Juan 8, 23-24). Nosotros debemos actuar como personas de este mundo, Él en cambio actuaba como DIOS: YO SOY, y en Él debemos creer para tener VIDA: ¿Creemos? ¿Creemos en sus palabras?

 

“Jesús respondió: Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy” (Juan 8, 58). Que realmente existía antes que el Padre Abraham, que existía antes de todo lo creado, ya que es el VERBO encarnado en medio de la humanidad, para vivir como nosotros, y revelarnos el camino hacia el Reino de Dios; con una invitación a ser como ÉL, no solamente en la humanidad, sino en su “divinidad”, como se los dijo a los judíos en su tiempo: ¿Creemos que somos o podemos SER como DIOS? “Jesús les respondió: ¿No está escrito en la Ley: Yo dije: Ustedes son dioses? Si la Ley llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra –y la Escritura no puede ser anulada– ¿Cómo dicen: "Tú blasfemas", a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dijo: Yo soy Hijo de Dios?” (Juan 10, 34-36). Entonces, también nosotros somos HIJOS de Dios, y más aún somos dioses en Jesucristo y en la Palabra revelada: ¿Creemos esto? Que somos Hijos de Dios y que somos dioses.

 

Quizás nos preguntamos: ¿Cómo puede ser o suceder esto? Si a veces, ni siquiera nos comportamos como verdaderos humanos; es decir, a veces nuestros actos son inhumanos, sin humanidad hacia el prójimo; otras tantas actuamos como animales sin razonar ni discernir; y otras tantas como monstruos ante los demás, irreconocibles para las demás personas; aunque para Dios siempre seremos sus HIJOS muy queridos, así ha sido SIEMPRE, como con Jesucristo: “Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que vendrá, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1, 8). Siempre el mismo: ES; ERA Y SERÁ; y nosotros podemos afirmar lo mismo sobre nuestras personas: ¿Somos los mismos siempre?

 

Tal vez nos mostramos de diversas formas desde nuestro SER, dependiendo con quienes nos relacionamos o de qué queremos conseguir o lograr, al fin y al cabo, solamente mostramos CARETAS y no nuestro propio SER; entonces, al igual que Jesucristo, podemos señalar: “YO SOY”, el mismo desde el principio: ayer, hoy y mañana; así seremos hasta el final de los tiempos; o en realidad, nos vamos adecuando a las circunstancias de la vida: ¿Quiénes somos realmente?

 

Para San Juan, al ver a Jesucristo se postra: “Al ver esto, caí a sus pies, como muerto, pero él, tocándome con su mano derecha, me dijo: No temas: yo soy el Primero y el Ultimo, el Viviente. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo la llave de la Muerte y del Abismo” (Apocalipsis 1, 17-18). Jesucristo nos recuerda, que NO debemos tener MIEDO, que con Él todo es posible, es posible SER CRISTIANOS; es posible SER SEGUIDORES DE JESUCRISTO; es posible VIVIR según tu FE TRINITARIA; es posible que SEAS sin importar lo que piensen los demás o lo que esperan de ti; la pregunta sería: ¿Seremos capaces? ¿Estamos dispuestos?

 

En el sentido de la vida espiritual cristiana, se trata de pasar lo mismo que Jesucristo: SER como Él; afirmando YO SOY como Él, desde nuestro paso constante y permanente de la muerte a la VIDA; esa es nuestra NUEVA VIDA, es lo que somos ahora. Y TÚ, ¿Quién eres?

 

 

EVANGELIZAMOS:           

 

Al tratar de responder esta pregunta con sinceridad de corazón, hemos iniciado un proceso real de evangelización en nuestra propia existencia, ya que nos hemos confrontado con Jesucristo: “YO SOY”, y cada vez que realmente nos encontramos con Él somos capaces de crecer en nuestro SER CRISTIANO; en nuestra humanidad, y sobre todo en nuestro proceso de “DIVINIZACIÓN”, o sea, ser como DIOS: ¿Cuánto has logrado en tu proceso personal de divinización?

Para el cristiano, esto significa SER, no tan solamente un cristiano más, un discípulo, un apóstol, un seguidor de nuestro MAESTRO y SEÑOR, sino SER COMO JESUCRISTO; que cada persona cuando nos vea, pueda ver reflejado a JESUCRISTO, por nuestra forma de SER, hablar y actuar; aunque no es menos cierto que muchos deben purificar su imagen de Jesucristo, ya que nos atrevemos a afirmar que muchos no conocen la VERDADERA IMAGEN DE JESUCRISTO, al verdadero DIOS, ni al verdadero SER HUMANO que fue Jesucristo; queda este desafío personal, el de tu propia evangelización: “CONOCER VERDADERAMENTE A JESUCRISTO”, para así lograr el objetivo del cristianismo, a nivel personal: SER OTRO CRISTO. Y TÚ: ¿Lo eres?



Comentarios

  1. Jesús es la puerta, el camino, la meta y la verdad eterna.

    Jesús en su infinito amor y misericordia se muestra a mí como el dulce pastor que cuida con amor a Dios ovejas hasta dar la vida por ella... Por mí.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

¿Cómo es nuestra relación con Jesucristo?

¿Cómo es nuestra Fe?

¿Cómo percibimos el Envío Misionero que DIOS nos realiza?