¿SOMOS PARTE DE LA FAMILIA DE JESUCRISTO?

 CONTEMPLAMOS:


Hoy les invitamos a pensar en nuestras familias: ¿Cómo están constituidas? ¿Con quienes hemos decido vivir juntos? ¿Cómo son nuestros padres, cómo nos educaron y cuál es el valor más importante que nos enseñaron como hijos? ¿Cómo educamos a nuestros hijos? ¿Cómo es nuestra relación con nuestros parientes: primas, primos, tíos, tías, abuelos? Ciertamente con este sin fin de preguntas, queremos situarnos para contemplar nuestras familias: ¿Cómo son realmente?

 

Con esto, queremos pasar del quiénes somos, al porqué estamos unidos, o sea, entrar en la profundidad de la UNIDAD FAMILIAR: ¿Por qué vivimos juntos? Y esta puede ser una pregunta que puede tener muchas respuestas, ya que depende de cada persona que compone la FAMILIA; para los hijos menores de edad puede ser sencillo responder, por amor aunque también está presente la necesidad de supervivencia, necesitamos para vivir alimentación y vestido, y es el mejor lugar dónde obtenerlos; para los hijos mayores de edad porque todavía se les brinda cierto resguardo de casa, y así siguen estudiando y trabajando con mayor facilidad; para los adultos mayores porque él hijo, hija o familiar les brindo una vivienda donde vivir sus últimos años de vida, aprovechamiento mutuo a veces por las pensiones o jubilaciones que tenga, otros adultos mayores andan de casa en casa por los hijos y otros formaron familias en hogares de residencia o personas que encontraron en el camino de la vida; y en el caso de la pareja, múltiples razones la principal sería el fundamento del amor, aunque algunos ya estás juntos solamente por los hijos y otros tanto solo por bienestar económico; esto por describir algunas razones de la UNIDAD FAMILIAR, entonces como cristianos: ¿Qué nos hace parte de la Familia de Jesucristo?

 

 

DISCERNIMOS:

 

Siguiendo nuestro método teológico iremos analizando y reflexionando nuestro texto evangélico para lograr responder a nuestra pregunta inicial: ¿Somos parte de la familia de Jesucristo? La lógica humana nos dice, que la familia de Jesucristo estaba compuesta por sus padres, María y José; y sus demás familiares, parientes; ,aunque sin el ánimo de entrar en la polémica y disputa entre católicos y evangélicos que se da en América Latina por saber si Jesucristo tenía más hermanos de su Madre María o fue totalmente virgen post parto del Hijo de Dios, diremos que es posible que José haya sido una persona viuda al desposar a María como esposa, y de su primera mujer haya tenido otros hijos, hombres y mujeres, que son lo que pueden aparecer en los evangelios citados como hermanos.

 

 “Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar”. Una familia preocupada por uno de sus hijos, JESUCRISTO; recordemos que por su forma de predicar y enseñar, en ese momento, muchos lo creían endemoniado o desquiciado, un demente; por ello, era buscado por su FAMILIA: ¿Qué haríamos nosotros por un HIJO o un HERMANO? Seguramente muy parecido a la familia de Nazareth, iríamos a buscarlo para conversar o llevarlo al HOGAR; como hoy se podría salir a buscar al Hijo Alcoholizado o Drogadicto; o al que comete algún delito: ¿Hacemos esto como familia?

 

Ciertamente debemos afirmar que muchos padres se preocupan de sus hijos más pequeños, sobre todo cuando van a clases, donde un amigo o amiga, a una fiesta, incluso hay algunos más aprensivos que los acompañan en sus estudios universitarios o inicio laboral; esto ya pensando en los hijos mayores de edad, que todavía viven en la misma casa; algo así era el caso de Jesucristo, cerca de unos 30 años, vivía con su madre y hermanos: ¿Por qué razón iríamos al encuentro de un hijo o hermano de 30 años? Seguramente por un accidente laboral, por un accidente vehicular, alguna enfermedad, si está hospitalizado o prisionero; es lo mismo que hace la Familia de Jesucristo, desde su preocupación va a buscarlo: “La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: Tu madre y tus hermanos te buscan ahí fuera”. Es en este contexto, qué nos situamos ante la pregunta de hoy: ¿Somos parte de la familia de Jesucristo?, la que nace ante la misma interrogante de Jesucristo: “Él les respondió: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”.

 

Jesucristo no invita a descubrir que su familia, por ser Hijo de Dios, va más allá de compartir la misma sangre, sino que el signo de UNIDAD FAMILIAR se centra en la VOLUNTAD DIVINA: “Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Para ser miembros, parte de la familia de Jesucristo solo debemos HACER LA VOLUNTAD DE DIOS, aquellos que nos llamamos cristianos, aquellos que decimos ser discípulos de Jesucristo, hoy no tan solamente debemos decir que somos parte de la Familia de Jesucristo, sino que debemos demostrarlo, y muchos se seguirán preguntando: ¿Cómo lo demuestro? Debemos decir junto a Jesucristo son lo que hacen la voluntad de Dios: ¿La cumples cada día?

 

 

EVANGELIZAMOS:           

 

Este día al analizar nuestra realidad familiar, debemos tener el deseo y la firme voluntad de querer vivir unidos como FAMILIA; ¿Qué valores nos unen como Familias? ¿Qué sentimientos unen a nuestra Familia? ¿Cuál es la identidad propia de nuestra Familia? Con estas preguntas ya estamos actuando en el sentido de la evangelización, buscar la unidad, que surge desde nuestras familias.

 

En otro aspecto y sentido, desde la espiritualidad cristiana, se trata de ser parte de la familia de Jesucristo, que como ya sabemos se caracteriza e identifica en que hagamos la voluntad de Dios Padre: ¿Cuál es esa voluntad para tu vida? Ciertamente como todo se debe partir identificando para poder hacerla vida; del conocimiento al cumplimiento: ¿La conoces? ¿La vives?

 

En estas preguntas queda marcada nuestra evangelización: “VIVIR EN LA VOLUNTAD DIVINA”; aunque como todo hecho evangelizador depende de tu coherencia y respuesta inicial, QUERER SER: ¿Quieres ser parte de la familia de JESUCRISTO?

Comentarios

  1. Señor y Dios mío, gracias infinitas por la familia que me has dado, por mis padres, hermanos, cuñado y sobrinos. Te pido Señor que la unidad de mi familia sea bendecida por ti y que en respeto y la empatía nos ayuden a vivir y convivir como familia.

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