¿QUIÉN ENTRARA AL REINO DE DIOS?
CONTEMPLAMOS:
Esta
es una pregunta que nos seguirá hasta el final de los tiempos, y que solamente
encontramos respuesta en DIOS, en la manifestación del último día, en la
segunda venida de Jesucristo, este domingo toma sentido esta interrogante en el
encuentro de Jesucristo con un hombre rico: ¿Quiénes son los hombres ricos en
la actualidad? ¿Qué relación tiene la riqueza material con la entrada al Reino
de Dios?
Sobre todo el segundo cuestionamiento es lo que intentaremos
responder a la luz del Evangelio Dominical, ante esto es bueno iniciar
contemplando la realidad de los RICOS, hoy más bien hablamos de millonarios o
multimillonarios, incluso se hacen encuestas con las mayores fortunas del
mundo, los más millonarios de cada país o de todo el mundo; ciertamente esta
riqueza material va unido a un PODER que de muchas formas gobiernan no tan
solamente sus propias vidas, sino también la vida de los demás, especialmente
de aquellos que los rodean: familiares y amistades: ¿Qué significa para ti ser
una persona rica?
DISCERNIMOS:
Desde esta mirada contemplativa
sobre la riqueza, que en la actualidad se mide por DINERO acumulado,
generalmente en millones de dólares; es que queremos discernir y profundizar en
el evangelio de este día, que se encuentra en el Leccionario Dominical de la
ITAE, tomando el Evangelio de San Marcos en su capítulo décimo: “Cuando se puso
en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: Maestro
bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?” Para los lectores asiduos
a los Evangelios un hecho muy cotidiano, ya que muchas personas se acercaban a
Jesucristo para pedir ayuda, sanación, otros consejos e interrogarlo, como en
esta ocasión: ¿Qué debo hacer?
Pensemos en nosotros como
cristianos, si tuviéramos la oportunidad de hablar con Jesucristo: ¿Qué le
diríamos, qué pregunta le haríamos? Este hombre corre a su encuentro para
preguntarle sobre la VIDA ETERNA; quizás muchos anhelan la Vida Eterna, otros
más bien VIVIR PARA SIEMPRE; que a nuestro parecer, son cosas distintas, ya que
la propuesta de Jesucristo es una VIDA en el Reino de Dios, por ello, el
sentido de entrar; y para otros, es más bien una búsqueda de VIVIR para siempre,
en este mundo, en la tierra, alargar nuestros años junto a los seres queridos,
una existencia como “seres inmortales” que no conocerán ni vivirán el Misterio
de la Muerte humana; ciertamente esto segundo, no es la propuesta de Jesucristo
que si murió por nosotros, por nuestros pecados, para que la humanidad logre
ingresar al Reino de Dios, después de la Resurrección de los muertos: ¿Creemos
esto?
Creer siempre significa CREERLE
a Jesucristo, en sus PALABRAS; ya que nunca miente, a diferencia de nosotros; es
aquí en donde hoy queremos leer sus palabras como si fueran dirigidas a cada
uno de nosotros, una verdad para cada creyente, veamos que nos dice, pensando que
nosotros fuéramos como esa persona rica: “Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas
bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no
cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a
nadie, honra a tu padre y a tu madre”. Jesucristo nos llama la atención al enumerar
algunos mandamientos, cinco de los que hemos conocido como “DIEZ MANDAMIENTOS”,
y otro que en nuestra traducción no tiene referencia en la LEY ni PROFETAS: “NO
perjudicarás a nadie”; junto a esto, nos dice algo más, que el CONOCER tiene
otro significado, que uno vive según lo que CONOCE, y nosotros: ¿Conocemos los
Mandamientos divinos?
Ahora bien, este conocimiento
sobre los mandamientos implica el CUMPLIMIENTO de nuestra parte, y al igual que
el hombre rico, podemos responder lo siguiente: “El hombre le respondió: Maestro,
todo eso lo he cumplido desde mi juventud”. Hoy diríamos, sobre todo los
católicos, desde mi catequesis y mi confirmación lo he hecho vida, he intentado
y tratado cumplir siempre los mandamientos, y cada vez, que no lo he hecho, me
voy a confesar para pedirte perdón por mis pecados, entonces nos preguntamos: ¿Realmente
cumplimos todos los mandamientos divinos?
