YO SOY, VERDADERA VID

 CONTEMPLAMOS:

 

Esta semana queremos ver el anuncio de Jesucristo que se encuentra en el capítulo 15 de San Juan, en la celebración de la última cena con sus discípulos, que inicia señalando lo siguiente: “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador”. Ciertamente aparece un nuevo Título Divino del YO SOY, ahora la VERDADERA VID; con ello, podemos contemplar y preguntarnos: ¿Existen falsas VID? ¿En qué sentido Jesucristo es la VERDADERA VID? Si el Padre es el VIÑADOR: ¿Quién es el Espíritu Santo? O ¿Quiénes somos nosotros en esta imagen de la VID? Más aún cuando confundimos la VID con una parte de la VID, como el Tronco o los brazos, ante esta realidad de la VID, que es el TODO: ¿Qué rol jugamos los cristianos en la Verdadera Vid que es Jesucristo, el Hijo de Dios?

 

Repitiendo las palabras de Jesucristo, podemos señalar que Dios, Padre y Madre, es el viñador de la VIÑA, en la que se encuentra una VERDADERA y AUTENTICA VID, que es su Hijo Jesucristo, de la cual cada cristiano es PARTE, por estar unidos a Jesucristo, el Maestro: ¿Cómo hemos vivido esa unidad, como discípulos de Jesucristo?

 

“El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí” (Juan 15, 2-4). O sea, en este sentido cada creyente es un “SARMIENTO”: y que nuestra finalidad es DAR FRUTO; y por ello, debemos entender los cristianos que la única manera de DAR FRUTO, es si estamos unidos la Verdadera VID, que es Jesucristo: ¿Lo estamos? Y TÚ, ¿Lo estás?

 

 

DISCERNIMOS:

 

Es lo que intentaremos discernir desde el mismo Evangelio de San Juan: ¿Cómo permanecer unidos a la VERDADERA VID? Recordando las mismas palabras de Jesucristo: “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde” (vv. 5-6). Esto nos deja ver que los sarmientos, es decir, los cristianos solamente dan frutos si estamos unidos a Jesucristo, y en contraposición los que no están unidos solamente sirven para ser quemados en el fuego, entonces, nos preguntamos: ¿Cómo logramos la unidad con Jesucristo?

 

Para muchos está UNIDAD se logra en la oración diaria, para otros en la celebración cultual de la comunidad, para otros solamente en la celebración sacramental, sobre todo de la eucaristía y la sagrada comunión; aunque lo que nos interesa aquí no es nuestra interpretación subjetiva de las palabras de Jesucristo, sino la objetividad de las palabras del Maestro: “Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán”. Se trata de permanecer en Él, y la forma está contenida en las palabras de Jesucristo que deben permanecen en el colectivo cristiano, y en cada creyente, solamente en la vivencia de sus palabras es que damos FRUTO, y ese fruto es el testimonio que somos auténticos discípulos de Jesucristo: ¿Qué fruto damos?

 

Ahora bien, en palabras de Jesucristo, además debe ser FRUTO ABUNDANTE: “La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos”. De tal manera, que seamos capaces de permanecer en el AMOR de Jesucristo: “Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor”. Una vivencia del Amor Divino, entre la Eternidad de Dios Padre con Dios Hijo: ¿Vivimos en ese AMOR? ¿Permanecemos en el Amor de Jesucristo?

 

“Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor. Como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”. Para muchos con esto se hace más concreto la vivencia del AMOR, se trata de cumplir los MANDAMIENTOS; claramente el que habla es Jesucristo, por lo tanto, se trata de sus mandamientos y NO de los mandamientos del Pueblo Judío o incluso los 10 Mandamientos, que en muchos aspectos no cumplió Jesucristo, sino en el pleno cumplimiento de los Mandamientos, ya que los Mandamientos divinos Jesucristo los resumió en dos, y el cumplimiento de los mandamientos de su Padre consiste en  “HACER SU VOLUNTAD” y nosotros: ¿Hacemos la voluntad de Dios Padre? ¿Cumplimos con la misión que nos encomienda a cada uno de nosotros, como lo hizo Jesucristo?

