¿SOMOS MIEMBROS DE LA IGLESIA DE JESUCRISTO?
CONTEMPLAMOS:
Recordemos, en primer lugar, que el término “Iglesia”, es
una palabra que proviene del uso GRIEGO, que San Pablo comienza a utilizar en
sus cartas, y que San Lucas toma en su segundo libro de los Hechos de los
Apóstoles; y que también lo utiliza en tres ocasiones el Evangelio de San
Mateo, único evangelio que utiliza este sustantivo, veamos su uso evangélico:
“Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la Muerte no
prevalecerá contra ella” (16,18). Con ello se nos dice que la Iglesia es de Jesucristo, y que va a ser
edificada o construida sobre esta “piedra”,
muchos interpretan que esa piedra es imagen de San Pedro, aunque puede ser que
Jesucristo estaba haciendo ese discurso y tomó una piedra en la mano, o apunto
a una piedra en ese momento que dice “sobre esta piedra”; aunque si habla que
será edificada, es en futuro, no en ese momento, o sea, todavía no ha sido
edificada, ni fundado en el sentido estricto, aunque podríamos afirmar con las
palabras y el ejemplo de Jesucristo que ha puesto la primera piedra de su
IGLESIA; y la pregunta lógica sería: ¿Cuándo se terminó de edificar?
“Si se niega a hacerles caso, dilo a la iglesia.
Y si tampoco quiere escuchar a la iglesia,
considéralo como pagano o republicano” (18, 17). En donde otras biblias
traducen el término “Iglesia” por
comunidad, tenemos que afirmar que se usa el término griego que corresponde a la
IGLESIA, por lo tanto, Jesucristo
está hablando de un tema propio de su Iglesia, que los miembros de su IGLESIA deben perdonarse y
reconciliarse, y que la Iglesia llama a enmendar el obrar de sus miembros, y
además es la que tiene la última palabra y decisión, porque entre todos atan o
desatan en la tierra y en el cielo, es decir, SU IGLESIA tiene el poder de atar y desatar sobre la situación de
un miembro, cuando este no quiere escuchar la recomendación de la IGLESIA DE JESUCRISTO. ¿Somos parte de
la Iglesia de Jesucristo?
Muchos dirán SI, por medio del bautismo, otros dirán
basta solo la FE en Jesucristo para ser parte; les invito a partir desde el
consenso general desde los primeros siglos del cristianismo, que la Iglesia de Jesucristo posee cuatro
atributos es: Una, Santa, Católica y Apostólica: ¿Cómo entender estos
atributos? Es lo que le invitamos a discernir.
DISCERNIMOS:
Pensemos en las grandes Iglesias cristianas, en la
actualidad afirman y creen ser la verdadera
Iglesia de Jesucristo; algunos de manera más sencilla solamente se
reconocen como parte de ella; ahora bien la verdadera Iglesia de Jesucristo es una, santa, católica, y apostólica,
discernimos individualmente si somos
parte, mirando nuestra propia existencia a la luz de los Santos Evangelios, y meditando si encarnamos
y vivimos estas cuatro características.
Iniciamos por el Evangelio
de San Juan para destacar la unidad: “No ruego solamente por ellos, sino
también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno:
como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros,
para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que tú me
diste, para que sean uno, como nosotros somos uno –yo en ellos y tú en mí– para
que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo
los amé cómo tú me amaste” (17, 20-23). Desde este punto de partida, es un
llamado que todos los miembros de la Iglesia a lo largo de toda la historia
estemos unidos, ya que es una invitación de Jesucristo a vivir en amor divino y
a ejemplo de la misma unidad de Dios Padre e Hijo: ¿Vives esta misma unidad con todos los cristianos?
Para explicar la Santidad, veremos el Evangelio de San Mateo: “Ustedes oren
de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu
Nombre” (6, 9); por lo tanto, comprendemos que Dios es Santo, desde su nombre,
y toda su realidad; es por ello, que también destacamos el mensaje de la Primera Carta de San Pedro: “Así como
aquel que los llamó es santo, también ustedes sean santos en toda su conducta”
(1, 15). Todos los que pertenecemos a la Iglesia de Jesucristo estamos llamados
a ser santos, ya que Él nos convocó a ser miembros, y como buenos miembros de
su Iglesia con nuestra conducta demostramos que somos santos: ¿Eres Santo?