Al parecer, Jesucristo nos
invita a mirar más allá del cumplimiento de los mandamientos divinos, y
descubrir cómo podemos tener un lugar en el Reino de los Cielos: “Jesús lo miró
con amor y le dijo: Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a
los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”. Como
siempre nos mira eternamente con AMOR, el amor también es exigente, como en
este caso; que nos dice y nos revela que el seguimiento es RADICAL; nuevamente nos
repite una y otra vez: Te falta una cosa: “VENDER TODO y SEGUIRME”: ¿Estamos
dispuestos?
Quizás nos pasa lo mismo que al
personaje bíblico: “El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado,
porque poseía muchos bienes”; muchas veces nos alejamos tristes, apenados y
avergonzados porque creemos tener muchos bienes, y no somos CAPACES de VENDER,
o DEJAR TODO por seguir a Jesucristo, nos falta la VOLUNTAD y la FUERZA
necesarias en el firme propósito para realizarlo: ¿Qué debemos vender? ¿Qué
debemos dejar? ¿Qué nos sigue atando en este mundo que nos impide un recto
seguimiento a Jesucristo?
Seguramente Jesucristo diría de
nuevo a todos los cristianos, en especial, a los ministros eclesiales, de la
misma manera que lo hizo con sus discípulos: “Entonces Jesús, mirando alrededor,
dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de
Dios!” Es muy probable que sea así de difícil el seguimiento a Jesucristo, más
aún si seguimos acumulando riquezas: ¿Cómo desprendernos y vender todo?
Muchos estamos al igual que los
primeros discípulos de Jesucristo. “Los discípulos se sorprendieron por estas
palabras”. Sorprendidos, asombrados, atónitos: ¿Cómo es este seguimiento, tan
radical? ¿Cómo entrar al Reino de Dios?
De nuevo nos habla el maestro: “Jesús continuó diciendo: Hijos míos,
¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase
por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios. Los discípulos
se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: Entonces, ¿quién podrá
salvarse?” Realmente como alcanzaremos la salvación, si es tan difícil y
radical este camino de Jesucristo: “Jesús, fijando en ellos su mirada, les
dijo: Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es
posible”. Justamente así, solamente se logra junto, en y con DIOS, ese es el
gran abandono, la gran venta, vendernos a nosotros mismos, para entender que con
DIOS TODO es posible: ¿ACEPTAS?
EVANGELIZAMOS:
El desafío de la Evangelización se inicia con la
aceptación y abandono a Dios, es vivir en nuestro estado de indigencia, es
decir, dependemos de DIOS, sin ÉL NADA PODEMOS, y con ÉL TODO LO PODEMOS. En
verdad, muchos cristianos afirmamos esto, aunque me atrevo a decir, que la gran
mayoría, no lo hacemos VIDA, seguimos confiando más en nosotros mismos que en
el poder de Dios, más en otros aspectos de la vida que en la presencia del
Espíritu Santo en el mundo: ¿Cómo vivir los principios divinos, si vivimos más
sumergidos en los pensamientos humanos?
Al parecer, nos pasa lo mismo que Pedro, una vez, cuesto
como piedra de la Iglesia: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para
mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los
hombres» (Mateo 16, 23). Seguimos pensando y viviendo como los seres humanos y
no conforme a la VOLUNTAD DIVINA; seguimos pensando en acumular bienes
terrenos, materiales, personas; y no pensando en los bienes del REINO de DIOS;
es en donde debe estar nuestro tesoro, es decir, nuestro corazón, a la hora de
una verdadera evangelización, necesitamos tener nuestro CORAZÓN y VIDA puesta
en Reino de Dios, su justicia. Y TÚ; ¿Dónde tienes tus riquezas, tu corazón y
vida?
El apego a las cosas, personas, bienes, no permiten ver la grandeza de Dios para y en nosotros.
ResponderBorrarEsperamos más de lo terreno que de lo divino y aún así, pedimos al cielo un trabajo con ganancias millonarias haciendo un esfuerzo mínimo, un hombre o mujer parte ser vida marital sin darnos cuenta de lo insanos que somos, pedimos y pedimos a Dios acumular bienes, personas y nos aferramos a ellos como si fueran nuestros... Sin darnos cuenta que Dios nos hizo libres a cada uno, si que, nada, no nadie nos pertenece, y no pertenecemos a nadie... Al único al que nos debemos es a Dios y a él debemos dedicarnos a ganar la gloria del cielo, si nos ocupamos en ser gratos a Dios, todo nos llegará sin pedirlo y más aún, sin sentirlo propio, sin aferrarnos.
Este comentario es con base a mi experiencia de vida, me ha costado despegarme de las cosas, personas y más... Sin embargo, cuando mi meta es servir a Dios, la alegría llena mi corazón porque de él todo es, todos somos.