 

Este entendimiento debería producir en nosotros lo mismo que le señala Jesucristo a sus discípulos: “Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto”. La alegría y el gozo de comprender lo que nos pide Jesucristo: “Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”. Es decir, para permanecer unidos a la VID VERDADERA que es Jesucristo, debemos cumplir este MANDAMIENTO; AMARNOS los unos a los otros: ¿Amamos a todos?

 

En definitiva, todo se resume en AMAR a todas y todos, aunque aquí es en donde se complica la situación, ya que no se trata para los cristianos, de tu propia MEDIDA DE AMOR, sino a ejemplo de Jesucristo, o sea, la MEDIDA del AMOR de Jesucristo: ¿Amamos a los demás y a todos como Él AMA? Un amor que nos invita a vivir entre todos como amigos: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando” (vv. 13-14): ¿Somos amigos de Jesucristo?

 

Con esta pregunta, damos un paso en nuestra relación con Jesucristo, ahora es nuestro AMIGO, ya no seremos meros servidores que buscan complacerlo: “Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre” (v. 15). Ahora sabemos, lo que ha pasado y vivido Jesucristo, por lo tanto, somos sus amigos, aunque en esta AMISTAD, en el designio divino, es Él quien toma la iniciativa: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá” (v. 16). Ciertamente Él nos ha elegido para EVANGELIZAR, ese destino es DAR FRUTO ABUNDANTE Y DURADERO: ¿Lo damos?

 

Algunos dirán SI, y otros crearán que NO, aunque al fin y al cabo la invitación de Jesucristo se resume en un solo MANDATO: “Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros” (Juan 15, 17). Los cristianos: ¿Lo cumplimos?

 

 

EVANGELIZAMOS:           

 

Al querer preguntarnos por los cristianos, es querer desafiarnos en la evangelización, afirmando que muchos cristianos NECESITAN ser RE- EVANGELIZADOS; ya que no han entendido lo ESENCIAL del Cristianismo, que para DAR FRUTO abundante y duraderos, no se trata de predicas en las plazas y calles que condenan a los pecadores, ni de personas que se golpean el pecho pidiendo perdón a Dios en los templos y celebraciones eucarísticas, sino de AMARNOS los unos a los otros, que va más allá de las fronteras de tu familia, de tu comunidad cristiana: ¿Amas a cada familiar y cada hermano de comunidad?

 

Ciertamente se inicia en esos lugares y con ellos, aunque debe trascender como lo fue y es en Jesucristo; ya que no tan solamente murió en la Cruz para aquellos que estaban ese día, sino para toda la HUMANIDAD, si Dios en Jesucristo ama a toda la humanidad desde el Sacrificio de la Cruz, nosotros también como sus seguidores debemos AMAR a TODA la humanidad, con la recta intención de estar dispuesto a dar la vida por todos y cada uno de ellos: ¿AMAS de esta manera a los demás?

Comentarios

  1. Gracias 🙏😇🙋 totalmente Obrdencia y Humildad amén

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  2. Es difícil AMAR a mi prójimo si solo tengo una idea de lo que es Amor.

    Respetar a mi prójimo es amarlo como a mí misma. No invadir su espacio fuera de su casa, saludarlo con cordialidad, no insultarlo, no ofenderlo.

    Solidario es amar a mi prójimo, ayudarloa cruzar la calle, responder sus dudas siempre que sepa la respuesta, orientarlo sin imponerle mi idea.

    Caridad con mi prójimo es amar a mi prójimo, dar un plato de comida y un vaso de agua a quien está en la calle por mucho tiempo, de acuerdo a mis necesidades, otorgar una despensa nutrida a alguien que lo necesita y tengo conocimiento, si está en mis posibilidades, llevar a un vecino que no tiene coche a su familiar o a él al médico sin cobrar nada, visitar a niños enfermos en hospitales, con las medidas necesarias y regalarles un momento alegre.

    Eso es amor a mi prójimo y, para eso, debo amarme a mí, para compartir las bendiciones que Dios me ha dado con el otro, eso es AMAR A MI PRÓJIMO COMO A MI MISMA Y AGRADECER A DIOS POR SU AMOR Y MISERICORDIA.

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