Ahora entramos en dos temas complejos, y desde mi punto de vista, los seguimos
entendiendo mal, ya que ser Católicos, no se refiere a la Iglesia Católica
Romana, u otras Iglesia Católicas Nacionales o las que existan en el mundo,
sino que tiene que ver con el sentido de la palabra UNIVERSAL; y esto nace de
la petición de Jesucristo Resucitado, ya que las palabras del RESUCITADO deben
tener un mayor valor y mejor sentido para los creyentes cristianos, usaremos en
este punto un versículo del Evangelio de
San Marcos: “Entonces les dijo: Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena
Noticia a toda la creación” (16,15). En este sentido, es sencillo ser católico,
ya que se trata de ir por todo el mundo anunciando el BUEN MENSAJE (Evangelio)
de Jesucristo, a toda la creación y por todo el mundo: ¿Anuncias el Evangelio en todos los lugares y con todas personas que te
rodean?
Y por último, ser apostólicos, y esto tiene que ver con
los apóstoles; aquí queremos entender la palabra en toda su dimensión, la
generalidad, no nos referimos solamente a los DOCE, sino a todos los que fueron
a predicar en nombre de Jesucristo, ya que el sentido de la palabra apóstol es
“SER ENVIADO”; usemos el Evangelio de
San Lucas: “Después de esto, el
Señor designó a otros setenta y dos, y
los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y
sitios adonde él debía ir. Y les dijo: La cosecha es abundante, pero los
trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe
trabajadores para la cosecha” (10, 1-2). Entonces, todos ellos pasaron a ser
apóstoles porque fueron enviados, y siguiendo la lógica del texto, todos los
que vinieron después a trabajar en
la VIÑA DE DIOS TRINIDAD, también pasaron a ser APOSTOLES; también podemos ver
el envío desde la venida del Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima
Trinidad, con las palabras de Jesucristo Resucitado en los Hechos de los Apóstoles: “Pero recibirán la fuerza del Espíritu
Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda
Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra” (1, 8). Afirmamos que la Tradición
de la Iglesia nos enseña que fueron 120 personas las que recibieron esa fuerza
del Espíritu Santo, entre ellos hombres y mujeres, además es muy probable que
haya habido jóvenes y niños en el Cenáculo de Pentecostés; es decir, debemos
decir que de todos ellos viene la apostolicidad, o como prefiero afirmar: La apostolicidad viene del Espíritu Santo,
y llega a todos los que el mismo
Espíritu se lo quiera conceder a lo largo de estos dos mil años. Y TÚ, ¿Vives con la guía y envío del Espíritu
Santo?
Con estas cuatro preguntas, queremos definir nuestro
discernimiento personal y responder al objetivo de este artículo teológico: ¿Eres miembro de la Iglesia de Jesucristo?
EVANGELIZAMOS:
Ahora nos queda aterrizar este discernimiento bíblico en nuestra vida concreta, es decir, en Nuestra
Evangelización personal, queremos creer que todos los cristianos somos
miembros de la Iglesia de Jesucristo, aquí
no se trata de verdaderas Iglesias, sino de SER VERDADEROS CRISTIANOS: ¿Lo eres?
Muchos creen que sí, entonces debes vivir la unidad con
todos los miembros de tu comunidad cristiana, un único sentir en un mismo
corazón y alma; además de la unidad con todos los creyentes de diversas
Iglesias y religiones; y la unidad con toda la unidad en la búsqueda del bien
común.
También debes vivir en Santidad, obrando siempre en justicia y misericordia los
unos con los otros; descubriendo que tu vida es un anuncio amoroso del Evangelio de Jesucristo en tu entorno familiar,
laboral y social, así eres verdaderamente católico.
Y por último, dejándote GUIAR por el Espíritu Santo, ¿Te dejas dirigir por el Espíritu
Santo?, es la única forma de ser auténticamente apostólico.
Has carne en tu vida todo esto y realmente lograras ser
un Miembro activo de la Iglesia de
Jesucristo.
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